Palma de Mallorca, 1959 © Christer Strömholm Estate

Palma de Mallorca, 1959 © Christer Strömholm Estate

Arte

Christer Strömholm, el fotógrafo de vida errante que se convirtió en uno de los mejores de Suecia

La Fundación Mapfre nos descubre a un fotógrafo fascinante que retrató a los artistas del París de la vanguardia y amó España.

18 febrero, 2024 01:48

La historia de la pintura moderna y su canon de autores de primera, segunda y tercera fila ya está establecida. En cambio, en el caso de la fotografía moderna da la impresión de que esa historia sigue en construcción. Para decirlo de otra manera: todos los años descubrimos algún fotógrafo o fotógrafa valiosos. En nuestro país, la Fundación Mapfre es una de las instituciones que más han destacado en esa labor de dar a conocer nombres conocidos solo en círculos reducidos.

Christer Strömholm

Fundación MAPFRE. Madrid. Comisaria: Estelle af Malmborg. Hasta el 5 de mayo

Es el caso de Christer Strömholm (Estocolmo, 1918-2002). Y aunque no nos revela nada que no conociéramos, ni en lo que se refiere a los temas ni a la técnica, aun así, he visto en esta exposición dos o tres imágenes que voy a colocar en mi galería privada de fotos favoritas.

Por lo que he podido leer, Strömholm tuvo una infancia y una primera juventud ciertamente difíciles y agitadas. Sus padres se divorciaron cuando era un niño y cuando apenas tenía dieciséis años, su progenitor se suicidó. Todo ello le impulsó, poco después, a iniciar una vida errante lejos del entorno familiar.

Visitó España durante la guerra civil y a finales de los años cincuenta trabajó aquí como guía turístico

Cuando estalló la guerra mundial estaba cumpliendo el servicio militar obligatorio en Suecia. Del frente siempre recordó la recogida de decenas de cadáveres de soldados congelados (cabe decir que la muerte será, sin duda, un argumento central de su creación). Hay testimonios de su colaboración con el espionaje y la resistencia anti nazi, pero esa época de su vida siempre estuvo rodeada de misterios que el fotógrafo nunca quiso aclarar.

Tras la guerra se instaló en París, que era entonces un hervidero de artistas de todo tipo. Su afición por la pintura le llevó a matricularse en la Academia de Bellas Artes y de forma un tanto azarosa (a partir de un encargo comercial) empezó a interesarse por la fotografía, que enseguida supo que se convertiría en su medio de expresión.

'Leo Zimmerman, París', 1949. © Christer Strömholm Estate

'Leo Zimmerman, París', 1949. © Christer Strömholm Estate

Entre otros fotógrafos conoció a Brassaï y a Henri Cartier-Bresson que representan las dos tendencias que guiaron posteriormente su trabajo. Realizó por entonces una serie de retratos de artistas para diversas publicaciones y es ahí donde encontramos sus primeras obras de interés.

En esta exposición podemos ver toda una galería de personalidades claves del arte europeo, que fue fotografiando en años sucesivos y que aparecen captados con una llamativa naturalidad: Yves Klein, Daniel Spoerri, Marcel Duchamp y también Tàpies o Antonio Saura. El retrato de Giacometti es tan notable como lo fue el mismo retratado.

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Un hecho que marcó su personalidad artística fue el contacto, en la década de 1950, con Otto Steinert, creador de la denominada Fotografía Subjetiva. Durante algunos años participó en las exposiciones del colectivo Fotoform, liderado por Steinert, que promovía la experimentación con motivos abstractos y poéticos. Luego Strömholm pasó años viajando por el sur de Europa y el norte de África.

En 1962, junto con Tor-Ivan Odulf, fundó Fotoskolan, la escuela de fotografía de Estocolmo, que dirigió durante diez años. Su incansable reivindicación del carácter artístico de la fotografía orientó la trayectoria de centenares de fotógrafos escandinavos.

Es de subrayar la relación de Strömholm con España. La visitó por vez primera durante la guerra civil y se sintió tan atraído por nuestro país que a finales de los años cincuenta buscó trabajo como guía turístico de viajes que partían de Suecia en autobús, y así pudo visitar Madrid, Barcelona y el Levante español.

En la década siguiente realizó otros dos viajes a nuestro país, acompañado por el poeta Lasse Söderberg (que luego se convertiría en eminente traductor de poesía española y catalana). Resultado de estos viajes fue el libro Viaje en blanco y negro, que reúne fotografías que repiten la temática habitual de la época: guardias civiles, playas y miseria. También niños, un tema que al fotógrafo siempre le interesó (tal vez, se dice en el catálogo, como compensación por la falta de atención que dedicó a sus propios hijos).

'El pequeño Christer, Pigalle,  París', 1955 © Christer Strömholm Estate

'El pequeño Christer, Pigalle, París', 1955 © Christer Strömholm Estate

En esta exposición destacan dos series ciertamente notables, correspondientes a sendos libros. Una es La Place Blanche, una inmersión a fondo en la vida cotidiana de las transexuales que a finales de los cincuenta vivían en el entorno de ese lugar de la capital francesa. La familiaridad con las que les fotografía Strömholm convierte la serie en un documento humano del mayor interés.

La otra es Poste restante (Lista de correos, diríamos en español), que reúne imágenes tomadas a lo largo de toda su carrera. Sin fecha ni localización, son un peculiar diario, íntimo y sugerente.

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Strömholm realizó su primera exposición individual en 1965, a la tardía edad de cuarenta y seis años. A partir de ese momento su reputación fue en aumento y en 1997, a los setenta y nueve años, recibió el Premio Hasselblad, el más importante que puede recibir un fotógrafo. El galardón refleja, sin embargo, la enorme influencia que ejerció, según confiesan ellos mismos, en artistas mucho más conocidos que él, desde Nan Goldin a Graciela Iturbide.

Y ahora, dejemos de lado toda esta información y recorramos las salas de la exposición. Entre estas imágenes, siempre sutiles y muchas veces bellas, encontraremos algunas de una poesía tan desolada que las palabras no bastan para describirlas.