Image: Enrique Juncosa

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Arte

Enrique Juncosa

“Me interesa promocionar el arte, del país que sea”

15 septiembre, 2005 02:00

Enrique Juncosa

Enrique Juncosa llega a Madrid desde su museo dublinés para comisariar Hasta pulverizarse los ojos, una exposición que inaugura el 22 de septiembre el ciclo BBVA contemporáneos, con el que la entidad se mete de lleno en el arte español actual reuniendo a catorce artistas entre los que se encuentran Barceló, Montse Soto, Uslé o Susy Gómez. Aprovechando su viaje a España, hablamos con Juncosa de esta muestra y de la situación del arte en general.

Enrique Juncosa (Palma de Mallorca, 1961) dirige desde 2003 el Museo Irlandés de Arte Moderno (IMMA), aunque, como él dice, "aún viviendo en Dublín, soy parte de la vida artística española". Ahora está en Madrid, montando la exposición Hasta pulverizarse los ojos, la primera del programa BBVA contemporáneos. Además, prepara una muestra de los vídeos de la irlandesa Dorothy Cross para el CAC de Málaga y una importante retrospectiva del pintor británico Howard Hodgkin que ha seleccionado en colaboración con Nicholas Serota y que se inaugura en Dublín en febrero, viajará a la Tate Gallery de Londres en primavera y llegará al Reina Sofía el próximo otoño.

-BBVA ha querido dar a este proyecto un enfoque abierto, en el que quepan todas las disciplinas y todos los artistas. ¿Cuál ha sido el suyo?
-El mismo. Creo que un enfoque abierto y antidogmático permite una visión más fiel del momento actual. En la escena artística internacional conviven cosas completamente diversas y en ese contexto existe un interés por lo minoritario que resulta enriquecedor.

-El título de su exposición corresponde al verso de la argentina Alejandra Pizarnik, ¿hasta qué punto la poesía está presente en la muestra?
-Para empezar yo mismo soy poeta, y lo soy antes que comisario. Me interesan, además, los artistas cuya práctica puede ser descrita como poética e irreducible a explicaciones de tipo sociológico. Lo importante es el núcleo fundacional del trabajo de cada artista, por encima de la técnica. En términos de montaje, esto se traduce en que prefiero que las obras se vean de la mejor forma posible, sin supeditarlas a ningún discurso. Soy consciente de que mi lectura es subjetiva, pero también lo es la de los demás espectadores.

-¿Por qué estos catorce artistas?
-He intentado incluir el máximo número de artistas teniendo en cuenta el espacio. Quería mostrar una idea de la diversidad desde un posicionamiento que podemos llamar político. No he seleccionado sólo a pintores o sólo a videoartistas: quería hacer una exposición abierta y con propuestas diferenciadas. Si hubiera podido contar con más espacio hubiera añadido a otros artistas.

-¿Habrá sorpresas? Creo que hay alguna obra pensada específicamente para el espacio...
-Espero que sí. Las obras tienden a ser recientes aunque no siempre, pues finalmente han sido seleccionadas según el espacio. Por eso mismo la exposición también será ligeramente distinta en las dos sedes del BBVA, Madrid y Bilbao. Jesús Palomino creará una obra específica en Madrid y Susy Gómez lo hará en Bilbao. Otras, como las esculturas de Victoria Civera, Juan Gopar o Cristina Iglesias, y algunas de las fotografías de Carles Congost no se han expuesto nunca. Pero más que sorprender al público, lo que quiero es establecer un diálogo con él.

La renovación de la pintura
-Hay varios pintores, ¿cree en la resurrección de la pintura?
-Pienso que sigue viva y goza de buena salud. Aunque ha sido atacada intermitentemente desde los años 70, ha sido a partir de esos ataques cuando se han generado nuevas posiciones. Hay muchos pintores entre los artistas más influyentes de hoy. De Richter, Brice Marden y Tàpies a Ackermann, Tuymans o Francis Alÿs. Realmente, no creo que vaya a desaparecer.

