Image: Ridley Scott presenta Gladiator

Image: Ridley Scott presenta "Gladiator"

Cine

Ridley Scott presenta "Gladiator"

"Es una película gigantesca"

29 marzo, 2000 02:00

Ridley Scott vuelve a las pantallas con Gladiator, una obra monumental protagonizada por Russell Crowe, Joaquin Phoenix, Oliver Reed y Richard Harris que rescata la época romana.

Una botella de agua mineral Evian y un habano Montecristo es todo lo que Ridley Scott (South Shields, County Durham, Reino Unido, 1939) necesita para afrontar una conversación sobre su última película, Gladiator (El Gladiador). Steven Spielberg ha producido este drama épico con el que se revitalizará un género amado por los públicos de todo el mundo y desaparecido de las pantallas durante cuatro décadas: el «peplum» o lo que popularmente se conoce por «una película de romanos». En el hotel Century Plaza de Los Angeles, hasta el que llega directamente desde Londres -donde aún ultima los preparativos de su próximo proyecto, Hannibal, la controvertida secuela de El silencio de los corderos-, el creador de títulos tan revolucionarios como Alien y Blade Runner desvela diversos aspectos de Gladiator, una película monumental inspirada por un cuadro del romántico francés Jean-Leon Gerome, en la que rinde homenaje a su maestro Akira Kurosawa y que dedica al actor Oliver Reed, fallecido durante el rodaje.

-Hábleme del óleo del siglo XIX Pollice Verso (Pulgar hacia abajo), de Gerome y de su inspiración.
-El cuadro no es otra cosa que una visión extremadamente romántica del Imperio Romano en su mayor esplendor y gloria, pero también en su inmensa maldad y decadencia. Yo no lo conocía cuando me lo mostraron los productores Walter Parkes y Douglas Wick. Mi primera mirada me hizo saber que me había quedado enganchado al proyecto. Fue una reacción visceral.

»En un segundo momento, pensé que la idea de revivir a los gladiadores en un gran lienzo era simplemente enorme y fantástica. Y me encontré también en el umbral de un nuevo milenio pudiendo mostrar el mayor imperio político, militar y social que jamás se ha implantado en veinte siglos de historia. Y eso fue todo.

-Han transcurrido cuarenta años sin romanos en las pantallas. ¿Por qué ahora?
-Creo que hay un lugar vacío en el corazón de los aficionados al cine. Es un género que todos aman y que echan de menos. Hubo películas muy buenas que todos recordamos, Ben Hur, Espartaco, La caída del imperio romano... y otras, malísimas, lo que llamamos "placeres culpables". Creo que hay un gran público esperando esta película. Aunque puede superar sus expectativas, porque es una película de gladiadores con pedigrí, un filme de género abordado desde la calidad, el rigor, el respeto y la seriedad. Y además es gran entretenimiento.

«Pan y circo»

-¿Cuáles son sus expectativas ante la posible revitalización del género?
-Mire, he cumplido 60 años y a estas alturas de mi vida no me gusta predecir nada... quizá porque he sufrido demasiadas decepciones. Cuando estoy rodando, me vuelvo un ser humano intensamente pragmático.

-¿Qué opinión le merece el papel de los gladiadores?
-Los juegos han sido utilizados como herramienta de tiranos para distraer y abusar de la ciudadanía. Hasta el más brutal de los dictadores sabe que debe entretener al pueblo mientras le explota y aniquila. Los juegos con gladiadores enfrentándose a la muerte en los coliseos fue una de estas herramientas, lo que se llamó «pan y circo». La historia de Gladiator sugiere que un héroe podría emerger de entre la carnicería de la arena con una popularidad e invulnerabilidad que le daría un poder aún mayor que el del César.

Este héroe que emerge en la película es el general Maximus, apodado "El Español" por un origen ibérico indeterminado. Se trata de una invención ficticia en una época real, con hechos y personajes también reales, aunque reinventados a partir de diversas licencias. La acción comienza en la frontera con Germania, en el año 180 después de Cristo. El emperador Marco Aurelio ha vivido los últimos 17 años en el frente de guerra contra el bárbaro teutón y a su llamada acuden sus hijos Lucilla y Cómodo. Junto a él batalla su soldado de mayor confianza, Maximus, al que ama como a un hijo y desea transferir su corona laureada de César. Celoso, Cómodo asesina al padre, esclaviza a Maximus y regresa a Roma a erigirse en déspota.

