Alberto García-Alix: 'Sin título', 2019 (detalle)

Alberto García-Alix: 'Sin título', 2019 (detalle)

Arte

Alberto García-Alix, fotografía que es en realidad pintura viva

Después de cuatro años trabajando en el Museo del Prado, el fotógrafo muestra el resultado de estas imágenes superpuestas de los grandes maestros

22 junio, 2022 03:08

A cierta edad, algunos (grandes) artistas sienten la necesidad de dialogar con el relato histórico del arte al que pertenecen. El reto no es menor, por muy reconocidos que ya sean por sus contemporáneos, y no siempre sale bien. Va más allá de la mera rivalidad por su inserción en aquel relato, que han ido ganando durante décadas, porque supone no solo crear imágenes nuevas a partir de las canonizadas por la tradición, de igual a igual, con familiaridad; sino mostrarse abiertamente, a pecho descubierto, como espectador e intérprete, se pretende, privilegiado.

Alberto García-Alix. Fantasías en el Prado

Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico. Madrid. Hasta el 28 de agosto

Alberto García-Alix (León, 1956): Premio Nacional de Fotografía 1999, Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid en 2004; Premio PHotoEspaña 2012, y nombrado aquel año Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia; Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes de España en 2019, y este año, Premio Trayectoria Fundación Enaire, comenzó a disparar fotografías en 1976 y lleva 46 años utilizando la luz. Identificado al comienzo con la movida madrileña y más tarde y acertadamente, con el género del retrato, en la última década sus fotografías y audiovisuales han sido, sobre todo, autorretratos.

Y precisamente, un autorretrato con la ayuda del león de la gran Rosa Bonheur abre esta exposición, como declaración de que en esta incursión historicista no se pierde un ápice de la melancolía salvaje e irreverente que caracteriza de principio a fin su producción. También tierna, como evidencia otro autorretrato, esta vez con un perrillo extraído de la tela Toro rendido por perros (1636-1638), del menos conocido Paul de Vos.

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Durante cuatro años, el fotógrafo ha estado visitando el Museo del Prado para obtener estas imágenes con dobles o triples exposiciones, superponiendo detalles, en composiciones que tanto tienen de azarosas como de esmero artesanal, fiel a la fotografía analógica, siempre en blanco y negro. Este arduo proceso arrancó de un encargo colectivo: como en ocasiones anteriores el museo invitó esta vez a doce fotógrafos. García-Alix no perdió la ocasión y prosiguió. De algún modo, es también un homenaje a su madre, historiadora, que le llevaba junto a sus hermanos al Prado.

La muestra es también un homenaje a su madre, historiadora, que le llevaba junto a sus hermanos al Prado

El resultado es una selección, entre cientos de negativos, de treinta y cinco imágenes, la mayoría inolvidables. En algunas, ha bastado el objetivo desenfocado o meramente un temblor para volver a la vida personajes reales o ficticios representados en pinturas: como ocurre, de manera asombrosa, con el autorretrato del anciano Goya. Y más aún, con el Cristo muerto sostenido por un ángel (1475-1476), de Antonello da Messina, reconvertido en quien podría ser un joven amigo rebelde del fotógrafo.

Alberto García-Alix: 'Fantasía española', 2018 (detalle)

Alberto García-Alix: 'Fantasía española', 2018 (detalle)

Esta actualización, traer lo representado en la historia al presente, es lo que hacen muchos visitantes en su imaginación, cuando se identifican y quedan embobados ante una pintura en el museo, hasta padecer el mal de Stendhal. Este tipo de imágenes, que toman a los representados como sujetos vivos a retratar con la máquina fotográfica llevan al paroxismo el punctum de Barthes, cuya fúnebre Cámara lúcida García-Alix intentó leer sin éxito cuando era joven.

Sin embargo, muestra de virtuosismo en el punctum es el rostro que se transparenta en el detalle del pañuelo que sujeta la mano de una joven dama (en una fusión de retratos de Rodrigo de Villandrando y Alonso Sánchez Coello). Y prueba de su oposición frontal a las “naturalezas muertas”, su versión de Florero de cristal (1668), de Juan de Arellano.

Alberto García-Alix: 'Sin título', 2019 (detalle)

Alberto García-Alix: 'Sin título', 2019 (detalle)

Como también llenos de intencionalidad están sus revisiones de los grandes maestros españoles: El Greco (la Virgen contiene en su seno y entre sus manos al Cristo crucificado); Velázquez (Las meninas bajo el retrato de Felipe IV); y Goya (Perro semihundido fundido con Las Parcas y, sobre todo, La nevada), que destilan posibles interpretaciones religadas con nuestras preocupaciones de hoy: la metamorfosis del estatus de las mujeres o los migrantes y excluidos.

Esta exposición encumbra definitivamente a este trabajador de la luz entre los maestros pintores

Además, no podían faltar imágenes abiertamente sexuales y provocadoras, como la fusión de pene y rostro a la altura de la boca en la escultura romana de un Joven orador. En esa línea, García-Alix parece haber arrojado en plan terrorista pintura blanca sobre la Mona Lisa del Prado. Aunque más interesante es la conversión del célebre icono a una adolescente tímida y sorprendida, solo con el ardid del desenfocado, modificando las sombras sobre el rostro.

Se puede jugar a identificar las pinturas del Museo del Prado pero, créanme, no merece la pena ante esta exposición asombrosa, que requiere demorarse, evoca tantas posibles interpretaciones y, aunque era de esperar, encumbra definitivamente a este trabajador de la luz entre los maestros pintores.