Cine

Tommy Lee Jones

“Lograr el control creativo puede ser adictivo”

16 febrero, 2006 01:00

Tommy Lee Jones. Foto. AP

Con su debut como director, Los tres entierros de Melquíades Estrada, Tommy Lee Jones obtuvo el premio al mejor actor y al mejor guión (Guillermo Arriaga) en Cannes. Western fronterizo y homérico en torno a la xenofobia y el honor, el filme llega mañana a las salas españolas. El actor y director norteamericano ha hablado con El Cultural.

Cincuenta y nueve años, tres matrimonios, dos hijos, dos nominaciones y un Oscar, el premio al mejor actor del pasado Festival de Cannes, varios Globos de Oro y Emmys, dos ranchos de vacas y ponies, las pasiones por el polo y la caza además de una leyenda de estricta ética y seriedad en el trabajo adornan el curriculum vitae, tras 30 años de carrera (desde Love Story, 1970), a Tommy Lee Jones. Este actor de rostro y carácter pétreo ha debutado como director con Los tres entierros de Melquíades Estrada, que fue doblemente premiada en Cannes: Jones como mejor actor y el mexicano Guillermo Arriaga, mejor guionista. Lee Jones cambió su gesto adusto habitual y su alergia por la prensa para hablar con El Cultural de una película muy cerca de su casa y de su corazón. -La historia está basada en un trágico acontecimiento real.

- Sí, me la contó Guillermo Arriaga durante una jornada de cacería que compartimos en mi rancho al este de Texa. Vimos a unos coyotes devorando a algún animal y nos imaginamos que era el cadáver de un peón mexicano. Nos pusimos a planear la película inmediatamente.
-Además de la caza, ¿qué le une con el guionista de Amores perros?
-A él le interesa hacer películas sobre su país y su historia. A mí me interesa hacer películas sobre mi país y su historia. Ambos sabemos que los dos países son el mismo.
-¿La cultura a ambos lados del Río Grande es la misma?
-Eso es. Me gustaría que cada cual que viera la película acariciara la idea de que si está en una orilla del Río Grande mirando de frente a alguien de la otra orilla... se de cuenta de que esa persona que le mira es él mismo. A ambos lados hay una misma cultura, país e identidad.

Una sola cultura
-Arriaga y usted exploran la justicia y el racismo ¿No reconoce contenidos políticos en su película?
-Lo dejo en la conciencia de cada espectador. Lo que más bien he querido explorar son las implicaciones psicológicas, espirituales y sociales del hecho de que una frontera internacional divida una única cultura. Si recuerda el filme, en Texas un anciano ciego escucha una cadena mexicana en su radio simplemente porque ama el castellano y sus sonidos. En México, a poco de cruzar la frontera, un grupo de vaqueros se reúnen alrededor del fuego para ver en la televisión un culebrón estadounidense en inglés. ¡Voilá!
-El anciano está interpretado por el músico Levon Helm de The Band.
-él representa la figura del profeta ciego de La Odisea. Y Levon es un viejo amigo desde 1980 en que "fue" mi suegro en La hija del minero.

Contrastes sociales
-Volviendo a mi pregunta sobre el racismo. Convendrá que los contrastes sociales sí existen.
-Sí, esencialmente nos propusimos un estudio acerca de los contrastes sociales entre la gente y la tierra a la que divide el Río Grande. Quería mostrar cómo esas diferencias están fuera del control humano, la ironía de todo ello pero, también, las injusticias. La gloria, belleza y redención que pueden ser halladas allí. Creo que es un paraje único en el que algo que no puede ser impuesto se ha desarrollado y no puede ser controlado.
Por Arriaga, Jones conoció el trágico destino de Ezequiel Hernández hijo, el jovencísimo peón mexicano de un rancho texano, un adolescente de 18 años que carecía de papeles, que fue matado por error por un grupo de tres marines estadounidenses al ser confundido por un narcotraficante. En la película, es el Melquíades Estrada titular (interpretado por Juan Carlos Cedillo), hombre de confianza de Pete Perkins (el rol de Jones), el capataz de un rancho de quien recibe la promesa de retornarle a México, a su villa natal, en caso de morir. Convertido en ángel vengador, la de Perkins y Estrada es la historia de un regreso.
-¿Es su personaje un ángel vengador, la mano justiciera divina ante un homicidio injusto?
-Perkins parece a veces un lunático. Hay momentos en que no sabemos si está loco o cuerdo. Fui yo el que incluí la frase del sheriff...: "¿Estás loco?". De hecho, yo preguntaba esto a mi equipo acerca de Perkins. No sabían responder y así supe que iba por buen camino.
-¿Cuál es su intención personal detrás de esta película?
-Como profesional, la idea de crear una película ambiciosa en lo visual y artístico y poseer el control total sobre ella. Hay algo de codicia en todo esto, pero es que lograr el control creativo puede resultar adictivo...
-La película está atravesada de un muy particular humor negro...
-Sí, hay momentos muy bizarros. También, hiperrealismo. Todo es posible. Si usted contempla la vida diaria... es bizarra a menudo. La película es como la vida y trata a veces de ser alegórica y, también, mítica. La construcción de la narración es clásica: una largo viaje hacia la redención. ¡Es un viaje homérico! A veces, viéndola, nos asustamos, reímos o nos entristecemos. Era mi intención: mezclar risas y lágrimas.
Nacido en Saba en el otoño de 1946, octava generación de una familia texana, Jones se licenció en Harvard ‘cum laude’ en 1969 en Literatura Inglesa, compartiendo habitación en el campus con el futuro vicepresidente norteamericano Al Gore. Fueron precisamente ambos los que inspiraron el personaje protagónico de Love Story, Oliver Barrett IV, al escritor Erich Segal, siendo ésta la primera película del actor en un rol secundario. Su carrera es desde entonces una de las más prolíficas y versátiles de Hollywood, logrando el reconocimiento como el asesino Gary Gilmore en La canción del verdugo o taquillazos como las dos Hombres de negro o El regreso de Batman. Enormemente cultivado, reconoce mayores influencias literarias que cinematográficas en su película.

