Cine

El ídolo de barro (1949)

Director: Mark Robson

13 abril, 2006 02:00

Intérpretes: Kirk Douglas, Arthur Kennedy, Paul Stewart, Ruth Roman, Lola Albright. Guión: Carl Foreman, basado en un relato de Ring Lardner. Fotografía: Franz Planer (b/n). Sello: Suevia Films. Duración: 99 minutos

Ha servido de caldo de cultivo de todo el cine pugilístico que llegaría después. Desde su estreno en 1949, su estatus como obra de referencia llega hasta nuestros días, como demuestra Million Dollar Baby (2004). El Frankie Dunn de Clint Eastwood bien podría ser el manager Tommy Halley (Paul Stewart) envejecido de El ídolo de barro. La enérgica interpretación de Kirk Douglas, incorporando al púgil Midge Kelly, un boxeador que materializa en el ring su furia contra el mundo, tampoco pasó desapercibida para el Robert de Niro que encarnó a Jake La Motta treinta años después. El realismo de los combates, escenificados con gran dinamismo, no fueron superados hasta que Martín Scorsese dirigió Toro salvaje. El director norteamericano Mark Robson firmó su primer gran clásico con esta historia sobre el triunfo a cualquier precio, que sigue el espectacular ascenso y la dramática caída del orgulloso y arrogante Midge Kelly, un violento boxeador en busca de fortuna, fama y poder. Víctima de la tragedia que él mismo va escribiendo, perderá todo rastro de humanidad en su camino hacia el trono del boxeo. Abandonará a su mujer el día de la boda, desafiará a los potentados que controlan el negocio, traicionará a su manager, manipulará a las mujeres y abandonará a su familia. Envuelta en las lúgubres y sombrías atmósferas del film noir, en un blanco y negro que acentúa los extremos de la historia, El ídolo de barro es la crónica de un hombre cegado por la gloria y consumido por la ambición, un boxeador que encajó todos los golpes fuera del ring, un pobre diablo que perdió su lugar en el mundo tratando de ser más grande que la propia vida.

Extras: Filmografías.

Escena clave: Midge Kelly le dice a su hermano: "El boxeo es como cualquier otro negocio, sólo que aquí se ve la sangre".