Image: Todos los impresionistas vienen de Pissarro

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Arte

Todos los impresionistas vienen de Pissarro

Christophe Duvivier, director del museo dedicado a Pissarro, ha pasado por la Casa Sefarad de Madrid para impartir una conferencia en torno a la figura del pintor impresionista cuando se cumplen 115 años de su muerte

13 noviembre, 2018 01:00

Camino de Versalles, Louveciennes, sol de invierno y nieve, 1870

Cuando Camille Pissarro tenía 20 años viajó a Venezuela con el pintor danés Fritz Melbye. Aunque apenas se conocen las obras de esta época, los 18 meses de estancia le aportaron un sistema de colaboración que continuó durante las próximas décadas. Cèzanne, Gauguin o Degas fueron algunos de los pupilos que maduraron bajo las enseñanzas del padre del impresionismo, un artista que consideraba la colaboración como una estimulación intelectual. "Pissarro opinaba que de las divergencias y las convergencias se beneficiaban todos", asegura Christophe Duvivier, director del Museo Camille Pissarro (Pontoise, Francia) que ha pasado por la Casa Sefarad de Madrid para dar una conferencia sobre su legado cuando se cumplen 115 años de su muerte.

Él lo llamaba "sistema autopedagógico", un método a través del cual cada artista, siguiendo sus propios instintos, experimentaba con la obra del otro propiciando el "desarrollo personal de cada uno". Nunca llegó a realizar cuadros a cuatro manos, ni con sus hijos, sino que salían juntos a pintar para poder confrontar estilos e intercambiar impresiones. "En una carta que Cèzanne escribió a su hijo 15 días antes de morir le dijo que hacía falta trabajo, trabajo en el sentido de existencia que promulgaba Pissarro", recuerda Duvivier. Y es que fue él quien "enseñó a trabajar" a Cèzanne.

Christophe Duvivier, director del Museo Camille Pissarro. Foto: Centro Sefarad-Israel

Sus ideas políticas, cercanas a la anarquía, pronto hicieron que el artista renegara de los premios, los jurados y lo estructurado. Del arte académico, en fin. "De su individualismo, su afán de independencia y su desapego del arte oficial nació su deseo de organizar el movimiento impresionista. En este sentido, su papel fundamental fue el de organizador", sostiene el director del museo. Era diez años mayor que Monet y el resto y tenía autoridad como para dictar los fundamentos que promovería el grupo. "Prueba de ello es que fue el único que participó en las ocho exposiciones que tuvieron lugar entre 1874 y 1886".

En la primera muestra expuso Campo de coles, Pontoise, recibiendo críticas por la "vulgaridad" de las coles retratadas en primer plano. Entonces, no vieron que la protagonista de la escena era la bruma de la escena matinal. "Pissarro siempre puso en tela de juicio su propia estética, siempre estuvo experimentando. De hecho, él no hablaba de impresión sino de sensación, que es más intelectual, más abstracto", asegura Duvivier.

Apple Harvest, 1888

Pissarro dio autonomía a las pinceladas cruzadas y curvas y concluyó con una nómina de cerca de 3.500 pinturas (añadiendo los grabados y los gouaches su producción asciende a 10.000). Su empeño se centró en retratar paisajes y escenas rurales y desde Pontoise, donde se instaló, concibió cerca de 300 obras al aire libre. "Para los impresionistas había dos tipos de trabajo. Primero estaban los bocetos, los apuntes del natural que se hacían rápido. El ejemplo más claro es Impresión sol naciente, de Monet. Más tarde, esos apuntes se finalizaban en el estudio". Monet así lo hizo. En Noruega se construyó su iglú y cuando pintaba catedrales lo hacía desde el balcón. Pissarro lo hizo del mismo modo y durante los últimos 20 años de vida "representaba el motivo exterior desde el interior de su estudio, apartamento u hotel", asegura Duvivier. Esto le permitió realizar las series en las que trabajaba en 10 o 15 lienzos al mismo tiempo. En ocasiones, incluso eran 30. "El motivo era el mismo pero según la hora del día se desplazaba hacia uno u otro lienzo. No tenía una relación exclusiva con cada cuadro sino que trabaja en varios a la vez", apunta el experto.

Tampoco Seurat fue ajeno a este modo de capturar la luz y las escenas. En su caso primero pintaba al aire libre, hacía el esbozo y en el taller "acumulaba estudios y dibujos preparatorios, llegaba a tener hasta 100, y al final hacía una recomposición mental del motivo retratado". Sin embargo, Duvivier sostiene que su pincelada "era impersonal porque se basaba en el punto, lo que hizo que le faltara la escritura gestual y abstracta del pintor. El artista tiene que renunciar a su mano y, por eso, muchos se desilusionaron con el puntillismo, porque era un trabajo más largo y, al mismo tiempo, más impersonal".

La plaza del Teatro Francés, 1898

Al influjo puntillista de Seurat también sucumbió Pissarro durante una breve época hacia 1880, después de su estancia en Inglaterra con motivo de la guerra franco-prusiana. Cuando en 1886 objetó al resto que "eran unos viejos, unos impresionistas románticos mientras que él era un impresionista científico", hizo estallar el grupo. Con esto quería decir que trabajaba a partir de una teoría científica pero tras dos o tres años la abandonó porque "se dio cuenta de que le quitaba personalidad al arte, a la pincelada, al trabajo del artista. Vio que planteaba un problema porque en realidad el neoimpresionismo no era un arte del natural, sino de estudio e intemporal".

Aunque la base de la obra de Seurat es el impresionismo "se convierte en algo casi académico. Los pintores que se unieron a este nuevo movimiento tenían que entrar en ese molde y a la larga fue un desencanto para ellos. Pissarro rápidamente volvió al impresionismo", arguye Duvivier. Ya al final de su vida, cuando la pérdida de visión le hizo trasladarse a la ciudad, comenzó a pintar aposentado en su ventana y las idílicas escenas rurales dieron paso a escenas de la ciudad moderna.

@scamarzana