-¿Qué director le ha influido más?
-Desde que me convertí en miembro del Sindicato de Actores en 1970, creo que mi educación a lo largo de mi carrera ha sido buena. A todos los directores les he visto cometer fallos y alcanzar tremendos logros. He prestado gran atención a maestros y novatos y de todos he aprendido algo, además de mis propios estudios en artes visuales y arquitectura Si me obliga a elegir nombres, me han influido Oliver Stone y Andrew Davis, pero lo considero injusto con los demás que no nombro. Amo dirigir tanto como actuar.

-La película tiene un aroma a Sam Peckimpah y particularmente a Quiero la cabeza de Alfredo García.
-He visto esa película una veintena de veces y le agradezco el vínculo, pero invité al equipo a leer El extranjero de Camus para entrar en contacto con los temas de la alienación y la inmigración. Y tuve como referencias a Homero, Shakespeare, Flannery O"Connor y Cormack McCarthy. ¡La comida mexicana también nos ayudó a todos! (Risas)

Besson, el productor
-Pues entonces, ¿quiénes son sus directores favoritos?
-Son muchos. Peckimpah, Jean-Luc Godard, Akira Kurosawa, John Ford, King Vidor, Oliver Stone...permítame que no siga porque me voy a olvidar de muchos y no es justo.

-No ha nombrado a Luc Besson, productor de su película.
-Por supuesto. Le tengo que agradecer la negociación más fácil de mi vida. No le conocía y coincidimos a bordo de un yate en un crucero por las Bahamas. Nos presentaron, le conté la idea, leyó el primer guión en inglés y me dio el dinero que necesitaba. Al final, me dijo: "Nos vemos en el estreno". Después nos fuimos a bucear.

-¿Por qué eligió a Chris Mendes para la dirección de fotografía?
-Siempre pensé en él por su habilidad para rodar en grandes exteriores y apreciar los fuertes colores con una gran lente. Pero sobre todo, por la inteligencia de su mirada. Apenas habla, yo tampoco mucho, pero sus ojos fueron los míos.

-Su película se puede entender como una denuncia acerca del trato a los emigrantes...
-Me gustaría invitar a cada espectador a "leer" lo que cada cual vea en la película. Somos una nación de gentes buenas, aunque yo mismo no me pueda explicar lo que les hacemos a los que vienen de fuera. Vivimos en un tiempo en que sospechamos de todos y no sabemos ver que todos tenemos mucho en común. No he querido hacer un discurso ideológico. Es sólo una película.

Mientras se estrena en nuestras pantallas Los tres entierros de Melquíades Estrada, Tommy Lee Jones tiene a concurso en la Berlinale la última película coral de Robert Altman, A Prairie Home Companion, en la que como Axeman muestra la cantidad de registros que ha acumulado este actor de carácter hirsuto y cerebro privilegiado. Pronto le espera un nuevo rodaje, la adaptación de una novela de uno de sus autores favoritos, Cormack McCarthy, Meridiano de sangre. Tras haber rodado su debut en la dirección en su propio rancho de las montañas Davis, él mismo hablando la mitad del metraje en un muy "quebrado español" ("hago lo que puedo", se disculpa sonriendo), se prevé que Jones se aparte cada vez más del cine comercial para rodar películas en las que Texas y la unidad de las culturas mexicana y estadounidense prevalezcan. Finaliza la conversación con orgullo indisimulado: "He tenido el privilegio de vivir mi vida conforme a mis planes e imaginación. Mi orgullo está en ver mi capacidad creativa expandirse. He sido educado en este deseo y se ha cumplido, no sin esfuerzo".