Arte

Anni y Josef Albers. Fértil sincronía

Viajes por Latinoamerica

14 diciembre, 2006 01:00

Anni Albers: Under Way, 1963

Comisarios: Brenda Danilowitz y Marta Glez. Orbegozo. MNCARS. Santa Isabel, 52. Madrid. Hasta el 12 de febrero

El Museo Reina Sofía se suma con esta coproducción (con una itinerancia que comenzará en Lima) a la revisión de la abstracción constructivista ya patente en Albers and Moholy-Nagy: From the Bauhaus to the New World (Tate Modern y Whitney) y From Kandinsky to Tatlin Constructivism in Europe (Kunstmuseum de Bonn); y cuyo último síntoma quizá haya sido la concesión del Premio Turner a la alemana Tomma Abts.

En ocasiones, el contrapunto en la música de cámara nos emociona más que una gran orquesta sinfónica; y tanto vale respecto a la generalización o detalle de las retrospectivas. La exposición que nos presentan las comisarias Brenda Danilowitz, conservadora de la Josef and Anni Albers Foundation, y Marta González Orbegozo, ex Conservadora Jefe del Departamento de Exposiciones Temporales del MNCARS, tiene el encanto de lo recoleto: no por el número de obras, sino por haber logrado materializar en el montaje la idea de la importancia de lo modesto, la humildad del proceso y la implicación biográfica para el arte moderno.

Un trasunto aparentemente secundario, como la experiencia latinoamericana de los Albers, ilumina con gran brillantez y novedad los trasvases de los principios constructivos primarios: de la mítica escuela de la Bauhaus en Alemania -en donde se inicia su docencia- al Black Mountain Collage de Carolina del Norte y los viajes de ida y vuelta; desde las formas precolombinas a la emergencia de investigaciones coetáneas en el Cono Sur, que desembocarían tanto en los minimalismos como en las deconstrucciones contemporáneas. Además, muestra con elocuencia la fértil sincronía entre este matrimonio de artistas, equilibrando definitivamente la balanza de sus respectivas contribuciones. Las "variaciones" de Josef, el profesor por antonomasia del arte moderno y autor de La interacción del color, se muestran íntimamente ligadas al proceso constructivo de la rejilla textil de Anni, en donde es materialmente imposible mezclar colores. Según el creador del extenso Homenaje al cuadrado, "todas las Variantes están construidas sobre una estructura subyacente que es como un tablero de damas. Ella suministra una relación definida de todas las partes y por lo tanto de unificación de la forma. También aporta un orden espaciotemporal que es comparable a la medida del compás en la música". Finalmente, la enseñanza de Klee a Anni sobre la "polifonía" en la combinación estructural de los tejidos sería más eficaz a la hora de germinar sus formas deconstructivas -que hoy nos resultan proféticas y plenamente contemporáneas-, cuando la artista hubo de descifrar la complejidad de los textiles andinos.

A tenor de esta exposición, la confrontación con las culturas precolombinas y populares transformó sus trayectorias. Desde 1934, y en los sucesivos viajes y estancias que compartieron hasta 1967, siempre se asombraron al descubrir las formas eternas del arte en pequeñas figuras de arcilla, tapices y fragmentos de vestimentas y adobes, que intentaron apresar mediante las fotografías y colecciones que ahora se muestran. Los sitios arqueológicos se convirtieron en fuentes nutricias. Para los Albers, Cuba, México, Perú, Chile fueron los lugares donde escapar de la exhaustiva docencia y renovar su aprendizaje de "una lección de economía en la articulación artística". Y con su habitual austeridad, defenderse de la arrogante escala que ya entonces estaba adquiriendo el arte contemporáneo.