Cabello/Varceller. Foto: Roberto Ruiz / PratsNoguerasBlanchard

Cabello/Varceller. Foto: Roberto Ruiz / PratsNoguerasBlanchard

Arte

Cabello/Carceller, artistas: "Hablamos de lo que nos afecta, de identidades sexuales y libertad"

Entramos en su nueva exposición en la galería PratsNoguerasBlanchard, que imagina un mundo en el que aún hay espacio para la utopía, lejos de la polarización.

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El gris es un color que atomiza –en su diversidad de matices– una asombrosa potencia política. Tiñe a una disidencia que cuestiona lo intempestivo del presente; que duda, que se permite asumir la niebla como un estado del alma.

En la obra de Cabello/Carceller este color deviene manifiesto, anulando el binarismo maniqueo y la polarización política. También reivindican la indisciplina de la melancolía que anula los ritmos frenéticos que nos impone el régimen neoliberal. Lo gris resurge en ellas como sólida atalaya desde donde mirar el mundo.

Nos invitan a entrar en su última exposición en la sede barcelonesa de PratsNoguerasBlanchard. La habitación gris: Escenario 1 nos sirve como excusa para repasar la brillante trayectoria de esta pareja artística y sentimental. Helena Cabello (París, 1963) y Carceller, como así prefiere llamarse (Madrid, 1964), recibieron la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes de 2024 y fueron, además, finalistas del I Premio Fundación MACBA.

A punto de marcharse a Nueva York para investigar sobre las españolas exiliadas en la Guerra Civil, nos guían por esta casa que es un relato, una exposición llena de subtextos, imágenes y objetos, a priori ásperos –como las mallas de bridas o las fotografías de naturalezas entre la niebla– pero llenos de resiliencia y, en el fondo, optimismo.

Pregunta. El gris es un color con connotaciones negativas. ¿Qué les interesa de él?

Respuesta. Desde el principio de nuestra carrera, lo hemos utilizado recurrentemente, por ejemplo en nuestros autorretratos como paisajes grises. Pero, aunque hay una tendencia a etiquetar lo gris bajo una unicidad, nosotres lo vemos como un espacio de potencialidades y multiplicidades, como las sexualidades de género disidentes que se expanden en una inmensa cantidad de matices y diferencias, y que, como el color gris, tiene muchísimas variantes.

P. También se asocia a la melancolía.

'Retrato de un joven (variaciones en gris) #3', 2025. Foto: Roberto Ruiz / PratsNoguerasBlanchard

'Retrato de un joven (variaciones en gris) #3', 2025. Foto: Roberto Ruiz / PratsNoguerasBlanchard

R. Sí, pero en nuestro trabajo no es una melancolía que se encierre en sí misma, sino que busca mirar el pasado para entenderlo mejor, sin dejar pasar la posibilidad de la utopía. Un mundo sin utopías mira, inevitablemente, hacia atrás. Es necesario parar estos tiempos de optimismo infantiloide. No queremos perder la utopía como un lugar posible.

P. Sus fotografías, lejos de ser utópicas, son paisajes atrapados en la niebla. ¿No podemos ver más allá?

R. Entendemos la niebla como un espacio de posibilidad. Como afirmó Susan Sontag, “debemos cartografiar el terreno para poder perdernos”, y la niebla nos permite imaginar lo que hay al otro lado. Es un modo de imaginar la utopía sin caer en el exceso.

P. El montaje de la exposición tampoco cae en el exceso, sino más bien lo contrario.

“La sensación de incomprensión en los noventa era brutal,
decían que lo que hacíamos era raro. Trabajábamos en la marginalidad”

R. El espacio de exhibición es un escenario. Es donde los públicos se relacionan con las obras. Al final hay una acción performativa, lugares a partir de los cuales podemos continuar el relato. Son escenas abiertas donde suceden cosas. Para nosotres son importantes y pensamos detalladamente sus ritmos y lecturas. Nos gusta romper la linealidad.

P. Algo muy interesante de su trabajo es su transdisciplinariedad. Entre el vídeo y la performance, entre el arte textual y la escenografía, es difícil encajarlas en una disciplina.

'La biblioteca (variaciones en gris): Gata Cattana', 2025. Foto: PratsNoguerasBlanchard

'La biblioteca (variaciones en gris): Gata Cattana', 2025. Foto: PratsNoguerasBlanchard

R. Trabajamos desde una consciencia total de ruptura de las categorías. Cuando hicimos las series Rapear filosofía (2016) o Bailar el texto (2013) pensábamos que no se iba a entender, algo que finalmente no ocurrió. Nos interesan los sujetos complejos, los que no encajan con el molde, los puntos de fricción. Nunca utilizamos actores, sino individuos que realmente vivan las historias que queremos contar, que son las nuestras.

