Dora Maar asomada a la ventana de su estudio, París, 1937. Foto: Throckmorton Fine Art

Dora Maar asomada a la ventana de su estudio, París, 1937. Foto: Throckmorton Fine Art

Arte

La exposición desconocida de Dora Maar: "Fue artista antes, durante y después de Picasso"

El Museo Lázaro Galdiano expone más de 80 obras de Dora Maar, entre ellas, las fotografías sociales tomadas en Barcelona en 1933 y una serie de dibujos inéditos rescatados del olvido.

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Un ojo flota entre mendigos, músicos ciegos y prostitutas que caminan invisibles entre los escaparates rotos de una ciudad al borde de una guerra civil. Es el ojo de Dora Maar que, en 1933, retrató Barcelona desde el margen, con una cámara como bisturí y una estética como puñal.

La exposición Dora Maar: fotografía y dibujos recupera ahora ese archivo urgente y bello, junto con una serie de dibujos privados que dibujan su subconsciente con grafito y rabia.

La muestra, comisariada por María Millán y enmarcada dentro del festival PHotoEspaña, cuenta con el respaldo de LOEWE y la Fundación LOEWE. "Ella quería hablar. Esta exposición es su voz", ha explicado Millán en la presentación.

"Durante mucho tiempo, su figura estuvo oscurecida por otras narrativas. Pero Dora Maar fue artista antes, durante y después de Picasso".

Maar, cuyo nombre verdadero era Henriette Theodora Markovitch, nació en París en el seno de una familia croata-francesa en 1907.

Figura con cuadrícula, París, 1939. Foto: Galerie Boquet y Ambroise

Figura con cuadrícula, París, 1939. Foto: Galerie Boquet y Ambroise

Destacó de inmediato como fotógrafa comercial y de moda durante la década de 1920 debido a su experimentación con técnicas vanguardistas. Entre ellas: los negativos dobles, la solarización y la iluminación rompedora. Todas estas se podrían presenciar en la exhibición.

Cemento existencial

Uno de los núcleos centrales de la exposición lo constituyen las fotografías urbanas que Maar realizó en las calles de Barcelona en 1933, un periodo de deriva sociopolítica que ya alentaba al estallido de la Guerra Civil.

"No era una turista", ha insistido Millán. "Pasó su juventud en Buenos Aires y hablaba español. Cuando llega a Barcelona, se implica. Vive el momento. Retrata a niños mendigos, músicos ciegos, prostitutas, ancianos. Es una mirada empática, cruda, sin juicios".

Las fotos capturan la vida cotidiana y los oficios tradicionales de la ciudad, con énfasis en las comunidades menos favorecidas. Estas instantáneas ofrecen una ventana a las dificultades de la vida urbana.

Un mendigo ciego en las calles de Barcelona, 1934. Foto: Museo Reina Sofía

Un mendigo ciego en las calles de Barcelona, 1934. Foto: Museo Reina Sofía

Una de las imágenes más impactantes, según la comisaria, muestra a un ciego tocando el suelo con un bastón, en un gesto que estremece. "A los surrealistas les fascinaba la idea de la visión interior, de la ceguera como acceso al inconsciente. Dora canaliza eso desde lo real".

"Me parece muy realista que todo esto esté ocurriendo mientras otras personas, bien vestidas, pasean por las Ramblas sin mirar lo que sucede a su alrededor", añade Millán, señalando el contraste de clases y de miradas que aparece en muchas de las tomas. "Esa Barcelona de 1933 es el espejo de una sociedad a punto de estallar. Dora lo intuye".

La sala Pardo Bazán del museo acoge también los retratos de personalidades como Jean Cocteau, Nadia Sibirskaïa, Frida Kahlo o el propio Picasso, así como las legendarias fotografías del proceso de creación del Guernica.

"Muchos artistas no soportan que nadie observe su proceso. Que Picasso eligiera a Dora habla de su talento y de su sensibilidad", remarca Millán. "No solo documenta, interpreta. Ella entendía el espacio y el gesto. Sabía dónde ponerse, cuándo apretar el obturador".

Joven vendedor en el mercado de la Boquería, Barcelona,1933. Foto: Arxiu Nacional de Catalunya

Joven vendedor en el mercado de la Boquería, Barcelona,1933. Foto: Arxiu Nacional de Catalunya

Hallazgos artísticos

Pero el gran hallazgo de la muestra son los dibujos. "Cuando descubrí este archivo, me latió el corazón intensamente", confesó la comisaria. Son obras en papel nunca antes expuestas, hechas en hojas sueltas, agendas, cuadernos de contabilidad, en grafito y tinta china. "Es como si uno pudiera leer sus pensamientos. Hay notas, ensayos, figuras que no buscan agradar, sino expresar".

"Uno de mis favoritos es un retrato rápido de una niña, hecho a mano alzada, que es la hija de una amiga suya. Es bellísimo por su inmediatez", asegura Millán. "Y en otro extremo, hay dibujos de mujeres anónimas que parecen llevar el peso de todo un siglo sobre los hombros. Me emociona pensar en lo que esas figuras contienen, lo que sugieren".

Para Millán, estos dibujos son clave para entender la interioridad de Maar. "No solo son técnicamente brillantes. Expresan sueños, angustias, estados emocionales. Hay mujeres sin rostro, animales, paisajes irreales. Es un cuaderno de su subconsciente".

También destacan los trabajos sobre papel reciclado: "Dibujaba sobre lo que tenía a mano: una libreta de contabilidad, una agenda vieja. No hay pretensión, sólo necesidad".

La exposición incluye una pintura de 1957, un último gesto hacia su faceta más silenciosa. "No es su obra más famosa, ni lo pretende. Pero quería que estuviera presente su condición de pintora, que nunca abandonó", explica Millán.

Tras su ruptura con Picasso, la artista se replegó, se refugió en el sur de Francia y se dedicó a pintar paisajes. Vivía sola, en silencio, pintando. Y esa también era Dora.

El 17 de junio, la historiadora del arte Victoria Combalía, autora de una biografía esencial sobre Dora Maar, ofrecerá una conferencia en el museo. "Es una oportunidad única de escuchar a quien conversó con ella durante años", apunta Millán. "Victoria tiene una visión profunda, directa, honesta de Dora."

"Me gusta pensar que esta exposición es como abrir un cajón olvidado y encontrar dentro un universo", concluye Millán. "Es una exposición de detalles: del trazo ligero, del rostro difuso, del instante detenido. Y ahí está la fuerza".