Stanislavblog por Liz Perales

Mis queridos monstruos (VI): Arantxa de Juan

13 febrero, 2018 17:43

[caption id="attachment_1850" width="560"] Un momento de Magnani aperta[/caption] La actriz Arantxa de Juan con Magnani aperta se desvía de los trabajos que vemos habitualmente en los teatros y nos ofrece vivir una experiencia teatral singular y arriesgada, de sintonizar como pocas veces ocurre con un personaje real, en este caso la actriz italiana Anna Magnani. De Juan produce, dirige, escribe y protagoniza la obra y la exhibe para una treintena de personas en un territorio tan íntimo como es su domicilio particular de la calle Desengaño, 22, de Madrid. Solo de jueves a sábado.

El pasado viernes, 9 de febrero, la actriz celebró los cien días del comienzo de esta aventura que ya han visto 3000 personas y que, según cuenta, estuvo bendecida desde su inicio, ya que todo han sido ayudas y colaboraciones para que cristalizara. Magnani aperta, en clara alusión a la película de Rosselini Roma città aperta, tuvo oportunidad de ser representada en dos teatros, pero De Juan los desestimó porque no concibe la pieza para espacios convencionales.

Entrar en el dominio privado de alguien siempre despierta curiosidad, pero hacerlo en la casa de una artista que ha decidido convertirla en escenario es una curiosidad mayúscula. La calle donde vive está próxima a la Gran Vía, y se trata de una finca antigua de principios de siglo XX, de amplio portal y viejas escaleras de madera restauradas. Una vez en el piso, un mayordomo nos recibe y nos conduce a un amplio salón donde nos pide que esperemos el comienzo de la función. Los objetos que encontramos allí no son arbitrarios, y luego nos percataremos de que son parte del atrezzo de la obra. El mayordomo nos guía por un pasillo hasta un dormitorio, y en la penumbra encontramos que la actriz está dentro de su cama, y la oímos llorar. Luego se levanta, descorre las cortinas para que la luz de la noche se cuele por los ventanales y descubramos una imagen lírica y poderosa: los tejados del viejo Madrid, que bien podrían ser los de Roma, mientras se aproxima al quicio de la ventana la sombra de una mujer que fuma y que nos transmite una profunda tristeza. Bellísimo cuadro. Vuelve el mayordomo para llevarnos de vuelta al salón, donde encontramos una treintena de sillas destinadas a los espectadores. De Juan-Magnani aparece en camisión negro y se acomoda en su salón burgués, con su gran sofá, una enorme pintura que reinterpreta su rostro original de Daniel Álvárez-Basso, y algunos objetos decorativos: una bonita lámpara de cristales, un espejo con marco dorado, un teléfono de baquelita antiguo, retratos, una pequeña y discreta librería, un candelabro… Y aparece una enfermera que le administra morfina (la actriz Nerea Portela), la confidente a la que Magnani contará su vida mientras espera que llegue su hijo para llevarla al hospital. De esta manera sabemos que la actriz está enferma, y que asistimos probablemente a su último día de vida. De la extensa biografía de Magnani, Arantxa de Juan ha seleccionado una muestra de episodios que le permiten componer un retrato tragicómico. Habla de sus comienzos como “comedianta” al lado de Totó y de su amor por el teatro, que compatibilizó con el cine; de sus hombres y de su único hijo, Luca, enfermo de poliomielitis y al que mantuvo en internados durante su infancia; de sus amores más apasionados como el que mantuvo con Roberto Rosselini, que la dejó por Ingrid Bergman, a la que Magnani llama “iceberg sueco”; de su amigo Tenessee Williams, de quien protagonizó La rosa tatuada que le valió un Oscar; de su amor profundo por su ciudad, Roma; y de su temperamental carácter y arrolladora personalidad que la hacía ser temida por muchos, aunque en realidad era una mujer de una profunda tristeza que también trasluce una gran soledad. Arantxa de Juan se transmuta en la Magnani y no solo porque su físico se le aproxime, sino porque se identifica magníficamente en tono y maneras. Compone un retrato intenso e íntimo, con muchos matices, su dolor es vivísimo. Se ha rodeado de objetos y de una decoración seleccionada con mimo, tienen ese toque vintage de los 60 del cine que hacía Magnani. Y el hecho de que no sepamos si son los objetos de la italiana o de De Juan nos lleva a establecer una relación casi mágica, de aceptar la convención de que estamos en casa de la Magnani. Por otro lado, la obra se observa desde distintos ángulos: Magnani en su dormitorio, Magnani al teléfono cuando le comunican que acaba de recibir el Oscar, Magnani preparando la comida para su hijo en la cocina, Magnani echando pestes de Rosselini y Bergman subida en lo alto de una mesa, Magnani gritando por el balcón contra los periodistas que le aguardan en la puerta mientras observamos la Gran Vía al fondo… Son muchas las perspectivas, lo que le da un toque original, ágil y novedoso a la función y que me hacen comprender las negativas de De Juan a llevarla a un escenario convencional. De Juan ha contado con David Omedes para el diseño de luces y con Manu Berástegui en la escenografía, atrezzo y vestuario. La noche de aniversario la actriz contó a los amigos y periodistas reunidos la razón que le llevó a esta experiencia. “Surgió cuando me fui a Nueva York a estudiar con Susan Batson, una coach célebre de artistas como Nicole Kidman o Juliette Binoche. En un juego de entrenamiento actoral ella busca que te identifiques con un personajes, y me sugirió por apariencia y carácter a Ana Magnani. Y así fue como empezó todo”. De Juan es hoy la única docente que enseña en España el método de Batson, en la escuela Central de Cine de Madrid. Por otro lado, y para poder convertir su casa en sala teatral, la actriz ha creado la Asociación Cultural Gruppo para que la exhibición de la obra se ajuste al marco legal. De esta manera el precio de la entrada (18€) corresponde a la cuota de socio por un día de la citada Asociación a la que el espectador acepta pertenecer. Las entradas pueden adquirirse a través de la web magnaniaperta.com.

Lawrence de Arabia, o el linaje de los sueños

Anterior
Image: Virginie Despentes: Conozco a más de cien mujeres que han sido violadas

Virginie Despentes: "Conozco a más de cien mujeres que han sido violadas"

Siguiente