P. Una de las piezas de la exposición es un cuadro con una cita de Alejandra Pizarnik: “Hablo de mí, naturalmente”.

'Futuro: Itinerario #3', 2001. Foto: Cabello/Carceller

'Futuro: Itinerario #3', 2001. Foto: Cabello/Carceller

R. La autorreferencialidad nos acompaña desde siempre. Hablamos de lo que nos afecta –desde lo micropolítico–, de identidades sexuales y libertad.

P. El protagonista de sus fotos está atrapado bajo una malla de bridas. ¿Lo que nos oprime nos libera?

R. Los elementos de sujeción como las bridas aluden a la teórica norteamericana Judith Butler, que habla de subjects, sujetos, un término que está relacionado con la sujeción, con lo que te constriñe, pero que, a la vez, te construye como sujeto e individuo. Es una contradicción, porque nos sentimos cómodas con ellas, hablan también de libertad. Trabajamos mucho esta ambivalencia de no poder estar fuera del sistema y a la vez sentirnos cómodas en él. El protagonista de nuestras fotos es un sujeto trans que está en disputa con el sistema, tiene fuerza para existir a pesar de lo que le rodea. Es un sujeto consciente.

P. Una de las exposiciones más aplaudidas del año 2022 fue su investigación sobre Catalina-Antonio de Erauso –la Monja Alférez– comisariada por Paul B. Preciado en Azkuna Zentroa, en la que se propusieron añadirle los dos géneros a las calles españolas que llevaran su nombre. ¿Lo han conseguido?

'La biblioteca (variaciones en gris): Judith Butler', 2025. Foto: PratsNoguerasBlanchard

'La biblioteca (variaciones en gris): Judith Butler', 2025. Foto: PratsNoguerasBlanchard

R. Ahora hay una parte del feminismo TERF [acrónimo inglés para ‘feminista radical transexcluyente’] que hace muy difícil ese tipo de cambios y que se niega a ver la realidad trans. El no binarismo que plantearía el cambio del nombre de la calle sería una apuesta por reconocer otra realidad, pero parte del feminismo se ha vuelto extraordinariamente binario. El mundo te impone su realidad como una bofetada.

P. Me viene a la cabeza el caso de Karla Sofía Gascón.

R. Nadie dijo que ser disidente de género te capacite para identificar otros discursos de odio.

P. Es sorprendente que una parte del feminismo se acerque a la ultraderecha.

R. No es la primera vez, recordemos el caso de Catherine MacKinnon y Andrea Dworkin que pactaron en los 80 con la extrema derecha norteamericana para sacar adelante una ley antipornografía y eso trajo unas consecuencias desastrosas, políticas censoras radicales y una guerra cultural entre el proporn y el antiporn; y entonces el arte se llenó de desnudos.

Escribo desapariciones

P. El año pasado les otorgaron la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. ¿Qué significó para ustedes?

'Sujeciones: estructura #1', 2025. Foto: PrtasNoguerasBlanchard

'Sujeciones: estructura #1', 2025. Foto: PrtasNoguerasBlanchard

R. Viniendo de donde venimos los premios son importantes. Hay una lucha colectiva que va obteniendo un refrendo, pero nos hemos sentido muy solas e incomprendidas sobre todo al principio de nuestra carrera.

P. ¿Cómo fueron los inicios?

R. La sensación de incomprensión en los noventa era brutal, decían que lo que hacíamos era raro porque contaminamos lo conceptual con lo identitario, algo que nadie hacía. Trabajábamos en la marginalidad. Era un momento muy dificil en el que nadie decía que era feminista.

'Sujeciones: estructura corporal', 2024. Foto: PratsNoguerasBlanchard

'Sujeciones: estructura corporal', 2024. Foto: PratsNoguerasBlanchard

P. Se acompañan de la teoría crítica, construyen una genealogía. En esta exposición hay citas y libros de Gata Cattana, Monique Wittig, Roland Barthes, Alejandra Pizarnik, Judith Butler o Enzo Traverso.

R. En nuestra comunidad nos hemos tenido que armar culturalmente, la teoría nos abre puertas para la reflexión, es una herramienta muy útil que nos ayuda a sentirnos acompañadas.