Image: Festival de Cannes 2005

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Cine

Festival de Cannes 2005

El año de los francotiradores

5 mayo, 2005 02:00

Election, de Johnny To

Michael Haneke, Wim Wenders, Atom Egoyan, Lars von Trier, Hou Hsiao-Hsien, Gus van Sant, Jim Jarmusch, David Cronenberg... grandes autores se dan cita a partir del 11 de mayo en el 58 Festival de Cannes. Una pasarela cinematográfica de lujo que, como sostiene Carlos F. Heredero en este artículo, alberga la mayor paradoja del arte contemporáneo. En estas páginas, El Cultural ofrece una entrevista con Robert Rodriguez, que concursa con su nueva obra Sin City, y da un repaso a lo mejor de la programación del certamen, con gratas sorpresas fuera de competición.

Sin temor a exagerar ni siquiera un ápice, puede decirse que el Festival de Cannes alberga la mayor paradoja del mundo contemporáneo en lo que atañe a las relaciones entre el arte y el mercado. Expliquémoslo. El exuberante circo mediático que envuelve por completo a la Croisette se alimenta de glamour mundano y frivolidad sin límites, de tráfico mercantil y fiestas extravagantes, de estarlettes en tanga, de limousinas que acercan a las estrellas hasta la codiciada alfombra roja, donde les esperan miles de fotógrafos a los que se obliga a trabajar con smoking... Efectivamente, pero, ¿cuál es la verdadera locomotora que tira de toda esa posmoderna corte de los milagros...?

La respuesta desvela la paradoja, pues lo que realmente ocupa a las crónicas de la prensa diaria, el "santo grial" que galvaniza la eterna búsqueda del certamen no es otra cosa que el arte, el cine de los autores más personales, las audacias de los francotiradores, las propuestas estéticas más novedosas. Año tras año se repite la misma ecuación, y éste no se quedará atrás. No hay más que echar un vistazo a los creadores convocados para desfilar por la pasarela de lujo: Wim Wenders, Lars Von Trier, Jim Jarmusch, David Cronenberg, Atom Egoyan, Michael Haneke, Hou Hsiao-hsien, Gus van Sant, Luc y Jean-Pierre Dardenne, Amos Gitai...

Estos grandes "totems" del cine contemporáneo serán quienes provocarán, con toda certeza, las mayores aglomeraciones en torno a la alfombra roja, los que llegarán acompañados de las grandes estrellas, los encargados de dar lustre al escaparate principal de la feria, que es en el que se dirime el premio más respetado y de mayor prestigio en el mundo del cine: la Palma de Oro. ¿Ocurre algo parecido, y de tan resonante boato mediático, en otras áreas del arte y de la cultura? Más bien parece que no, que esta es una prerrogativa exclusiva de Cannes. No del cine. únicamente de esta paradójica celebración mundana del poder del arte como catalizador de vanidades.

Autores de la casa
Claro está que los grandes autores, casi todos ellos considerados ya "de la casa" porque son habituales del festival, tendrán enfrente a un desafiante puñado de outsiders que llegan dispuestos a hacerse ver. Será el caso del mejicano Carlos Reygadas, de cuya radicalidad narrativa tuvimos ya una buena muestra con la muy llamativa Japón, y que accede esta vez a la sección oficial con Batalla en el cielo. Este film será la única producción de habla hispana a concurso, pero no la única de las películas con influencias mejicanas, porque Tommy Lee Jones (convertido en director), presenta Los tres entierros de Melquíades Estrada, escrita por Guillermo Arriaga (guionista de Amores perros y de 21 gramos), una especie de western contemporáneo que transcurre entre Estados Unidos y México, mientras que Robert Rodríguez firma una ambiciosa superproducción (Sin City) con la que intenta trasladar al cine el cómic de Frank Miller ayudado en la dirección por el propio autor de la historieta y por el mismísimo Quentin Tarantino a título de "realizador invitado". Nada menos que Bruce Willis, Mickey Rourke y Benicio del Toro le acompañan en la aventura.

