Image: Castrortega contra el mundo

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Exposiciones

Castrortega contra el mundo

10 octubre, 2002 02:00

Danza de furtivos, 2002. Técnica mixta sobre lino

Max Estrella. Santo Tomé, 6. Madrid. Hasta el 26 de octubre. de 1.300 a 18.000 euros

Un ala enorme, tallada en madera, asida a una forma rara, de configuración orgánica, se levanta en el aire, alejándose de un disco de oro que, como una moneda, queda debajo, a ras de suelo. Esa escultura es la imagen que recibe al visitante en esta exposición de pintura, a la que da su propio título: Lejos de lo sagrado. Para Castrortega lo sagrado es el objeto de culto: esa medalla reluciente que, en nuestro mundo, representa el dinero, la posesión, el poder y el placer. La propuesta consiste, pues, en un ejercicio de confrontación, para, a través de la obra de arte, "escapar, volar, transgredir, provocar" y ascender al universo propio, íntimo, que nos configura y "al cual deseamos llegar". Se nos sitúa de nuevo ante el criterio clásico -invertido- de ut pictura poesis: que la pintura comulgue con la poesía, entendida ésta no sólo como principio de idealidad, sino como manifestación del sentimiento estético por la palabra.

De esa interrelación arranca el arte de Pedro Castrortega (Piedrabuena, Ciudad Real, 1956), uno de los artistas destacados de su generación, la que dio sus frutos primeros al comienzo de los ochenta, coincidiendo luego un puñado significativo de sus integrantes en aquella soñadora exposición neoabstracta de los Líricos del fin de siglo, de 1996. Pues bien, en estos últimos años el desvío personalísimo de Castrortega lo ha conducido a esta especie de simbolismo nuevo, entreverado de surrealidad, que rechaza la representación directa en favor de la sugestión, y que adopta una actitud mística, buscando dar expresión visual al universo de las emociones, gustándose en las formas de lo primitivo, lo exótico, la religiosidad, el erotismo y la violencia. Así, en estas pinturas, lo orgánico, blando y visceral se mezcla con las estructuras duras de lo mecánico, de las prótesis de metal, al tiempo que encendidas formas de llama adoptan los colores y perfiles de la daga de hierro, y la escultórica ala de madera sueña en los cuadros vecinos con el esquema del árbol: tronco de la vida. Efectivamente, literatura; pero literatura vertida en un lenguaje de despojados espacios planos y en un color de texturas exquisitas, sin olvidar el pintor un referente siempre próximo a él -inclusive geográficamente-: ciertos iconos del singular magicismo "manchego" de Alberto y de Palencia. Corolario: el mejor Castrortega.