Exposiciones

José Luis Serzo, tras la pista de Thewelcome

Thewelcome

25 mayo, 2006 02:00

Obsequio The Welcome, 2006

Blanca Soto. Alameda, 18. Madrid. Hasta el 10 de junio. De 400 a 5.000 e.

José Luis Serzo vuelve a insistir en la relación entre pintura y relato en Thewelcome, su último proyecto tras su monumental El fantástico vuelo del hombre cometa, que estos días se puede ver también en la galería Ferrán Cano de Palma de Mallorca. Obra coral ensamblada a partir de la interacción de lenguajes si bien con respecto a aquella muestra falta la fotografía y aparece la animación, muy refrescante y sugerente.

Como en la citada serie anterior, Serzo (Casas Ibáñez, Albacete,1977) despliega su poemario utópico sobre un escenario de ficción extrema. Thewelcome -así se llama la exposición- es un ser imaginario, hombre, mujer, ambos o ninguno, que encarna todas las ilusiones y esperanzas que albergamos, las suyas y las de su gente más cercana -compañeros de galería, algún familiar e incluso un crítico-, que ha enviado cartas a Serzo contando cómo se imaginan a tan anhelado personaje o a tan ansiada situación. Estas cartas, convertidas en una suerte de códice, están expuestas en vitrinas.

¿Qué hay detrás de tan benignas intenciones? La revisión de la herencia duchampiana, con una idea de la autoría que se disemina y filtra por todos los rincones de la galería, la consolidación de la literatura "encontrada" como vehículo conceptual esencial. Este gigantesco relato, un todo compuesto por millones de fragmentos, se presenta en un escenario altamente teatralizado. Serzo mantiene una postura beligerante, como nacida en otro tiempo, que parte de una ironía recalcitrante. Sus proyectos son oasis edulcorados en la extensión anónima y enajenada de un mundo que considera en crisis aguda. La suya es una labor indagadora, cuestiona el papel del artista y frente a la variedad -compleja y plural y en constante mutación- de la pintura contemporánea, recupera el género en su vertiente más clásica. Como su compañero de galería ángel Masip, rescata los valores de los pintores nórdicos y ahonda en las raíces del paisaje. Porque Serzo es un contador de historias pero también, y antes que nada, un buen pintor.