El chino Wang Xiaoshuai (Sueños de Shanghai), el hongkonés Johnny To (Election) y el japonés Masahiro Kobayashi (Bashing) figuran como secundarios de lujo en una amplia delegación oriental encabezada por el taiwanés Hou Hsiao-hsien, que regresa a Cannes con The Best of Our Times: una especie de viaje interior a su propia filmografía y, a priori, una de las piezas mayores que cabe esperar de la programación. Tres producciones francesas -chauvinismo obliga- intentarán jugar las bazas del país anfitrión: Lemming (de Dominik Moll), Kilómetro cero (de Hiner Saleem) y Pintar o hacer el amor (de los hermanos Arnaud y Jean-Marie Larrieu), una comedia en la que interviene Sergi López, que no será el único actor español paseándose por Cannes, puesto que Carmen Maura aparece también en Free Zone, la nueva realización del israelí Amos Gitai, donde tres mujeres de culturas y religiones diferentes emprenden un revelador viaje por los más conflictivos escenarios de oriente medio.

Bardem, jurado
El tercero en liza será Javier Bardem, a quien los organizadores han llamado para integrarse en el jurado presidido por Emir Kusturica, del que también forman parte la escritora norteamericana Toni Morrison, los cineastas franceses Benoit Jacquot y Agnès Varda, la actriz mejicana Salma Hayek, el realizador chino John Woo y el alemán Faith Akin. Ellos tendrán que otorgar la Palma de Oro por la que compiten, en primera fila, los grandes nombres de los que se esperan las grandes películas.

Y si alguien aspira a galvanizar la polémica ese es sin duda el inclasificable Lars Von Trier, que ha sustituido a Nicole Kidman por la casi desconocida Bryce Dallas Howard para interpretar a la misma Grace de Dogville en su segunda entrega de la anunciada trilogía sobre América: Manderlay (una historia de esclavitud en una plantación de Alabama durante los años treinta), rodada también en vídeo digital y sobre un escenario desnudo y abstracto. Claro que también se hará notar Gus Van Sant, quien, después de arrebatarle la Palma de Oro a Von Trier con Elephant, hace dos años, aspira a repetir la jugada con otra arriesgada exploración formal completamente ajena a los códigos de Hollywood (Last Days), con la que se acerca a la figura carismática y trágica de Kurt Cobian, líder de Nirvana, y a sus relaciones con Courtney Love.

Van Sant compartirá el pabellón del cine americano con Jim Jarmusch, que vuelve a su cine más personal con Broken Flowers, si bien acompañado aquí de un reparto estelar en el que aparecen Bill Murray, Julie Delpy, Sharon Stone y Chlüe Sevigny. La réplica se la darán, a Jarmusch y Van Sant, los dos autores canadienses más reconocibles del cine actual: David Cronenberg y Atom Egoyan. El primero, con su peculiar traslación de un cómic para adultos (A History of Violence), original de John Wagner y Vince Locke, que propone una inquietante reflexión sobre la asimilación de la violencia por parte de los niños y que tiene a Viggo Mortensen (el "Alatriste" de Agustín Díaz Yanes) al frente del reparto. El segundo, creador de imágenes siempre sugerentes, vuelve al terreno de la adaptación literaria con Where The Truth Lies, un thriller psicológico en scope (interpretado por Kevin Bacon y Colin Firth) con aromas de clasicismo.

Wim Wenders, por su parte, busca de nuevo la colaboración de Sam Shepard (de imborrable huella en el guión de París, Texas, ganadora en 1984) para volver al territorio americano con Don’t Come Knockin’, donde se narra el viaje de búsqueda personal emprendido por un veterano actor de películas del oeste. El propio Sam Shepard y Jessica Lange encabezan el reparto. Ganadores también del máximo galardón, los hermanos Luc y Jean-Pierre Dardenne (vencedores con Rosetta) regresan con L’enfant, otra dura historia en torno a la paternidad -un tema común a las obras de Wenders, Jarmusch y Marco Tulio Giordana- y con capacidad para engendrar una visión muy política y poco confortable de la sociedad belga y europea contemporánea.

Haneke, de vuelta
La indagación en la trastienda de la sociedad mediática y de los fantasmas familiares es el territorio por el que se adentra de nuevo Michael Haneke (Escondida), que recupera a Juliette Binoche (con quien había rodado ya Código desconocido) para contar la historia de un presentador de televisión que recibe vídeos anónimos de su familia, grabados sin que ellos lo adviertan. Finalmente, Marco Tulio Giordana (de quien puede verse todavía en las salas madrileñas su excepcional La mejor juventud) se adentra en un drama de la Italia contemporánea con la única película italiana en competición. Todos ellos vienen a la Croisette para exponer lo más sincero y lo más personal que puede ofrecer, hoy en día, una concepción del cine que reivindica con fuerza la libertad y la audacia creativa.