Image: El defecto de lo neobarroco

Image: El defecto de lo neobarroco

Exposiciones

El defecto de lo neobarroco

El D_efecto barroco.

21 enero, 2011 01:00

Grupo de espectadores ante una copia de Velázquez, 1932

Comisarios: Jorge Luís Marzo y Tere Badia. CCCB. Montalegre, 5. Barcelona. Hasta el 27 de febrero.

En uno de los textos introductorios de la publicación que acompaña esta exposición, Josep Ramoneda explica la intencionalidad de la muestra. Apunta el director del centro que se "ha querido ejercer la mirada crítica sobre las políticas culturales españolas en Latinoamérica. Y especialmente -sigue Ramoneda- sobre el mito del arte barroco como pieza para articular el de la Hispanidad". Se trata, en definitiva, de abordar "la dimensión política del barroco y las claves culturales de la Hispanidad". Y, sin embargo, me pregunto hasta qué punto estas ambiciosas expectativas se consiguen trasmitir. Más aún, si el dispositivo expositivo no acaba por pervertir la bondad de las intenciones y provocar el efecto contrario, como en aquellos espejos -tan barrocos, por cierto- que deforman e invierten la imagen.

El itinerario consiste fundamentalmente en materiales documentales y entrevistas, además de la aportación videográfica de creadores como Harun Farocki, Pedro G. Romero, David Hoffos, Claudia Llosa, José Quintero, Núria Arias, David Blanco y Miguel Calderón. Pero lo que sorprende es la saturación de información: en total son unas 15 horas de proyección que desbordan al espectador, que acaba por percibir el recorrido como una heterogénea acumulación de signos. Y es que, a veces, se intentan paliar los defectos del discurso mediante la acumulación de material, pero tal vez un archivo colgado en la red hubiera resultado más adecuado que el formato exposición. La construcción de la identidad, la instrumentalización política y económica de la cultura, el imaginario de la hispanidad son problemáticas complejas que, entre otros aspectos, sobrevuelan la muestra… Pero ¿se plantea una reflexión? Es muy significativa la publicación que acompaña la exposición -con dos DVD- que, más que proponer un discurso, deviene una suerte de guía que describe las piezas, sin apenas aportaciones.

No queda claro el sentido que para los comisarios tiene el término de barroco, que es precisamente la noción que se pretende deconstruir. Un concepto éste, especialmente complejo y con una historia intelectual que sencillamente no se ha tenido en cuenta. De cualquier forma, hay un aspecto significativo: el barroco -señaló el profesor José Antonio Maravall- fue una de las primeras manifestaciones de una cultura de masas. Entonces empezó el artificio a gran escala, el espectáculo, el trompe l'oeil, el espejismo…. Esto es, la utilización perversa de la imagen. De alguna manera, esta exposición es profundamente barroca porque la acumulación de imágenes causa efectos de vértigo y no posibilita la reflexión. Ante tal caudal, lo único que queda son los iconos grotescos y chocantes, como, por ejemplo, el Príncipe Felipe, en una secuencia especialmente desafortunada, esforzándose por presentar la gran retrospectiva sobre Velázquez de 1990, filmación con la que se abre la exposición.

O también la pieza que cierra la muestra: una publicidad de una conocida empresa que alude a los triunfos de la selección española de fútbol y que se compone de un collage de los jugadores como los protagonistas de la La rendición de Breda, del mismo Velázquez, con el eslogan "El mundo vuelve a ser nuestro". Estas imágenes, no exentas de interés, intensamente kitsch, son, digamos, la costra de un universo mucho más profundo que merecería analizarse más allá del tópico.

¿Frivolidad? Nuestra sociedad y nuestras instituciones culturales viven una época neobarroca de efectos ultrabarrocos.