Image: Karen Kilimnik
Karen Kilimnik. Prince Charming, 1998. Courtesy of 303 Gallery, New York.
Una de las pintoras más importantes de la escena artística estadounidense, Karen Kilimnik tiene una gran retrospectiva itinerando por su país. La escala es en Chicago.
Pero como decíamos, de Kilimnik tenemos que hablar desde el ámbito de la pintura. La suya es como un cajón de sastre en el que podemos encontrar al mismo tiempo referencias a la cultura romántica o a las más diversas subculturas, alusiones al ballet clásico y a la música pop, imágenes de iconos del cine y de la moda... Pero sobre todo, la obra de Kilimnik introduce variantes en torno a una idea de belleza que son altamente personales.
Esta exposición de Chicago está concebida de una forma muy teatral, en la línea a lo que acostumbra a hacer la artista, que ha sido quien ha co-comisariado la exposición. Son quince años de trayectoria resumidos en un buen puñado de pinturas, esculturas, fotografías, vídeo e instalación. Kilimnik emergió a principios de los años noventa junto a creadores como Felix González-Torres, Cady Noland, Jack Pierson o Mike Kelley, artistas que por entonces practicaban la reconstrucción del arte de la instalación. La muestra ofrecerá al público la posibilidad de ver una de sus primeras instalaciones, "The Hellfire Club of the Avengers", de 1989, en la que retomaba un episodio de la televisión de los sesenta que tuvo popularidad por su estilo moderno y su nivel alto de artificiosidad. La apropiación es una estrategia muy común en muchos de sus trabajos, tomando modelos de aquí y de allá pero también lo es el hecho de sumergirse en "otras" identidades como en su serie "Me as" (yo como), un tipo de obra que ya han ensayado con éxito primero, desde la fotografía, Cindy Sherman y Gillian Wearing. Si la primera abre el camino retratándose en estereotipos femeninos asociados al cine, Wearing se disfraza de personajes míticos. Kimlinik opta por la línea de la británica y, desde sus pinturas y dibujos, proyecta sus anhelos y frustraciones en la identidad de iconos de la cultura popular. Lo que en principio fue concebido como un collage, un juego de tiras, ha devenido un imponente espacio contextualizado, intensamente barroco, en el que la nostalgia parece liderar el flujo de sensaciones que se desprende de la obra. Porque a pesar de hacer referencia a "celebrities" de todo pelaje, de citar constantemente a Andy Warhol como uno de sus grandes ídolos, la obra de Kimlinik se sitúa entre lo romántico y lo misterioso y está impregnado de un profundo aroma a decadencia.