Image: Dirigir antes de los 30

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Cine

Dirigir antes de los 30

10 agosto, 2017 02:00

Fotograma de la película Pieles, de Eduardo Casanova

Eduardo Casanova, Carla Simón y Elena Martín han dado brillo al 2017 cinematográfico con sus operas primas: Pieles, Verano 1993 y Júlia Ist, respectivamente. Hablamos con estos jóvenes directores sobre el camino que han tomado para rodar su primer largo, sobre la mirada de los veinteañeros y la tecnología digital.

Raúl Arévalo se impuso en la pasada edición de los premios Goya en la categoría de Mejor Director Novel. A pesar de contar con 37 años, el autor de Tarde para la ira era el más joven de los nominados en esta categoría que, salvo en contadas ocasiones, suele estar copada por directores que rebasan los treinta años. No parece que esta situación se vaya a repetir en 2018 porque entre las operas primas más aplaudidas en lo que va de año encontramos mucho talento, pero sobre todo mucha juventud. Eduardo Casanova (Madrid, 1991) con Pieles, Carla Simón (Barcelona, 1986) con Verano 1993 y Elena Martín (Barcelona, 1992) con Júlia Ist apuntan alto con tres trabajos sólidos y muy personales que han convencido a la crítica. Pero, ¿cómo logra un veinteañero sacar adelante un proyecto en el panorama actual de la industria cinematográfica?

"Lo principal es sacar mucha fuerza de no se sabe dónde para convencer a otra persona de que esa película se tiene que hacer", explica Casanova. "Da igual la edad que tengas, lo que tienes que tener es mucha fuerza. Yo lo conseguí con 23 años y estoy muy contento con el resultado". Célebre por su papel de Fidel en la serie Aída, Casanova demostró una gran personalidad en cortos como Amor de madre (2013), Fumando espero (2013) o La hora del baño (2014) y logró que entrara a financiar Pieles Pokeepsie Films, la productora de Álex de la Iglesia. "En mi caso creo que el factor diferencial ha sido que empecé a trabajar muy joven. A los 12 años ya estaba rodeado de cámaras y de actores. Me leía un guion cada semana y además siempre he sido un apasionado del cine".

Carla Simón, triunfadora en el Festival de Málaga con Verano 1993, una historia en la que bucea en la muerte de sus padres, cree que en su caso la película llegó a buen puerto gracias a lo bien definido que estaba el proyecto. "Yo había realizado algunos cortos que sin embargo no fueron muy vistos. Mi corto de graduación era muy largo y no funcionaba nada bien en festivales, pero era una buena carta de presentación porque mostraba que era capaz de contar una historia larga. Además, Verano 1993 era una película muy personal y por tanto estaba justificado que yo la dirigiera".

Un momento de la película Verano 1993, de Carla Simón

Por su parte, Elena Martín, protagonista de otro debut en la gran pantalla, Las amigas de Ágata (2015), acaba de estrenarse en la dirección con Júlia Ist. "En mi caso no tuve que pedir permiso a nadie", explica. "Éramos cuatro amigos y estudiantes de Comunicación Audiovisual que decidimos hacer un largometraje como proyecto final de carrera y el tema que queríamos tratar era el primer viaje fuera de casa. En el desarrollo del proyecto lo más importante era contar bien la historia, de forma sincera y matizada. Los roles fueron surgiendo de forma natural y es así como acabé dirigiendo, gracias a la confianza de mis amigos y a la mía".

Fue más adelante, cuando entregaron un montaje provisional de 50 minutos a la universidad, que entraron en contacto con Lastor Media y empezaron a profesionalizar el proceso. "Debe ser muy distinto, si antes de empezar a crear, tienes que demostrar que lo harás bien. Nosotros lo hemos hecho un poco al revés. Y lo que quedaba por demostrar, Lastor Media confió en que lo demostraríamos y también se esforzaron por acompañarnos y juntos fuimos suficientemente críticos como para sacar lo mejor del proyecto".

Una mirada especial

Orson Welles dirigió Ciudadano Kane antes de los 29, Xavier Dolan cuenta con ocho películas a su espalda con tan solo 28 años, Damien Chazelle (director de La La Land) estrenó Whiplash a los 28, Mia Hansen-Love debutó con 26 y Lena Dunham, con 24; la misma edad que tenía Amenábar cuando arrasó con Tesis.... Aunque son directores muy diversos, todas ellos alumbraron grandes películas antes de los 30 y en algunos casos dirigieron su mejor obra en esos momentos. "Yo creo que es una cuestión de diversidad de puntos de vista", explica Elena Martín. "Si yo fuera de otra generación me gustaría poder ver el mundo desde los ojos de alguien en sus veinte años, porque seguramente me dé pistas de cómo están evolucionando las cosas. Y no se trata de apreciar la mirada de la gente más joven con condescendencia, se trata de tomarse en serio la opinión de una generación que puede aportar cosas distintas y necesariamente complementarias a las maneras de mirar de otra".

Imagen de la película Júlia Ist, de Elena Martín

Carla Simón opina que la mirada de los jóvenes sobre el mundo debería tener más presencia en el cine español. "En realidad nunca te sientes preparado para lanzarte a la piscina. Como hay mucho dinero en juego te cuesta dar el salto, pero en cualquier caso es importante dar espacio a gente joven, es una visión del mundo que es importante que se pueda reflejar en pantalla. Pero necesitas ser un poco maduro porque no es algo que puedas desarrollar tú solo, necesitas una infraestructura muy grande. Supongo que cada uno tiene su ritmo".

"Dirigir cine es una profesión de fondo", apunta Casanova. "Un director de cine tiene que saber muchas cosas: escribir -que es lo más complicado del mundo-, documentarse, técnica, intención… Para aunar tantas cosas es necesario años de experiencia".

Tecnología para todos

Hoy en día la tecnología digital permite lanzarse a rodar prácticamente sin presupuesto, lo que se ha vendido como la democratización del cine. Sin embargo, ¿esto ha sido positivo o negativo para acceder a la industria? "Facilita sobre todo el aprendizaje", explica Carla Simón. "Puedes coger una cámara y probar cosas en cualquier formato y podrías hacer un largo tranquilamente sin tener a la industria detrás. A veces es un éxito y a veces se queda en aprendizaje".

"Depende de cómo lo gestionen los productores", opina Elena Martín. "Los productores tienen la libertad de decidir si confían o no en este talento que se abre camino sin pasar por las etapas más tradicionales. Yo si fuera productora me mantendría siempre informada, estaría pendiente de la gente que está haciendo cosas por su cuenta para poder intervenir y ayudar a tirar adelante un proyecto interesante".

@JavierYusteTosi