Cine

Vientos de renovación

Una selección a concurso plural y valiente

21 septiembre, 2006 02:00

Steve Buscemi en Delirious, de Tom Dicillo

Dieciséis películas en competición y dos fuera de concurso integran el escaparate principal del festival donostiarra en su edición número 54. La ocasión parece propicia para superar el bache del año pasado, pues a la lógica expectativa que despiertan algunos nombres de campanillas en el concierto cinematográfico mundial se unen las buenas vibraciones que despierta una selección plural y saludablemente arriesgada.

Nada menos que Jeanne Moreau, la gran dama del cine francés y europeo, preside este año el sanedrín encargado de confeccionar el palmarés, donde su figura fuerte y determinante estará rodeada de brillantes y nada domesticables personalidades: el actor alemán Bruno Ganz, dos directoras con una mirada tan singular como poderosa (Isabel Coixet y Sara Driver), dos realizadores de notable trayectoria (Bruno Barreto y Manuel Gómez Pereira) y un venerable premio Nobel de literatura: José Saramago.

De sus decisiones dependerá la fotografía final de un certamen que apuesta de nuevo por la renovación del cine español. Si en la edición anterior Alberto Rodríguez, Chema de la Peña y Manuel Martín Cuenca ofrecían ya síntomas de refresco, este año la opción resulta aún más clara y también más valiente. No deberían pasar desapercibidas, por ello, las sinceras y personalísimas realizaciones de Antonio Chavarrías, de Víctor García León y de Javier Rebollo, cuyo debut deja bien claro que estamos ante un hombre de cine con muchas imágenes metidas en la retina y con mucho criterio para desplegarlas.

Refresco español

El primero, capaz de extraer siempre una vibrante intensidad emocional de los actores escrutados por su cámara (Susana, Volverás), desembarca en Donosti con Las vidas de Celia, donde cuenta con el apoyo decisivo de Nawja Nimri y de Luis Tosar al frente de una historia que bucea, con elementos propios de la crónica negra, en la trastienda menos confortable de las vidas de unos pobres diablos atrapados en dolorosas encrucijadas vitales. Y de realidades poco complacientes, de máscaras públicas y desgarros íntimos, habla también, pero con acordes muy diferentes, Véte de mí, la película de Víctor García León.

La misma mirada seca y en el fondo amarga, la misma y exigente renuncia a todo sentimentalismo, el mismo registro capaz de armonizar la ternura y el humor negro que exhibía ya su sorprendente y valiosa "opera prima" (Más pena que Gloria), impregnan ahora una dolorosa inmersión en las aguas más turbulentas de las relaciones paterno-filiales, en la vida oscura y poco glamourosa de los cómicos de poca monta que discurre entre la comedia grotesca y el drama familiar. Y de seres al margen, de criaturas rotas y a la deriva (auténtico leit-motiv de un cine español crítico, joven y revulsivo, como el que mostrará el festival) habla igualmente Lo que sé de Lola, el fulgurante y radical debut de Javier Rebollo en el campo del largometraje.

Película de tempo y respiración singular, de mirada sintética y de imágenes resonantes, esta obra que radiografía el día a día de dos almas solitarias sin asomo de retórica ni de melodrama, sin ribetes de sociología barata y con toneladas de autoexigencia formal, está llamada a dejar una huella profunda en los festivaliers más despiertos y más sensibles al cine como vía de conocimiento y como experiencia estética. Lo mismo que sucederá, sin duda, con la esperadísima obra póstuma del gran Joaquín Jordá (Más allá del espejo), que se proyectará fuera de concurso al mismo tiempo que se hará entrega simbólica del Premio Nacional de Cinematografía, concedido a la memoria de este cineasta, agitador cultural, militante y ciudadano realmente imprescindible.

