Image: Fernando Sánchez Castillo: El artista trabaja con la sospecha

Image: Fernando Sánchez Castillo: "El artista trabaja con la sospecha"

Arte

Fernando Sánchez Castillo: "El artista trabaja con la sospecha"

16 octubre, 2015 02:00

Sus obras nos recuerdan que el conocimiento es inestable y que hay otras memorias a las que aglutina la Historia. Fernando Sánchez Castillo vuelve a incidir en ellas yendo Más allá en el Centro de Arte Dos de Mayo, en Móstoles. Será el próximo jueves 22 de octubre en una de sus mayores exposiciones hasta la fecha. Un zumbido ensordecedor.

Colecciona todo tipo de objetos relacionados con la violencia: soldaditos de plástico, bustos de personajes siniestros, pancartas y banderolas, fotos de militares antiguas, recortes históricos de prensa... Me enseña el último que ha comprado. Es de 1973, un pequeño trocito de periódico ya amarillo con el croquis del atentado de Carrero Blanco. Entre sus coleccionables vemos también una gran cantidad de matamoscas, insecto por el que dice sentir una especial fascinación. Debe de ser por su movimiento. Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) es igual de indomable e insistente, igual de tenaz frente al conflicto. Lleva años sobrevolando nuestra Historia y su representación a través del arte, desmenuzando las relaciones entre arte y poder, entre espacios públicos y memoria colectiva. También, almacenando sin medida objetos de Franco: su barco, sus manos y hasta los pelos de su ceja. ¿No se le agota el tema? "Lo que me agota es que no sea un tema agotado, la increíble protección, tal vez ya sólo burocrática y sistemática, que hay todavía hacia el personaje", dice.

Aunque sus obras generan cierta incomodidad, es un aventajado pensador de las contradicciones que anidan en las utopías y los pensamientos extremos. "Soy un artista difícil de clasificar, lo confieso". Su mirada crítica al uso de la violencia es proporcional a su interés por observar cómo se ha usado el arte para expresar poder, y sus obras nos invitan a recordar el pasado con objeto de aprehender mejor el presente e imaginarnos un futuro mejor.

Siempre me han interesados las intrahistorias de la Historia, acentuar una pequeña anécdota y dotarla de un poder transformador"

Encontramos ahora ese Más allá en la exposición que le dedica el CA2M de la Comunidad de Madrid, y que firma su hasta ahora director, Ferran Barenblit. Dándonos la bienvenida encontramos un Tank Man gigante de color gris y de más de 5,16 metros. "Es como un David de Miguel Ángel, aunque un centímetro menor que el florentino, o un gran Mao pero en negativo, como si la contra revolución de 1989 triunfara", explica. Es igual, pero en gigante, que las 5.000 figuritas que componen la obra Made in China, que este año presentó en la galería Juana de Aizpuru y en el museo Albertinum de Dresde. Aluden al rebelde desconocido, apodo que se le atribuyó a un hombre anónimo que se volvió famoso al ser fotografiado frente a unos tanques durante la revuelta de la Plaza de Tian'anmen, en la República Popular China.

Arriba, en la segunda planta, encontramos una treintena de obras entre esculturas, instalaciones, vídeo y pintura. Hay algunas piezas antiguas, a las que ha dado un nuevo giro, un paso "más allá" o que nunca se han visto en España. Otras son nuevas, como un búnker para albergar el tesoro artístico en tiempos de guerra civil, o una pequeña habitación que reproduce su salón de casa a modo de wunderkammer, esos míticos gabinetes de curiosidades que aglutina muchos de sus coleccionables y hallazgos creativos, matamoscas incluidos.

Agujero negro

Pregunta.- Hay otra curiosa colección en la exposición, la de "agujeros históricos", protagonistas de sus últimas obras. Háblenos de ellas.
Respuesta.- Uno de mis hallazgos recientes ha sido saber que se preserva parte del túnel que, supuestamente, se utilizó en el asesinato de Carrero Blanco y sus dos escoltas. Está en un piso del barrio de Salamanca, que puede alquilar cualquiera. El agujero es de algo menos de un metro de profundidad y está "protegido" por una puerta o ventana de cristal. En la exposición lo que vemos es un el orificio de entrada tallado en piedra. Hemos escaneado el hueco como si fuera una cueva prehistórica, y ese archivo informático será el que utilice un robot para tallarlo. También estoy tratando de acceder a algunos de los agujeros de los disparos del 23F en el Congreso de los Diputados. El hecho de mantenerlos sin tapar representa el triunfo de una sociedad que vence al terror a la involución que nos amenaza. De momento hemos presentado una petición formal para escanearlos. Lo que me interesa es la idea de vacío, tanto histórico, legal y conceptual, como el que remite al concepto de lo escultórico. De algún modo, de lo que hablo a nivel simbólico tiene que ver con el proceso de la escultura: mostrar en positivo lo que fue negativo.