-Y hay algunas coincidencias con Big Sur (Civera, Susy Gómez, Palomino, Soto, Valldosera estaban ya presente en aquélla exposición): ¿cuál es la diferencia entre ambas?
-Big Sur era una exposición realizada a partir de los fondos del MNCARS. Durante la época de Juan Manuel Bonet éste apostó por artistas muy jóvenes en el terreno de las adquisiciones, algo que nadie ha querido reconocer todavía. Me satisface que el público la leyera como una exposición tipo Bienal, sobre todo por las limitaciones presupuestarias que tuvimos. Desde luego se habló mucho más de ella que de otras de las exposiciones de la colección que se hicieron entonces en Brasil, Holanda, Italia o Polonia. Fue además una exposición de tipo generacional, algo que he querido evitar ahora incluyendo artistas como Cristina Iglesias o Miquel Barceló.

-Aquélla era una exposición para dar a conocer el arte español contemporáneo en el extranjero ¿cómo se ve desde fuera ese panorama?
-Desde Dublín la escena española se ve muy dinámica y con muchos recursos, algo que paradójicamente los españoles no ven así. Irlanda es un país mucho más pequeño y que cuenta con menos recursos. Los españoles, en todo caso, queremos siempre compararnos con Estados Unidos o con Alemania, y es que no existen otros dos países así. La verdad es que el arte español es más conocido de lo que pensamos.

-¿Cree que estas iniciativas (Big Sur o la muestra de Uslé que ha realizado para la Seacex) son el mejor modo de promocionar el arte patrio?
-Me interesa promocionar el arte, sea del país que sea, aunque eso no quita que el contexto en el que trabajo -soy el director de un museo nacional- influya en algunas de las decisiones. Casi todos los países ricos tienen agencias para promocionar el arte en el extranjero. Y las exposiciones son la única forma de hacerlo.

El problema de lo político
-¿Qué medidas tomaría para promocionar nuestro arte más actual?
-Simplemente apoyarlo: esto es, coleccionarlo y dando a los museos presupuestos generosos, sin esperar ninguna contrapartida. Hay que asegurarse de que dirijan estos museos los mejores profesionales. Parece que los políticos lo apoyan para obtener más votos y el sector público para obtener más clientes. Cuando se entienda que simplemente hay que beneficiar a los artistas, a los galeristas y a los museos, sin segunda intención, lograremos una escena fuerte y competitiva. En cuanto al apoyo en el extranjero, pienso que no se debe dirigir, sino que se debe apoyar lo que espontáneamente surja.

-Critica en su texto del catálogo la injerencia de la política en el arte, ¿cómo resolvería ese problema?
-Para empezar habría que cambiar radicalmente la política por la que se deciden quiénes van a ser los directores de nuestros museos. Estos se deberían nombrar tras un concurso público y con contratos. Los nombramientos insólitos con los que a menudo nos encontramos destruyen la reputación de las instituciones. Ningún partido ha hecho el menor esfuerzo para resolver una situación predemocrática que nos debería avergonzar a todos. La situación es bochornosa.

-¿Conoce el nuevo plan museológico del Reina Sofía?
-No he tenido acceso al documento pero me han hablado de él. Sé que ha sentado muy mal a casi todos pero no me parece oportuno criticar a mis colegas de una institución a la que quiero mucho, en donde he trabajado y con la que sigo colaborando. Entiendo que las críticas al nuevo plan surgen porque se piensa que la institución va a olvidarse del arte contemporáneo. Si eso fuera cierto, que lo dudo, porque sería un suicidio, no tengo inconveniente en decir que se trata de un error.

-Y el Centro de Arte tiende a desaparecer, ¿quién dará cabida a la creación más actual?
-Madrid es una ciudad lo suficientemente grande para que existan en ella diferentes espacios. Londres, que tiene creo sólo dos millones más de habitantes que Madrid, cuenta, además de la Tate -que programa muy poco arte actual-, con espacios como la Hayward Gallery, la Whitechapel, la Serpentine, el Barbican o el Camden Arts Centre. Creo que se podrían abrir tres o cuatro centros más en Madrid y en Barcelona. La competencia es saludable.

-Se critica también aquí la falta de debate artístico ¿ a qué se debe?
-Mire, si sólo existe, pongamos, un espacio en cada ciudad y éste se rige por criterios políticos, va a ser peligroso para conseguir trabajo de comisario, vender una obra o lograr una exposición el tener que dar una opinión. Sobre todo, para quienes sólo conciban la carrera artística del comisario, la galería o el artista dentro de los parámetros nacionales, lo que en nuestro país, curiosamente, es una tendencia dominante. Volvemos, me temo, al tema de la politización de lo artístico.