Los nombres de los consagrados
La tres películas españolas comparecen junto a dos americanas (en abierto contraste con la ausencia total de cine yanqui en la edición anterior), siete europeas (dos británicas, una holandesa, una húngara, una bosnia, una francesa y una belga), tres asiáticas (en representación de Irán, Japón y Corea) y una latinoamericana, cuyo pabellón tendrá que defender un director que es ya casi "de la casa", el argentino Carlos Sorín, quien tras participar con Historias mínimas y Bombón, el perro regresa este año con El camino de San Diego, una road movie protagonizada por un fanático de Maradona dentro de otro ejercicio minimalista típicamente suyo.

Los jóvenes cineastas españoles se verán escoltados, en consecuencia, por una llamativa nómina de creadores que ponen nombres propios a la selección oficial. Cineastas de trayectoria emergente y capaces de concitar la atención de los más jóvenes (Tom Dicillo, Bahman Ghobadi, Im Sang-Soo, Hirokazu Kore-Eda) y creadores de discutido prestigio, con filmografías más cuestionadas (John Boorman, Marion Hänsel, Agnieszka Holland) traen a Donosti realizaciones que, en cualquiera de los casos, no dejarán a nadie indiferente. Y todos ellos, a su vez, compartirán galas y escrutinio crítico con los outsiders de la competición, con los menos conocidos.

El siempre inquieto Dicillo, figura de repertorio en la cantera del cine independiente americano, propone con Delirious una comedia dramática sobre las contradicciones de la fama y las aristas de la ambición, mientras que el iraní Bahman Ghobadi (ganador de la Concha de Oro en el 2004 con Las tortugas también vuelan) se encarga de narrar otra historia de lucha por la libertad y la dignidad (Half Moon), protagonizada por un anciano y admirado músico que, tras la caída de Sadam Hussein, viaja al Kurdistán junto a sus diez hijos para participar en un concierto. El combate por la libertad (política en este caso) centra también la propuesta del coreano Im Sang-Soo en The Old Garden, relato de militancia clandestina y amores contrariados. Una grata sorpresa puede llegar, a su vez, con la aportación del japonés Kore-Eda, artífice de una historia de samuráis que encierra dentro de sus imágenes una inteligente reflexión sobre la violencia y los límites, siempre confusos, entre la realidad y la representación.

La polaca Agnieszka Holland dirige un peculiar retrato del Beethoven que escribe la novena sinfonía (Copying Beethoven), Marion Hansel retrata los paisajes africanos para adaptar un best-seller francófono que habla de la miseria y de la necesidad del agua (Si le vent soulève les sables) y John Boorman teje un híbrido de thriller, melodrama y comedia en torno al problema de la identidad y de la suplantación de personalidades en The Tiger’s Tale. Será su compatriota Nick Broomfiled, sin embargo, el encargado de presentar, en la gala inaugural de esta noche, la impactante y original Ghosts, donde se narra una tragedia real (la muerte de 23 emigrantes ilegales chinos en la costa norte de Inglaterra) con un estilo que bordea las fronteras de la ficción y el documental.

Fronteras y límites con los que juega también la producción holandesa Forever (Para siempre), donde la cámara sigue los pasos de personas anónimas que visitan las tumbas de los famosos en el parisino cementerio de Père Lachaise. Una realización que proviene de Bosnia-Herzegovina (Border Post, de Rajko Grlic), una dura historia de relaciones materno-filiales (la francesa Mon fils a moi, de Martial Fougeron) y la americana Sleeping Dogs Lie (de Bobcat Goldthwait) completan la selección.

El festival se cerrará con la proyección fuera de concurso de la norteamericana Lonely Hearts (protagonizada por John Travolta y James Gandolfini a las órdenes de Todd Robinson) y tendrá su guinda más picante, y quizás más controvertida, aunque también al margen de la competición, en la nueva realización de Lars von Trier (The Boss of it All), con la que el creador de Dogville y Manderley interrumpe su trilogía americana para filmar una comedia ligera según los preceptos del famoso "Dogma" que tanta proyección internacional le ha proporcionado.

54 Festival de Cine de San Sebastián

Los tres directores españoles que compiten por la Concha

Vientos de renovación

Una oferta equilibrada