
Vista general de la exposición. Foto: Roberto Ruiz / Carlier | Gebauer, Berlín/Madrid
Leonor Serrano Rivas, entre brujas medievales y plantas medicinales: un nuevo arte vegetal
Una sorprendente investigación sobre el comportamiento vegetal crece en la galería Carlier Gebauer mediante técnicas como la electrólisis o la fitofotografía.
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En su libro La vida de las plantas: una metafísica de la mixtura el filósofo Emanuele Coccia defiende la enorme importancia del reino vegetal. Reivindica cómo las plantas viven en absoluta interacción con su entorno y buscan exponerse en la mayor medida posible al aire y la luz, mientras hunden sus raíces en la tierra.
Coccia describe esto como una práctica de sumergirse en el mundo, que permite entender las redes de interdependencia que sostienen toda forma de vida. Es de aquí de donde la artista española Leonor Serrano Rivas (Málaga, 1986) toma el título de su exposición Para un ser sumergido en la galería Carlier Gebauer de Madrid.
La sensación de zambullirse dentro de un contexto determinado parece aplicarse también al dispositivo de la propia exposición. Esta se compone de un conjunto de elementos complementarios: un friso fotográfico que rodea al espectador, una serie de esculturas y un tapiz exento. En estas piezas la creadora habla de plantas y les da voz. A la vez, conecta con sus proyectos anteriores, en los que investigaba la artesanía y los saberes populares desde una historia de tiempo largo.
Leonor Serrano Rivas lleva años trabajando en torno al saber médico y botánico de las mujeres medievales que después serían condenadas por “brujería”. Dentro de una sociedad que carecía de escuelas de medicina, estas sabias curanderas aplicaban un sistema en el que cada planta se relacionaba con ciertos planetas y piedras.
Su conocimiento se transmitía de forma oral a través de relatos y canciones en momentos como el trabajo de tejer juntas. En la exposición, este linaje aparece en la forma de un tapiz. Realizado en nudo de gurullo, un nudo popular que deriva de los que usaban las mujeres medievales, su materialización se llevó a cabo en colaboración con dos artesanos durante diez meses en un proceso de enorme complejidad técnica.
En la pieza textil aparecen representados una serie de injertos botánicos que la artista entiende como el proceso de meter una planta dentro de otra, creando una planta diferente. A su vez, los tipos de vegetación reproducen combinaciones propias de la sanación de las curanderas de los siglos X-XII. Las plantas de Júpiter (siemprevivas, eupatorio y laurel) se unen con ramas de luna (olivo y peonía), formando la imagen de un conjuro.
Las metamorfosis de las plantas y su capacidad transformadora están presentes en toda la muestra. Dispuesta en las paredes, una “piel” de fitofotografía o fotografía vegetal responde a un proceso analógico particular en el que la artista superpone pétalos de plantas mojados en ciertos químicos sobre una película fotográfica. Dispuestas por el espacio, vemos también una serie de esculturas realizadas sumergiendo distintas plantas en baños electrolíticos.

Vista general de la exposición. Foto: Roberto Ruiz / Carlier | Gebauer, Berlín/Madrid
Lejos de suponer un molde, elementos vegetales y metales se fusionan, entre la descomposición de lo orgánico y la orfebrería. La escritora Ursula K. LeGuin decía que “el nombre del mundo es bosque”. Leonor Serrano aquí compone un conjunto de relatos que nos reconecta con la naturaleza vegetal del mundo.