-La Historia asegura que el emperador Antonino Marco Aurelio murió en Vindobona (Viena) en el año 180 durante una campaña militar, víctima de la peste después de designar a Cómodo como su sucesor.
-Mire, la historia de Roma fue documentada fiel, masiva y extraordinariamente. Los hechos a los que nos hemos atenido son que Marco Aurelio tuvo un hijo llamado Cómodo y una hija, Lucilla. Su hijo tenía algún tipo de disfuncionalidad, aunque no quedó determinada. Desde luego, un emperador que era considerado un dios no saltaría como él a la arena a matar a un gladiador. Sabemos que le gustaba la ropa y que era una especie de anticipo de «fashion victim», que se autoproclamó Hércules y está representado en estatuas con cascos con cabezas de tigres. Así que o era un excelente autopublicista o estaba completamente chiflado.

-¿Teme las críticas de los puristas por las licencias históricas?
-No. Mire, Cómodo murió estrangulado por un gladiador, pero en una de las habitaciones del Senado. En la película muere en el Coliseo a manos de un gladiador. La muerte se produce de una manera idéntica aunque indirectamente el lugar ha sido alterado.

Elementos atípicos

-¿Formaron parte de su infancia las películas de romanos?
-No totalmente. Fueron las del Oeste. Crecí en Alemania soñando con convertirme en un "cowboy" de las llanuras de Texas. Mi padre estuvo seriamente preocupado porque incluso a los 17 yo quería ser una especie de Roy Rogers. Y sólo por dos razones: los trajes y la pistola.

-A la hora de abordar esta película, ¿cuáles fueron las referencias?
-Indudablemente Ben-Hur, Espartaco, la obra maestra del género, y La caída del imperio romano, de Anthony Mann. Después, por motivos personales, Los siete samurais, de Akira Kurosawa, en la que el maestro mostró una nueva manera de exponer la violencia mostrando la acción y también el efecto, un punto de vista que yo he tomado para esta película, sobre todo en los combates cuerpo a cuerpo, los duelos entre los gladiadores y frente a los tigres.

-La virtud de Gladiator es que no es solamente "una de romanos". Además del gran espectáculo hay personajes muy bien definidos, drama, filosofía, política, romance, acción, mística y un poderoso personaje femenino.
-Creo que el resultado final es una muy interesante y sólida historia. Y hay un personaje central que de general desciende a esclavo, es vendido, entrenado como gladiador y conduce su venganza hasta las sangrientas arenas del Coliseo, convirtiéndose en héroe. Pero también hay guerra, ambición, traición, crimen y amor. Hay intriga y profundidad, elementos atípicos en una película de gladiadores.

-¿Responde con todo esto a los críticos que le han acusado de primar estilo sobre sustancia?
-Estoy muy satisfecho con esta película, pase lo que pase, y contento aunque el pragmático que vive dentro de mí trata de no mostrarse emocional, así que me digo: "oye, esto es sólo un trabajo y muy bien hecho. Punto". Pero una de las razones es que se trata de una película que quisimos basar muy sólidamente en personajes, personajes y personajes. Y en historia, historia, historia. Y, ¿sabe?, lo demás es rock"n"roll.

Los actores han sido siempre los ases en la manga que ha reservado Ridley Scott. Desde su primer largometraje, la cinta de culto Los duelistas, situada durante las guerras napoleónicas y construida sobre Harvey Keitel y Keith Carradine, Scott ha realizado arriesgadas elecciones con profesionales no muy conocidos en su momento, dotados de poderoso talento y lanzados al estrellato tras su colaboración con el cineasta británico. Fue el caso de Sigourney Weaver en Alien, y Harrison Ford, Sean Young, Daryl Hannah y Rutger Hauer en Blade Runner. Protagonista absoluto, el australiano Russell Crowe (L.A. Confidencial, El dilema) comparece como un coloso en Gladiator, acompañado de Joaquin Phoenix, la danesa Connie Nielsen (el secreto mejor guardado) y los británicos Richard Harris, sir Derek Jacobi y Oliver Reed, éste último fallecido durante el rodaje y a quien el director ha dedicado la película.

-¿Maximus es un soldado, un político, un campesino o un padre?
-Todo menos el político. Fue un soldado leal al César que luchó bravamente por el honor de Roma y el imperio, sin alimentar ambición política alguna. Pero ahora se ve obligado a matar de nuevo, aunque en un nivel más básico. Vive ya por una sola razón, estar frente al emperador y ejecutar su venganza. Pero la política le alcanza de nuevo sin poder evitarlo. Es un hombre bueno.

Un actor intenso

-Se trata de un personaje enteramente ficticio.
-Bueno, por supuesto, el general Maximus "El Español" jamás existió, pero al que Russell Crowe y yo quisimos ver como un estudiante aplicado del gran maestro que fue el emperador Marco Aurelio, un ávido lector de su Libro de las Meditaciones. Maximus tiene un pasado de hombre de campo al que Marco Aurelio entrena y elige para comandar sus legiones.

-¿Y en lo psicológico, cuál es su camino?
-Russell y yo nos hicimos muchas preguntas. Deconstruimos el personaje para erigir una intriga acerca de su personalidad íntima: ¿es un labrador?, ¿un soldado?, ¿un hombre de hogar? Al final es un padre.

