Exposiciones

Experiencias divertidas

Lo[s] Cinético[s]

5 abril, 2007 02:00

Eusebio Sempere: Ley de la buena forma, 1968

Comisario: Osbel Suárez. Mncars. Santa Isabel, 52. MADRID. Hasta el 20 de agosto.

Con Lo[s] cinético[s] nuestro Museo Nacional de Arte Contemporáneo se suma a la tendencia por explorar el movimiento en las artes visuales en el siglo XX ya indicada por el parisino Centre Pompidou con Le mouvement des images. Art et Cinéma, que clausuró el pasado enero, y por el IVAM valenciano, en plena inmersión en sus tres versiones de Speed.

La cuestión es amplia y el título no debe llamar a engaño, pues más allá del cinetismo en las décadas de los 50 y 60, la exposición presenta más de ochenta obras de cuarenta y cinco artistas desde inicios del siglo XX hasta hoy, con piezas recientes como la ola del Movimiento para un momento de Keiji Kawashima y El parpadeo del tiempo, cuya cascada provoca un paisaje en el costado del viejo edificio que se desliza en el Patio Nouvel de la ampliación del museo: obras que pudieron verse a escala reducida la pasada temporada en la vecina galería Salvador Díaz. Pero, sin duda, es un acierto sacar las obras a la calle, no sólo porque la nueva entrada por la ampliación necesitaba desde su inicio un empujón popular -tal como se aventura la recepción de esta exposición-. Sino también porque buena parte de los artistas integrados en eso que llamamos "cinéticos" estuvieron interesados en provocar "situaciones visuales" en la calle, como hicieron los miembros de GRAV (Groupe de Rechercherche d’Art Visuel -formado por García Rossi, Julio Le Parc, Morellet, Sobrino, Stein e Yvaral-) en uno de sus proyectos más ambiciosos: la exposición titulada A la búsqueda de un nuevo espectador, celebrada en 1968 en el Museo Oswald de Dortmund, que se inició saliendo a su encuentro portando los elementos de la muestra, espirales y balones.

También en el Patio nos encontramos con dos instalaciones importantísimas del histórico Cruz-Díez. Sólo la reedición de estas fascinantes "cromosaturaciones" bien vale la visita. En la primera, la inmaterialidad de los colores invierte la pesada fisicidad de los volúmenes. Pero incluso más impactante es la exploración del cubo interior, a través del que la sombra del espectador se desdobla, al transparentarse y eclipsarse entre los rayos de luz verdes y rojos, que Cruz-Díez ya había reconocido como los auténticos colores primarios en sus "fisiocromías" de principios de los sesenta, cuadros modestos construidos con cartones sobre madera de los que hay un ejemplo en el interior.

La "lectura" que proporcionan las obras en el Patio es tan clara que luego no sorprende la yuxtaposición de las tres líneas presentes en la muestra: los experimentos lumínicos de percepción visual, los mecanismos móviles y la incitación al propio movimiento del espectador -cruzando las maravillosas "extensiones" de Soto-. Y esto a pesar de la chocante asociación de las rotaciones de Duchamp y Moholy-Nagy frente a un cuadro de Felicidad Moreno, bajo la convicción del comisario de que el cinetismo atraviesa épocas y movimientos. Pero aunque algunas elecciones de Osbel Suárez puedan ser polémicas -ni él mismo es capaz de argumentar convincentemente la inclusión del vídeo de Alexander Apóstol-, agradecemos su experiencia como coordinador de la pasada exposición Dalí y la cultura de masas, por la que podemos contemplar cuadros tan importantes como Madonna de Dalí, nunca antes cedida por el MoMA, y Galatea de las esferas, que no había salido de Figueres desde la muerte del pintor; por otra parte, su constante función de puente entre nuestro país y Latinoamérica, en proyectos de la SECC y la SEACEX, resulta más que adecuada para profundizar en unas tendencias que desde el Madí argentino se extendió por toda Latinoamérica, con Caracas como su capital, y alcanzando Chile (Matilde Pérez) y Cuba (Sandú Darie). Artistas desconocidos hasta ahora para nosotros a los que se suma una larga lista de celebridades. Que se diviertan.