Arte

Marcos Martín Blanco y Elena Rueda: "La obra es de quien la mira"

15 febrero, 2007 01:00

Marcos Martín Blanco y Elena Rueda ante una obra Barceló. Foto: Sergio Enríquez

Cercano y afable, Marcos Martín Blanco es uno de los pocos coleccionistas privados españoles dispuestos a abrir las puertas de su casa, de su colección. Y lo hace encantado, a sabiendas de que, si todo va bien, en dos años su conjunto de más de 800 piezas de arte contemporáneo estará abierto al público en un museo en Segovia. De momento ya han creado la Fundación MER, base legal para lo que está por venir.

-¿Cómo empezó a coleccionar?
-Fue hace 25 años. Compramos una casa en el casco viejo de Segovia y, para decorarla, contamos con la ayuda de Gerardo Rueda, que es primo nuestro. Entonces sólo conocíamos pintura moderna, de la escuela de Vallecas, y Gerardo nos introdujo sobre todo en el grupo de Cuenca, al que pertenecía. Nos llevaba cuadros ante los que no sabíamos qué cara poner porque no entendíamos nada. También Tàpies, Millares o Saura eran incomprensibles. Pero empezamos a dedicar una tarde a la semana a ver qué era eso del arte contemporáneo. Y poco a poco empezó a aflorar el interés y a cambiar nuestra actitud hacia la pintura contemporánea. A la pintura se puede llegar a través de dos caminos: el academicista o el mundo de los sentidos, que es como he llegado yo, mirando y mirando. Y cuando logras llegar a través de los cinco sentidos, la obra se transforma.

-¿Cuántas piezas tiene?
-Cuando empezamos teníamos unas cuarenta obras de pintura moderna. En la actualidad, la colección contemporánea está formada por 830 piezas de 180 artistas.

-¿Qué pautas ha seguido a la hora de comprar? ¿Se deja asesorar o ha seguido su propio gusto?
-La colección empezó siendo una pasión, ordenada, pero pasión. Somos como una esponja, nos dejamos aconsejar, leemos, nos informamos y luego decidimos. Es inestimable la ayuda de los medios, las exposiciones, las galerías, la opinión de los amigos, incluso la de los artistas que conocemos. Aunque es curioso que con otros amigos que compran coincidimos muy poco, en un 30 o 40 por ciento. Pero esto es lo apasionante de una colección, que no es aritmética, no hay un dogma ni código común, cada uno tiene los suyos. Pero sí hay un hilo conductor, sobre todo a partir de mediados de los 90, cuando ya somos conscientes de que nuestras compras están formando una colección.

-¿Ha primado la pintura?
-Pintura y fotografía. Cuando surge la fotografía, a principios de los 90, nos atrapó. Reconocimos una forma de expresión tan interesante como la propia pintura y vimos que había fotografías que, enfrentadas a una pintura, aguantaban la mirada perfectamente. Somos conscientes de que hemos empezado muy tarde a comprar y de que ya no tenemos tiempo de adentrarnos en más caminos. Veo vídeos que me gustan, pero ya hemos perdido ese tren.

-¿Suele comprar en ARCO?
-Compro en ARCO, aunque antes mucho más. Es una muestra estupenda, para mí es una de las mejores ferias. Por supuesto, que Basel es la primera, pero ARCO supera a Chicago o París. Si bien es cierto que últimamente surgen ferias por todas partes, en Miami, en Londres. En Asia la explosión es total, reflejo de la eclosión económica que viven. Este año conocí la feria de Beijing y me pareció increíble.

Viajar para comprar
-¿Viaja mucho?
-Es inevitable. Hay quien viaja para ver monumentos y yo viajo para ver arte contemporáneo. Una feria es una primicia, los galeristas ya te conocen y te ofrecen las obras antes de la exposición. Un lujo.

-¿Dónde compra más, en España, en galerías extranjeras?
-Desde hace 10 años compro más fuera de España, sobre todo en galerías de Nueva York y en subastas, tanto de Londres como de Nueva York.

