Exposiciones

Bajo la estela de Courbet

Realismo(s). La huella de Courbet

6 mayo, 2011 02:00

Gustave Courbet:El desesperado, 1843-45

MNAC. Parque de Montjuïc. Barcelona. Hasta el 10 de junio.

La exposición plantea una suerte de reflexión en torno a la denominada "pintura realista catalana y sus referentes". El núcleo de la muestra se articula a partir de un diálogo entre Courbet (1819-1877), fundador del realismo -su manifiesto data de 1855-, y Ramon Marí Alsina (1826-1894), el artista que en sus esporádicos viajes a París conoció la obra del artista francés y acabó por introducir aquella tendencia en la década de 1860 en el microclima catalán.

Martí Alsina, artista dotado, aunque irregular y con una gran producción, ocupa un lugar notable en la historia del arte catalán. Significa el nacimiento de la pintura moderna en Barcelona, un capítulo que antecede a la eclosión del Modernismo. Y eso es así, no sólo por la renovación de su obra en sí, sino porque Martí Alsina, con sus múltiples talleres dedicados a la producción industrial de pintura y sus clases en la "Llotja", formó a un dilatado conjunto de artistas. Más aún: la ingente producción de Martí Alsina hace pensar en la existencia de un mercado y un público. En definitiva, lo uno y lo otro son el síntoma de la inauguración de una nueva época en la pintura catalana. De hecho, una de las intenciones o mensajes implícitos de la exposición es la puesta en valor de un capítulo del arte catalán no especialmente difundido entre el gran público, y la estrategia consiste en articular asociaciones, en disponer frente a frente a Gustave Courbet y Martí Alsina.

Sin embargo, esta exposición, organizada a partir de ámbitos temáticos (el autorretrato, el retrato, la pintura de género, el desnudo), va más allá del diálogo Courbet-Martí Alsina. Se complementa con otros artistas franceses vinculados al realismo como Millet, Carolus-Duran, Corot… y otros pintores catalanes también calificados de "realistas". Pero, además, se incorporan aspectos tan diversos como la presencia de artistas barrocos (Murillo, Ribera, Velázquez o Rembrandt entendidos como referentes del realismo en el seno de la exposición), Fortuny, la fotografía, en especial la erótica, o incluso Tàpies. Curiosamente, en este contexto tan dilatado sorprenden las ausencias. No se hace ninguna mención al paisaje, tan importante para Martí Alsina y cultivado también por Courbet, así como a artistas del ámbito español.

El recorrido avanza a través de asociaciones visuales y no podía ser de otro modo ante tanta diversidad. Pero me pregunto si, estos paralelismos formales, sin duda audaces, ayudan a comprender a Courbet y a Martí Alsina. Cierto es que existe una gran dificultad en definir el "realismo" en pintura, pero la respuesta no se encuentra tanto en las apariencias y la recurrencia como en la actitud, posición moral y contextos que suponemos diferentes.

Falta preguntarse sobre el resultado final de la confrontación de estos los dos artistas. En este sentido se presentan piezas de Alsina de una gran envergadura, como las conocidas, La siesta, El hijo del pintor. Retrato de Ricard Martí Aguilló o Retrato del pintor Ramon Tusquets. Pero Courbet es Courbet y la sensualidad de la carne de sus desnudos -donde el tour de force se hace más evidente- marca la diferencia.