Un momento de la entrevista. Foto: Fundación Ibercaja

Un momento de la entrevista. Foto: Fundación Ibercaja

Arte

El fenómeno de la monja pintora: "Me acuesto a las 4 de la mañana. Tengo encargos que me urgen muchísimo"

La Serrería Belga acoge una peculiar historia de autodidactismo, fe y amor al arte, la de Isabel Guerra, una cisterciense cuyos cuadros no dejan de revalorizarse.

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Esta es una historia de amor, la de un profundo amor a la pintura. Isabel Guerra, la hermana Isabel, nace en Madrid como hija única en 1947. Como cualquier niña se entretenía con las pinturas, hasta que con doce años encontró su primera vocación, la llamada del arte.

En 1959 celebra su primera exposición individual en la Sala Toisón de Madrid. Sin acudir a ninguna clase de dibujo -de modo autodidacta- se pasa horas estudiando a los grandes maestros como Velázquez o Goya, algo inusual para una niña de edad. Frecuenta exposiciones y lee compulsivamente libros de arte.

Hoy, seis décadas después, trabaja hasta la extenuación: “Actualmente pinto demasiadas horas -cuenta para El Cultural- estoy preparando dos exposiciones a la vez. Tengo también encargos que me urgen muchísimo, soy de las tontas. Me acuesto a las 3 o 4 de la mañana todos los días”.

Su pasión por la pintura le ha valido muchos méritos. Es académica de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis y de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, y ahora presenta El fluir del tiempo, organizada por la Fundación Ibercaja en la Serrería Belga de Madrid, una exposición de tránsito, como ella misma nos relata.

Su discurso artístico está unido al lema benedictino del Ora et labora, en cuya congregación entró en 1970 en el monasterio cisterciense de Santa Lucía en Zaragoza, de dónde prácticamente solo sale para inaugurar sus exposiciones.

Isabel Guerra: 'Mi Madrid', 2014 Foto: Isabel Guerra

Isabel Guerra: 'Mi Madrid', 2014 Foto: Isabel Guerra

No es una cárcel, -afirma rotunda- nadie nos ha encerrado, Estamos haciendo una vida como cada uno pueda vivirla en su casa. Dentro del monasterio tenemos un taller de restauración y encuadernación de libros antiguos. Yo trabajo de un modo profesional”.

Con más de treinta exposiciones a sus espaldas trabaja un realismo mágico a través del paisaje y el bodegón y también el retrato, destaca el que realizó del papa Francisco antes de su muerte como un encargo de la Conferencia Episcopal, del que cuenta que odiaba posar, y del, recientemente fallecido, presidente del Gobierno de Aragón Javier Lambán, incluido en esta exposición.

Isabel Guerra: Retrato de D. Javier Lambán. 2025. Foto: Fundación Ibercaja

Isabel Guerra: "Retrato de D. Javier Lambán". 2025. Foto: Fundación Ibercaja

Pero la pintura no le supone un lastre, sino todo lo contrario: “Quiero aprovechar viviendo cada minuto de la vida que Dios me da. Dios me da una vida para que la vida en plenitud y no quiero desperdiciar un minuto”. Su pasión por el arte deslumbra y nos da una lección de vida y trabajo.

“El arte consiste en expresar lo que sentimos con el corazón” sentencia la hermana Guerra con mucha paz. Su honesto discurso desmonta muchas tendencias del arte contemporáneo actual, arraigado en ideas complejas de la estética y la filosofía, aunque realmente: ¿qué es el arte sino una emoción profunda?

Sus lienzos sencillos hacen guiños a los grandes maestros de la pintura. Encontramos trazos de Velázquez y de Sorolla, de Goya y de Rembrandt, aunque finalmente la hermana Isabel, haya encontrado un estilo radicalmente propio.

Nos confiesa que lo que le inspira es la vida misma, “la vida cotidiana”, y lo que le interesa son las texturas de la pintura, que se puedan tocar, para eso mezcla sus óleos y acrílicos con arena y otros materiales que le confieren un acabado casi escultórico, muy matéricos y así consigue que la luz se expanda por todo el lienzo.

“El arte consiste en expresar lo que sentimos con el corazón” Isabel Guerra

Bautizada por Luis María Ansón como la pintora de la luz, este bello calificativo la ha acompañado desde entonces. Escribió en 2015 en las páginas de El Cultural: “No pinta cestos, maderas, vasijas, bodegones, hombres o mujeres. Pinta la luz. Esa es la clave de su expresión artística y de su éxito. El silencio en su pintura se hace música callada, soledad sonora. (...). Los aficionados se asombran, exposición tras exposición, ante la irrupción desbordante de la luz que encienden sus pinceles”.

Nos cuenta que visita el Museo del Prado y el Reina Sofía asiduamente: “Siempre que vengo a Madrid voy de Atocha al Prado. Como allí, doy una vuelta y luego hago lo que tengo que hacer”. No será así en esta ocasión, pues debe volver inmediatamente a Zaragoza a terminar un enorme lienzo de cuatro metros para su próxima exposición que se inaugura el 3 de octubre.

Isabel Guerra: 'Estad firmes en toda ocasión', 2023. Fundación Ibercaja

Isabel Guerra: 'Estad firmes en toda ocasión', 2023. Fundación Ibercaja

Aunque ella rehuse radicalmente hablar sobre dinero, su obra no deja de revalorizarse. Sus lienzos han alcanzado precios entre los 5.000 y los 10.000 euros. Por ejemplo, piezas como Apoyada en la fuente de tu amor (óleo, 92 x 60 cm) se vendieron por 5.000 €, mientras que Paisaje (óleo, 97 x 162 cm) tuvo un precio de salida en subasta de 6.000 €.

La obra de Isabel Guerra más valorada en las subastas recientes es el óleo sobre lienzo titulado Fotógrafo en la Concha de San Sebastián, de 80 x 115 cm, que alcanzó un precio de venta de 10.000 € en la subasta de Fernando Durán el 23 de julio de 2020.

La historia de la hermana Isabel es la de una artista que ha experimentado por sí misma diferentes técnicas y movimientos artísticos, desde el Barroco a las vanguardias, y que ha terminado por desarrollar un indiscutible estilo propio. Les podrá gustar más o menos pero siete décadas de amor por los pinceles manchados bien valen estas letras.