El incomodador por Juan Sardá

Marginados: Solo el viento y Romeos

8 agosto, 2013 12:22

Una de las consecuencias más notables del cine, que no su función como mal entienden en España algunos directores, es acercarnos a vidas extremas y recónditas. El cine nos ofrece la posibilidad de mirar por el ojo de la cerradura las peripecias íntimas de personajes lejanos en el tiempo, el espacio o el reparto social. Sucede con dos filmes estrenados el pasado viernes que siguen en cartel y que ofrecen un notable retrato de existencias poco transitadas no solo en nuestra vida cotidiana, también por los medios de comunicación. En el caso de una de ellas, Solo el viento, sobre los asesinatos de gitanos en Hungría, está de máxima actualidad ya que acaba de salir a luz la sentencia judicial por la que los perpetradores de los ominosos ataques reciben una condena ejemplar por sus atroces acciones.

Solo el viento

Dirigida por Benedek Fliegauf, esta película, como se ha dicho, trata sobre la ola de crímenes contra gitanos que vivió de forma muy notoria Hungría en 2008 y 2009. Cuando empieza el filme, ya sabemos que los protagonistas van a terminar muertos, con lo cual no se trata de saber qué va a pasar sino de sufrir porque sabemos qué va a pasar con ellos. Fliegauf explica con sensibilidad la rutina de estos gitanos que sueñan con ir a vivir a Canadá mientras recelan de cada ruido y cada sobresalto que interrumpe su aparente calma. Con un tono reposado que a veces parece calcar más que asimilar las convenciones del cine de autor con posibilidades de éxito en los festivales, a la película le sobra contemplación y le falta capacidad para construir una historia más sólida y compacta. Destaca, sin embargo, la aparente facilidad para crear personajes tridimensionales y creíbles (la adolescente asustadiza, el chaval espabilado y escéptico, la madre luchadora e inteligente) así como ofrece en crudo un retrato de los males de la discriminación. Es un filme interesante, a ratos notable, que ayuda a comprender una de las realidades más dolorosas y complejas de Europa. [caption id="attachment_728" width="460"] Fotograma de Solo el viento, de Benedek Fliegauf.[/caption]

Romeos

Tras el éxito de crítica de la reciente Tomboy, es curioso que un tema como el de la transexualidad femenina (o sea, mujeres que se convierten en hombres), muy poco transitado por el cine en comparación con lo contrario, regrese a las pantallas. Esta película dirigida por Sabine Bernardi aborda el tema con un tono más duro y adulto que la mencionada, centrada en el mundo de la infancia y con resonancias poéticas. Romeos cuenta la historia de Lukas (un sólido Rick Okon), un chico que antes fue chica enamorado de otro chico, un homosexual macarra y promiscuo que al mismo tiempo que parece vivir su sexualidad de forma absolutamente libre también es víctima de ancestrales complejos y prejuicios familiares. La película sigue al pie de la letra las convenciones de lo que casi es un género aunque lo hayamos visto muchas más veces con hombres que quieren ser mujeres: la fortaleza del principio, las inseguridades, el choque con la realidad, la lucha por mantenerse íntegro cuando todo se viene abajo, la reafirmación personal, etc. A veces es todo demasiado sabido y la historia hubiera necesitado alguna sorpresa, pero Bernardi la cuenta bien y logra que empaticemos con ese pobre Lukas que lucha incansable contra su crisis de identidad. Al fin y al cabo, aunque la mayoría de nosotros no padezcamos conflictos tan salvajes, todos sabemos lo que es aspirar a integrarnos en un mundo que sentimos que nos aparta sin motivo. [caption id="attachment_726" width="460"] Fotograma de Romeos, de Sabine Bernardi.[/caption]

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