Image: La filmografía al revés de Vinterberg

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Cine

La filmografía al revés de Vinterberg

19 abril, 2013 02:00

Mads Mikkelsen, falso culpable en La caza, de Vinterberg

El danés Thomas Vinterberg invierte los términos de la memorable 'Celebración' en 'La caza', un psicodrama sobre el acoso social a un inocente que emerge como la definitiva negación de aquellos tiempos de Dogma.

¿Qué tiene que pasar para que un director componga, en poco más de 40 años de vida y con poco menos de una decena de películas, la refutación más entusiasta y moderna del relato, así en general, y, a la vez, su más entregada apología? Thomas Vinterberg. Eso es lo que pasa. Entre Celebración (1998) y La caza, que se estrena ahora tras presentarse en Cannes, el director danés ha conseguido comprimir a su modo la historia entera del cine... pero al revés.

Nos explicamos. Corrían finales de los 90 y el cineasta firmaba uno de los mejores y menos dogmáticos trabajos de los que fue capaz Dogma 95, aquel movimiento cinematográfico pensado para repensar el cine, para desnudarlo, para refutarlo. La idea, más allá de mandamientos y poses, no era otra que acercarse a aquello que define el sentido mismo de la narración, lo que hace que los hechos, así en bruto, se ordenen sobre la pantalla o el papel en material dramático. Se trataba en definitiva de hacer explícito lo que cualquier texto o relato lleva incrustado en sus propios genes. El cine, como cualquier otro arte, creció componiendo las reglas de la 'gramática' que lo convertían en narración. Reglas condenadas a desaparecer en la propia naturalidad, quizá alienante, de la historia oficial. Y así hasta que la relación entre la representación y lo representado es puesta en cuestión; es negada. Y eso hizo la muy moderna iniciativa capitaneada por Lars Von Trier.

Pues bien, se sabía de tiempo atrás la negación de Vinterberg de su, digamos, vida anterior "'dogmática". Lo que no era tan explícito era la violencia de ese rechazo. La caza, de hecho, maneja las claves más adocenadas de la narración casi televisiva para acercarse a la historia de un hombre inocente, primero acusado por una niña y luego acosado por todos los demás. Vinterberg se pliega a las exigencias del escándalo, los trucos de guión y las interpretaciones metódicas para ofrecer un cuento que busca la intensidad en la superficialidad del maquillaje. De otro modo, un ejercicio de anti-modernidad y, curiosamente, dogmático en el sentido literal del término. Y así, asistimos a la lectura inversa de la historia del cine. Vinterberg o el director al revés.