Vista de la exposición 'Fabular paisajes'. Foto: Museu Habitat

Vista de la exposición 'Fabular paisajes'. Foto: Museu Habitat

Arte

Cubos blancos, relatos negros: los museos revisitados de Manuel Borja-Villel

Barcelona despliega el 'Museu Habitat', un recorrido por la historia más oscura de la museología de la Ciudad Condal.

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Julia Ramírez-Blanco
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Pocas exposiciones han generado tanta expectación como la última muestra cocomisariada por Manuel Borja-Villel en Barcelona. Hoy “asesor museístico” de la Generalitat, el exdirector del Museo Reina Sofía comparte esta curaduría con el arquitecto Lluís Alexandre Casanovas y la investigadora Beatriz Martínez.

Fabular paisajes. Museu Habitat

Barcelona. Comisarios: Manuel Borja-Villel, Lluís Alexandre Casanovas Blanco, Beatriz Martínez Hijazo. Hasta el 5 de octubre

Juntos plantean una reflexión sobre la genealogía de los museos aterrizada en Cataluña. Fabular paisajes ocupa dos sedes muy connotadas. El Palau Victòria Eugènia, que formó parte de la Exposición Universal de 1929 y albergará la ampliación del MNAC, y, por otra parte, el Palau Moja, que fue la residencia de Antoni López, cuya estatua barcelonesa fue retirada por su papel en el comercio esclavista. La elección de estos espacios marca el tono de un relato que combina la historiografía y el arte actual.

En el Pabellón Victòria Eugènia cuatro “invernaderos” de tela térmica blanca contienen pequeños “ensayos” sobre la genealogía de los museos catalanes. Mientras tanto, a su alrededor se sitúan las obras de arte contemporáneo, en gran medida encargadas exprofeso. Los techos altos y el aire de hangar dan una estética de pequeña bienal al conjunto.

Partiendo de la división de la pintura por géneros académicos, el primer “invernadero” se centra en el paisaje. Contra la imagen idealizada del campo vacío de actividad humana, aquí se afirma que todo paisaje es un territorio habitado.

La reflexión se centra en el propio entorno donde se sitúa el Palau Victòria Eugènia: la montaña de Monjüic, lugar horadado por canteras en las que trabajaron primero gitanos y, después, migrantes andaluces.

Oriol Vilanova: 'Capitan', 2023. Foto: Museu Habitat

Oriol Vilanova: 'Capitan', 2023. Foto: Museu Habitat

Los curadores eligen para contar esta historia los cuadros románticos de Modest Urgell y los lienzos miserabilistas de pintores como Isidre Nonell, además de documentos de época que dan voz a los labradores de piedra.

Artistas contemporáneos se suman al relato: Mabel Tapia fotografía el estado actual de las canteras, Dan Lie crea una gran instalación hecha de plantas y otros materiales orgánicos, y Lola Lasurt centra su investigación en la gitana Consuelo, modelo con la que se obsesionó Nonell.

Vemos una imbricación íntima de las instituciones museísticas con el esclavismo, la explotación y el genocidio

Dedicadas a la industria, el comercio y el arte, las Exposiciones Universales decimonónicas son un elemento fundamental para comprender la génesis museística. De la de 1888 –durante la cual se construyó el Monumento a Colón– aquí se destaca su rol en la consagración de la identidad nacional catalana ligada al arte románico.

A la vez, esta concepción se articulaba con una imagen de modernidad y progreso, cuya dependencia con las riquezas venidas de ultramar es evidente. Precisamente esta Exposición Universal se conecta con la Exposición General de las Islas Filipinas que, bajo la tutela del catalán Víctor Balaguer, incluyó un zoológico humano en el madrileño Retiro.

David Bestue: 'Mecanismes'. Foto: Museu Habitat

David Bestue: 'Mecanismes'. Foto: Museu Habitat

Sobre la actualización del colonialismo en Filipinas habla el gran textil histórico de Cian Dayrit. A su vez, Paula García-Masedo muestra piezas hechas de abacá, fibra procedente de ese territorio.

Al vínculo entre catolicismo e imperialismo se refiere la obra esperpéntica de Efrén Álvarez, centrada en el genocidio guanche en Canarias, cuya participación catalana se expresa con un gran caganer.

El tercero de los invernaderos se ocupa del análisis de la Exposición Universal de 1929, que incluyó el llamado Palau de las Missions, donde participaron los monjes capuchinos que evangelizaban a la población amazónica durante el genocidio del caucho.

De la Exposición quedaban fuera los pueblos originarios, representados en Europa por los romaníes: las pinturas de campos de concentración de Ceija Stojka se suman a la maqueta de las chabolas del Camp de la Bota realizada por la Associació de Dones Adrianes del Barri de la Mina. También se recupera la identidad queer del modernista Ismael Smith en un proyecto del colectivo El Palomar.

Sammy Baloji: 'Installation', 2021. Foto: Museu Habitat

Sammy Baloji: 'Installation', 2021. Foto: Museu Habitat

El último de los espacios históricos pone el foco en la colonización del Sáhara y Guinea Ecuatorial, puntos ciegos en la autorrepresentación hispana. Los edificios del GATPAC quedan ligados a la importación de madera guineana, en un proceso extractivo que hacía traer árboles enteros.

En el Palau Moja, se exponen a su vez la serie fotográfica sobre la familia Güell realizada por Jorge Ribalta o el vídeo Amnesia colonial de Claudia Claremi.

Fabular paisajes arroja un jarro de agua fría a la visión de Cataluña como lugar ajeno a las dinámicas imperialistas y opresoras de España como nación colonial. Vemos una imbricación íntima de las instituciones museísticas con el esclavismo, la explotación y el genocidio.

Siguiendo el rastro del dinero, el análisis de los museos catalanes lleva a los procesos de colonización, así como a los regímenes de represión interna y explotación dentro del propio territorio. El resultado no es halagüeño.