Image: Un scrittore di vita

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Cine

Un scrittore di vita

6 marzo, 2015 01:00

Ilustración extraída del álbum El caso Pasolini, de Gianluca Maconi, publicado en España por la editorial Gallo Negro

Las editoriales también se vuelcan con Pasolini: Gallo Nero publica Nebulosa, un guion 'anovelado'; Nórdica reúne en La religión de mi tiempo una nueva antología poética, traducida por Martín López Vega, y Errata Naturae recopila sus reflexiones bajo el título Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas. Es el Año Pasolini.

Pasolini siempre escribía lo mismo en el apartado del pasaporte destinado a especificar la profesión: 'Escritor'. A su muerte dejó una jugosa obra literaria en la que entrecruzó narrativa, poesía, ensayo, crónica... Es difícil (o directamente inútil) separar los géneros en muchos de sus títulos. Ese magma incandescente sigue caldeando las facultades de sociología, filosofía, filología de las universidades italianas. Nunca ha dejado de ser un oráculo para jóvenes airados e inconformes, como lo fue él. La atracción se ha intensificado en estos años críticos, en los que han cristalizado alguno de los desastres entrevistos por Pasolini. También en España parece repuntar el interés por su escritura. Algunos de sus libros van goteando sobre las mesas de novedades.

Gallo Nero, sello de marcada vocación itálica, que arrancó su andadura editorial con la novela gráfica El caso Pasolini. Crónica de un asesinato, acaba de publicar Nebulosa, un guión (anovelado) que sigue las violentas andanzas de un grupo de teddy boys de la periferia milanesa. Con Nebulosa cerró una trilogía dedicada a la marginalidad juvenil de las borgate, esos cinturones de miseria que envolvían a las grandes ciudades industriales y que luego serían hormigonadas por la especulación inmobiliaria (recordemos que Berlusconi empezó a forjar su emporio en el sector de la construcción).

Esa colección la abrió con Chavales del arroyo (Ragazzi di vita), radiografía del extrarradio romano y sus ‘santos inocentes', a punto de ser triturados como carne cañón por el neocapitalismo. Es la denuncia que trasluce un texto reeditado por Nórdica, con prólogo y traducción del especialista pasoliniano Miguel Ángel Cuevas, que participará en el congreso que la Complutense dedicará en El Escorial a Pasolini los días 2 y 3 de julio. Esta editorial ha confeccionado, además, una nueva antología poética, traducida y espigada por Martín López-Vega. La religión de mi tiempo desgrana versos del poemario homónimo (1961), Las cenizas de Gramsci (1957), Poesía en forma de rosa (1964) y Transhumanar y organizar (1971).

Soledades y utopías

La compilación combina la denuncia con el intimismo erótico y amoroso, la trascendencia sacra con la praxis marxista, la hipersensibilidad emocional y la firmeza ideológica. Su extenso arco temporal permite constatar la amargura progresiva en la que se fue sumiendo. Más palpable todavía es en Demasiada libertad sexual os convertirá en terroristas, amalgama de reflexiones agrupada por Errata Naturae. El volumen abarca toda una vida en pie frente al despojo de la cultura popular en Italia y la estandarización de los gustos e inquietudes de sus gentes. Cargó contra la televisión y la enseñanza secundaria, dos púlpitos desde los que, a su juicio, las élites azuzaban el consumo masivo y la mutación de las artes en espectáculo. En la bonanza económica de la posguerra jugó el papel del aguafiestas, lo que agravó su soledad. Los golpes le acabaron cayendo de ambos lados del espectro político (para la izquierda y para la derecha fue un proscrito).

Murió muy solo, como un perro apaleado en la noche. Un chapero que faenaba en Termini fue el único encarcelado. Los hechos están envueltos en una bruma sucia. Pero si se atiende a lo que dijo Andreotti con su siniestra finezza, empiezan a aclararse: "Se lo estaba buscando".