P.- Hay otros vacíos en la exposición, huecos pictóricos. ¿Se ha lanzado a la pintura?
R.- Se trata de una mancha que había en el cuadro El dos de mayo de 1808 de Goya, que era visible hasta 2008, cuando se restauró y se eliminó del diseño original. Sin embargo, yo me eduqué con la presencia de esas manchas abstractas que expresaban la tragedia del cuadro y la de toda una sociedad. Era de un rojo oscuro, como de sangre seca. Hoy la única manera de verla es con la radiografía a escala natural que nos ha cedido el Museo del Prado. Además, se sabe que los fusilamientos del 2 y del 3 de mayo viajaron juntos escapando de los bombardeos. Es curioso que los cuadros más importantes de la historia anti bélica se dañaran en una guerra. Lo fascinante es que hubo una transferencia de pigmentos y que las grietas de un cuadro coinciden con las del otro, que las imágenes se relacionan no sólo históricamente. Al margen de mostrar la radiografía del cuadro, pintaré la mancha que acompaño al cuadro y que también es parte de nuestra historia.

P.- ¿Adónde le está llevando esa reescritura de la Historia?
R.- Toda historia es una ficción. Siempre me han interesado las intrahistorias de la Historia, acentuar una pequeña anécdota o un hecho lateral olvidado, y dotarlo de un estatus de poder transformador, como si un pequeño gesto hubiera sido germen de un cambio que derroca las ideas dominantes.

P.- ¿Por qué un día decide trabajar sobre la relación del arte y poder? ¿Cómo llega a ello?
R.- Hace 25 años la sociedad estaba dominada por un concepto resquebrajante del poder. Entonces teníamos restos dictatoriales por las calles, pero hemos visto cómo la ciudadanía ha realizado una depuración iconoclasta de esos símbolos. Es interesante ver cómo los movimientos ciudadanos han tomado estrategias del arte contemporáneo con una finalidad mediática y vivencial.

P.- Habla del poder utilizando sus mismas estrategias y materiales. ¿Por qué?
R.- Trabajo como en un estado paralelo para llevar al extremo sus propias inercias, llevando con rigor una aceleración de su lógica que evidencia sus propios delirios, sus carencias y sus excesos. Me interesan las situaciones de caos momentáneo antes de que las nuevas situaciones se perpetúen con las mismas estrategias de lo que derrocaron. En ese reequilibrio de las balanzas, trabajo con los mismos materiales que el poder: el documental, la estatuaria para el espacio público o la arqueología. El tema hoy es ver cómo el activismo y el arte se relacionan y cuál es el papel de los agentes del arte.

P.- ¿Y cuál es el del artista?
R.- Mostrar la contradicción, esa grieta por la que se genera una sospecha. El artista es un ser híbrido que habita donde otras disciplinas se encuentran molestas, un ciudadano que plantea cuestiones sobre temas por los que pasamos a diario con una mirada superficial.

P.- ¿Se autocensura mucho?
R.- A veces creo que poco y otras mucho, aunque es útil para saber los límites de cada uno, para luego poder transgredirlos.

P.- ¿Ha sentido alguna vez que molesta lo que hace?
R.- No, al contrario. De hecho esta exposición es muy conciliadora y he colaborado con muchas instituciones, desde el Ejército o la Guardia Civil al Instituto del Patrimonio Cultural de España. Aunque viendo como está el mundo, los artistas molestamos demasiado poco. Es cierto que toda actividad relacionada con el pensamiento parece molestar en una sociedad orientada al puro entretenimiento... No se nos ha enseñado a disfrutar de la curiosidad. Yo lo que pretendo es recuperar la habilidad para pensar de manera diferente.

@bea_espejo