Image: Ricky Gervais

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Cine

Ricky Gervais

30 abril, 2010 02:00

El humorista británico Ricky Gervais.

El creador de series como The Office y Extras estrena Increíble pero falso, su intento por conquistar Hollywood. Además, ultima Cemetery Junction, con la que vuelve a la producción británica.

En el programa de Channel Four Ricky Gervais Meets..., el cómico británico dedicó un capítulo al norteamericano Larry David en el que ambos mantenían una jugosa conversación en torno a sus respectivas formas de trabajar con el humor en sus sediciosas series Extras y Curb Your Enthusiasm. En un momento dado, Ricky Gervais pregunta a Larry David si se plantearía hacer algo más allá de la sitcom televisiva, como por ejemplo un largometraje dramático para cine. David, sin atisbo de duda, le contesta: "No, me sentiría fuera de mi elemento". A la vista de su primera incursión en la creación cinematográfica, Increíble pero falso, que llega hoy a nuestras salas, el creador de Extras podría haber tomado nota de la respuesta. El filme, escrito y dirigido con Matthew Robinson, y protagonizado por el propio Gervais, se estrella contra la desidia precisamente por su carácter atonal, incapaz de ajustarse a un formato y a un timming narrativo y escénico fuera de su dominio. La idea de partida de Increíble pero falso es cuanto menos atractiva: en un mundo donde hasta los anuncios de Coca-Cola dicen la verdad porque nadie conoce la mentira, el escritor Mark Bellinson/Ricky Gervais desarrolla la capacidad de mentir y descubre un camino sin obstáculos hacia la fama, la fortuna y la mujer que desea (Jennifer Garner). Una vez establecido el marco argumental, que no carece de trampas, el filme se fractura cuando el escritor "inventa" el poder de la ficción y más tarde asegura al mundo conocer los secretos del más allá.

En cierto modo, la fábula desplegada en Increíble pero falso viene a ofrecerse como el pálido reflejo del último tramo en la carrera de Gervais, quien al igual que Mark Bellinson también parece haber perdido su alma en un polvorín de ambiciones rotas y plegarias atendidas. Como muchos otros cómicos europeos que le precedieron (el penúltimo fue Rowan Atkinson), Ricky Gervais viene intentando desde su extraordinario éxito con The Office y Extras trasladar su mordaz universo a los paradigmas de la sophisticated comedy. Después de resucitar el empuje revulsivo de una comedia británica que parecía borrada del mapa, de que incluso su serie The Office haya conocido la versión americana de Steve Carell, y una vez que en su país se ha convertido en el cómico más influyente desde hace décadas -como ponen en evidencia los éxitos de series que beben directamente de su humor agresivo (The IT Crowd) o de su estilo documental (The Thick of It y el spin-off para cine In the Loop)-, Gervais se ha propuesto conquistar Hollywood. Su ambición ya le llevó a interpretar pequeños papeles en For Your Consideration (2006) o Noche en el museo (2009), y después a conseguir su primer rol protagonista con el filme ¡Me ha caído el muerto! (2008), dirigido por David Koepp, guionista entre otros de Steven Spielberg y David Fincher.

Es justo reconocer que de aquella última experiencia no salió del todo escaldado, pues en el cuerpo de un dentista antipático y asocial la personalidad sociópata de Gervais logró en cierto modo integrarse en los códigos de un filme que parecía seguir los pasos de la comedia de ultratumba El cielo puede esperar, con un Gervais hablando con fantasmas y obligado a resolver sus cuentas pendientes.

Sin embargo, la mordacidad de la ridiculez, la seriedad controlada, la hipocresía de las relaciones sociales tan características del humor del cómico británico, así como la resonante realidad que siempre ha colado en sus ficciones, no han encontrado una contrapartida satisfactoria en las encrucijadas sentimentales y los sofisticados mundos de Hollywood, sino que más bien se han dejado contagiar por el dulce candor de Frank Capra. Ni tan siquiera la fórmula de Extras de invitar a estrellas al show para interpretar breves cameos funciona con mediana naturalidad en un filme donde intervienen brevemente unos deslucidos Phillip Seymour Hofmann, Edward Norton y Rob Lowe.

En todo caso, no debemos sepultar tan pronto la inteligencia y el talento humorísticos de Gervais. Quizá ya ha aprendido la lección, como puede inferirse de las reacciones que nos llegan de su última creación cinematográfica, aún pendiente de ver en España. Con la comedia agridulce Cemetery Junction regresa al formato de producción británica y, lo que parece más definitivo, la escribe y dirige en compañía de Stephen Merchant, su indispensable aliado creativo en The Office y Extras. De vuelta a su elemento, esperemos que todo quede en un infeliz paréntesis americano.