-Russell Crowe tiene una gran intensidad.
-Cuando piensas en el personaje, necesitas a un actor con autoridad para hacer creer al general. Un actor que trajera la ferocidad del soldado, pero también su componente moral y de carácter. Russell es uno de los pocos actores en posesión de eso que se llama la «verdad emocional» de un actor secundario, y también la visibilidad de una estrella, por su poder y carisma. Creo que desde Richard Burton no ha surgido un actor con estas dos cualidades.

-Un reparto con actores del fuerte temperamento e irascible personalidad de Crowe, Harris, Reed y Phoenix indica que disfruta con las elecciones altamente arriesgadas.
-¿Sabe qué apodo les puse durante el rodaje? ¡"Los cuatro jinetes del Apocalipsis"! (Risas) Los cuatro constituyen sin duda la elección más peligrosa que he hecho en mi vida.

Roma no se construyó en un día y los efectos especiales digitales generados en el laboratorio inglés The Mill han permitido a Ridley Scott reconstruir el Imperio Romano en su máximo esplendor, incluido el formidable Coliseo romano. Pero es en las escenas de las asfixiantes mazmorras y los basamentos del foro, donde los gladiadores esperan salir para saludar al César, los momentos en que reaparece en plena forma el cineasta que recreó la claustrofóbica metrópoli de Los Angeles carente de luz solar de Blade Runner y los oxidados y tétricos pasillos de la nave Nostromo de Alien: el octavo pasajero, dos títulos básicos del género de ciencia ficción. éstos, junto con Gladiator, constituyen la trilogía con la que la historia reconocerá los hallazgos de este estilista visual.

-¿Es cierto que va a editar una nueva versión de Blade Runner?
-Ya está hecha. He masterizado una nueva copia. Hemos partido del viejo negativo para introducir nuevas secuencias. Hay ocho nuevos minutos en el metraje completamente inéditos. Lo mejor de todo no ha sido esta nueva versión, sino que la edición digital DVD me ha permitido presevar otra vez el excelente color y sonido originales tales como fueron concebidos.

-¿Volverá a la ciencia ficción?
-Bueno, sólo he hecho dos películas en el género. He estado tentado pero nunca he encontrado otra historia que me atrajera. Estoy ante una que podría cristalizar en el futuro. No tiene nada que ver con naves y rayos láser; se trata más bien de ciencia ficción sociológica. Tiene lugar en un futuro inmediato, el año 2020. Es pronto para hablar de ello.

Conversamos entonces de Hannibal, la muy controvertida novela de Thomas Harris que constituye la secuela de El silencio de los corderos (1991), llevada al cine por Jonathan Demme y premiada con cinco Oscares. Y también tercera entrega literaria y cinematográfica en la que comparece el psicópata Aníbal «Caníbal» Lecter. La primera vez ocurrió lateralmente en Manhunter (1986), la película de Michael Mann en la que el británico Brian Cox le prestó el rostro al carnívoro sibarita. Ahora repetirá sir Anthony Hopkins y, junto a él, la norteamericana Julianne Moore, heredera del papel de agente especial del FBI Clarice Starling rehusado por Jodie Foster. A punto de comenzar a rodarse, Scott revela algunos detalles.

La difícil secuela

-Tres guionistas (Ted Tally, David Mamet y Steven Zaillian) para una misma historia. ¿Por qué?
-El guión que me llegó, el de David Mamet, es excelente, pero he querido contrastar una tercera opinión y vamos a reelaborar de nuevo lo más controvertido, el "romántico" final de Thomas Harris. Que Starling se vaya con Lecter es algo difícil de digerir. Bueno, quizá no sea la palabra adecuada tratándose de un caníbal reputadísimo. Sin duda ha sido lo más complicado del guión.

-¿Qué detalles de la producción puede adelantar?
-Dispongo de un guión de 128 páginas y de un presupuesto de 70 millones de dólares. Empiezo a rodar en Florencia dentro de cuatro semanas. En Italia, trabajaré también en los estudios Cinecittá de Roma. Después continuaremos en Washington DC, Carolina del Norte y del Sur. Tengo varios actores todavía por decidir, estrenaremos a finales de noviembre y cuento de nuevo con Anthony Hopkins y Julianne Moore.

-Desde que Jodie Foster se retiró del proyecto, Ashley Judd, Cate Blanchett, Angelina Jolie y Gwyneth Paltrow han luchado por Clarice Starling. ¿Por qué Julianne Moore?
-Quizá porque ella sabe traer y hacer aflorar todas las virtudes del personaje de Clarice: talento, belleza, inteligencia y esa especial mezcla de vulnerabilidad y fuerza. Es la actriz perfecta.