-¿Cuáles son sus piezas más queridas?
-Hay muchas y muchas de ellas por causas aparentemente nimias. Recuerdo en uno de los viajes a Nueva York, en el escaparate de la galería Barbara Gladstone, de camino al estudio donde nos alojábamos, veía todas las tardes un biombo de Balkenhol y no podía evitar acabar la jornada contemplando esa pieza. La compré a pesar del precio. Hace unos años, en ARCO, compré en Juana de Aizpuru una fotografía de Andrés Serrano: un hombre contemplando una figura que yo identifico con la juventud, todavía hoy me impacta.

-¿Hay algo que le gustaría tener y se le ha escapado?
-Claro... Pero me considero un afortunado y los precios se han disparado tanto que ahora no podría comprar muchas de las cosas que tengo. Aunque dejé pasar la oportunidad de comprar un óleo de John Currin en el 95 cuando todavía era un pintor asequible.

-¿Dónde está la mayor parte de sus piezas?
-En Segovia, en nuestra casa tenemos más de la mitad, otras en Madrid, en casa de mi hijo y en dos almacenes.

Una colección de museo
-¿Y dónde le gustaría que estuviera su colección?
-Cuando nos dimos cuenta de que ya llenábamos casas y despachos, de que las obras se apilaban, empezamos a pensar en el museo. Es horroroso ver que una obra que compras, que te gusta, está condenada a permanecer en un sótano. Es una insensatez. Así que en 2004 empezamos a buscar un espacio museístico y nos gustaría que fuera en el jardín de nuestra casa de Segovia. Y en eso estamos. Si todo va bien, debería estar listo en dos años. No hay que ser cicatero con la propiedad de la obra. Cuando la obra sale del estudio del artista ya tiene entidad propia y debe ser exhibida. La obra es de quien la mira. Hagamos que las obras cumplan esa función social, no podemos enclaustrarlas.

-¿Cómo reordenan su colección pensando en el museo?
-Nos dimos cuenta de que las obras de los primeros años (a partir de 1983) eran pinturas de los años 50 y 60, adquiridas en subastas españolas, no estaban en consonancia con las compras realizadas a partir de 1985, había un desequilibrio notable. Al pensar en el museo, en obras museables, tomamos la dolorosa decisión de desprendernos de todo lo anterior a 1985. Y con ese dinero hemos comprado otras obras que cubrían mejor algunas lagunas de la colección.

-Galeristas y compradores se quejan a menudo del poco apoyo fiscal a la hora de comprar arte. ¿Cuáles son sus reivindicaciones?
-El poco apoyo es evidente. España es un país de economía media, la gente que compra arte es gente normal, con sueldos importantes pero no millonarios, no son las grandes fortunas que compran picassos, por lo que solucionar esto es vital. Estoy convencido de que las colecciones particulares terminan o bien creando su propio museo, que tendrá que luchar para sobrevivir, o bien como parte de colecciones más grandes, cuando son donadas a un museo mayor.

Salir a comprar fuera
-¿Qué le falta al coleccionismo español?
-Para mí lo que hace falta es salir más fuera. Todo es viable y es igual de lícito formar una colección de arte de una localidad, de una región... Pero el mundo es mucho más amplio. Y a esto ayuda mucho ARCO, allí la gente tiene la oportunidad de llegar a las galerías extranjeras. El coleccionismo ha cambiado mucho y ya no hay que pensar en el millonario. Hay muchos coleccionistas que gastan en ARCO entre 3.000 y 12.000 euros.

-¿Qué consejo le daría a quien va a comprar su primera pieza en este ARCO 2007?
-Si se cuenta con poco presupuesto, mi consejo es que compre obra sobre papel o fotografía. No cabe duda de que la fotografía facilita las cosas, es mucho más asequible, se puede comprar una gran fotografía por 6.000 euros.