Image: Los faraones y sus mascotas

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Arte

Los faraones y sus mascotas

La muestra Faraones y animales que acoge CaixaForum analiza la relación entre los humanos y el mundo animal en el antiguo Egipto.

1 abril, 2015 02:00

La relación entre el mundo animal y el mundo faraónico egipcio ha sido una de las más estrechas de todas las culturas de la Antigüedad. Creían que servían como punto de unión entre los dioses y ellos creando un lenguaje propio que se convirtió en la base de su pensamiento religioso. En torno a esta premisa se erige la exposición Animales y faraones: el mundo animal en el antiguo Egipto que acoge CaixaForum hasta el próximo 23 de agosto, una exposición que surge del acuerdo de Obra Social la Caixa y el Museo del Louvre de París.

430 objetos entre esfinges, estatuas, acuarelas, cofres, sarcófagos y momias, permiten adentrarse en esta cultura a través de su fauna. La muestra, además, cuenta con 14 momias de animales estudiadas para la exposición y 260 de los objetos han sido restaurados con el motivo de ser mostrados al público. Una manera de entender la cotidianeidad de una cultura que ha integrado a los animales, los ha observado y los ha descrito haciéndolos partícipes de su día a día.

Hasta hace poco se creía que los egipcios adoraban a sus animales pero la egiptología ha aportado datos que muestran que la relación entre ambos va más allá. Elegían con cuidado las formas animales para convertirlas, por comparación o asimilación, en manifestaciones de la esencia divina accesibles a los hombres. En ellas existe un discurso simbólico, político y religioso que surge de la observación de la naturaleza. De este modo, el mundo animal no solo se convierte en base de la cultura sino que, además, se torna en fuente de inspiración artística.

La muestra se divide en nueve secciones que arranca con la percepción de criaturas reales en su medio natural hasta la transposición de la figuras al lenguaje codificado del pensamiento egipcio. Así, la primera de la secciones se centra en la zoología y la etología que ayudan a entender los motivos que llevaron a los egipcios a convertirlos en modelos y en lenguaje. Estar cerca del Nilo ayudó a conocer de cerca de los animales y el paisaje para construir su visión del mundo. Del mismo modo que sirvieron de inspiración para pintores y escultures interesados en la morfología y anatomía animal.

La caza, la pesca, la captura y la cría de animales configuran otro bloque de la muestra. Tanto los dioses y los muertos como los humanos tenían que sobrevivir de modo que el mundo animal también se convertía en fuente alimentaria. De ahí que en las paredes de los templos, frente a las deidades, o en las tumbas, frente a los difuntos, abunden las mesas de ofrendas repletas de 10 vituallas, especialmente productos animales. Estas imágenes garantizan el aprovisionamiento eterno, con unos portadores cargados de piezas de carne o animales vivos, o incluso en forma de modelos, las versiones en madera o en piedra de dichas ofrendas.

Pero, al mismo tiempo, los egipcios entienden que pueden emplear la fuerza de los animales para su propio beneficio valiéndose de su resistencia y agilidad. Los domestican y adiestran para utilizarlos con el ganado y, por otro lado, entienden que algunas partes de los animales como la piel, el cuerpo, los huesos, las plumas, etc pueden ser utilizados para la creación de objetos útiles.

Pero algunos animales son domesticados para ser mascotas, se les da un nombre propio y se les cuida como a una persona más y cuando mueren se les ora como a los humanos. También se les utiliza como símbolo para proteger al ser humano y la escritura jeroglífica se basa, en parte, en la codificación de dichas formas animales: más del 20% de los signos jeroglíficos (ideogramas o signos fonéticos) tienen su origen en el mundo animal. En cualquier caso, los animales y sus representaciones se cargan de sentido, por lo que pueden expresar conceptos.

Los rasgos de comportamiento de cada animal permiten comprender mejor la naturaleza de cada dios: en primer lugar se convierte en su animal emblemático, lo representa y lo expresa, y finalmente se convierte en su vehículo, incluso en su encarnación. Gracias a la espiritualización de las formas animales se consigue hacer inteligible un sistema teológico sofisticado, basado en el polimorfismo, el sincretismo y la ambivalencia. Para dar una materialidad tangible a la deidad, los teólogos y los artistas le atribuyen una forma animal puramente zoomorfa o formas mixtas e híbridas, y crean así una verdadera dialéctica metafísica que pueden controlar y utilizar con facilidad.

Así, algunos de los animales como el toro, el carnero y el cocodrilo se consideran como la encarnación terrenal de la deidad a la que se asocian y al morir gozan del privilegio de la momificación formando parte de una práctica de devoción en la que actúan como medios de interlocución entre el dios y los fieles. De hecho, de esta conceptualización se llega a la omnipotencia del faraón y su poder. Se le relaciona, así, con el animal feroz, cuya fuerza invencible se asocia a la excepcional fortaleza del soberano y su capacidad de defender Egipto frente al enemigo. De esta forma se establece una sutil alquimia: uno tras otro, los animales son glorificados e instrumentos de glorificación al mismo tiem