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El Cultural

'Descubre Japón': una épica aventura editorial en busca del 'wabi sabi'

Una obra enciclopédica sin precedentes editada en Amazon KDP propone un viaje a la cultura nipona de la mano de 55 autores como Fernando Sánchez Dragó o María Dueñas

29 julio, 2021 10:44

Cuando ya casi nadie edita ni compra enciclopedias ni colecciones de libros —es difícil incluso que alguien las acepte en donación—, el empeño romántico de una sola persona ha puesto en pie una fascinante obra colectiva. Hablamos de Japón, el archipiélago de la cultura, una colección de 13 volúmenes que recorre la historia, la religión, la sociedad, la literatura, las artes plásticas, escénicas y de composición, la artesanía, la cultura popular, las artes visuales —el cine, el anime y el manga— y la gastronomía, además de ofrecer numerosas recomendaciones para viajar al país nipón y una serie de crónicas y artículos literarios reunidos en el volumen Experiencias de autor.

La obra, editada a través de Kindle Direct Publishing (KDP) y bautizada también con el título alternativo Descubre Japón, está disponible en formato digital y en papel, tanto en tapa blanda como en una lujosa edición conmemorativa en tapa dura. Consta de más de 3.500 páginas, está profusamente ilustrada con cientos de fotografías y en ella participan 55 autores —40 españoles y 15 japoneses—, entre los que se encuentran grandes conocedores de la cultura nipona procedentes del ámbito académico, periodístico y literario como como Florentino Rodao, Carlos Rubio, Menene Gras, Fernando Sánchez Dragó, María Dueñas, Luis Racionero, Raquel Bouso, Mercè Torra, Luis Pancorbo, Montserrat Crespín, Noni Lazaga o el recientemente fallecido Javier Reverte.

El impulsor de esta aventura editorial es Julián Fernández, enamorado de Japón y responsable de Mediatres Estudio, empresa dedicada desde hace 15 años a la importación de cine asiático. Fernández, que ha financiado íntegramente la publicación, consiguió contagiar su ilusión por el proyecto al resto de autores que decidieron embarcarse en esta aventura editorial.

“Aunque los 13 volúmenes son independientes y pueden comprarse por separado, poner una obra enciclopédica como esta en el sistema editorial tradicional, y encima en el contexto de la pandemia, no tenía sentido. Cuando avanzaba sobre la obra, tenía claro que la apuesta editorial tenía que ser muy innovadora. En Mediatres ya trabajábamos con Amazon, todos nuestros títulos están en Prime Video y tenemos con ellos nuestra propia tienda de DVD, así que pensé que KDP era la fórmula perfecta para un nuevo concepto de editor digital”, explica Fernández. “La herramienta de publicación es muy fácil de usar y la impresión es bajo demanda. Además, estar en KDP nos permite vender ejemplares en cualquier punto del mundo. Nos llegan pedidos de Japón, de Latinoamérica y de Estados Unidos. Con el sistema de edición tradicional esto sería imposible”, destaca el editor. Por otra parte, el nuevo formato de impresión en tapa dura, una novedad en KDP, fue probado en primicia por Fernández y su equipo, y el buen resultado de la impresión le hizo decantarse por lanzar la obra con ellos.

Varios volúmenes de 'Japón, el archipiélago de la cultura'

Amazon KDP es conocido principalmente como herramienta de autopublicación para escritores independientes, que además pueden ganar una visibilidad extra para sus obras a través del Premio Literario Amazon Storyteller, una iniciativa dirigida a descubrir y promocionar nuevos talentos literarios a través de KDP cuyo plazo de participación se encuentra abierto hasta el 31 de agosto. El caso de esta ambiciosa obra enciclopédica sobre Japón evidencia que KDP puede ser también la opción idónea no solo para escritores de ficción, sino también para nuevos editores digitales y obras más ensayísticas o sobre temas de actualidad.

El resultado de varios años de trabajo es una obra única que aporta una visión poliédrica de la cultura nipona tanto tradicional como contemporánea. “Los autores japoneses que han participado están entre sorprendidos y maravillados por el resultado”, asegura Fernández. No obstante, reconoce que para un extranjero conocer a fondo la esencia del país, incluso para alguien con una relación tan estrecha como él, es imposible. “Japón es inasible. No hay nada más difícil que intentar ser japonés sin serlo”, sentencia.

En la misma línea opina Fernando Sánchez Dragó, que lleva años intentando comprender qué es el wabi sabi, término al que dedica uno de sus textos incluidos en esta obra. “Es algo indefinible, el secreto de la estética y la ética japonesa”. No obstante, trata de que nos hagamos una idea: “Tiene que ver con la belleza de lo imperfecto, con lo no terminado, con el musgo que recubre los recovecos de los jardines. Y la capital del wabi sabi es Kioto”. A esta ciudad, “el epicentro de la cultura de Japón”, dedica otro de sus textos incluidos en la obra. De hecho, si solo se dispone de una o dos semanas para viajar al país, recomienda limitar el viaje a Kioto.

“En mi primer viaje todo el mundo me trató de manera amable. Me decían: ‘Disfrute de nuestro país, visite nuestros templos, medite, haga la ceremonia del té, pero no se esfuerce por entendernos, eso es imposible’. Efectivamente, viniendo de una cultura tan extrovertida como la nuestra, me sorprendió la extrema introversión de los japoneses. Ningún gaijin [extranjero] va a descifrar nunca el misterio japonés. Es una cuestión de genes o de inconsciente colectivo”, zanja Sánchez Dragó.

Jardín del templo Kenninji, en Kioto. Foto: María Rosa Eyre

Una obra sin precedentes

Japón, el archipiélago de la cultura fue creciendo como una bola de nieve gracias a que unos autores fueron conectando a su coordinador con otros posibles colaboradores. “Gracias a su ayuda pude acceder al mundo académico, que es complejo y delicado”, señala Fernández. A medida que crecía la magnitud del proyecto y se ampliaba su enfoque temático, fue necesario reorientar el trabajo en varias ocasiones, reconoce Fernández. Al principio la idea era abordar solamente el cine japonés, pero pronto el responsable de la obra sintió la necesidad de crear una obra cultural más amplia.

Para Sánchez Dragó, se trata del “mayor canto a la cultura japonesa que jamás se haya escrito, no solo por su calidad literaria y gráfica sino por su magnitud. Es una tarea impropia de estos tiempos, toda una aventura económica y editorial”.

“No existe nada parecido a esta obra en castellano y me atrevería a decir que tampoco en inglés”, opina otro de los autores de la obra, Florentino Rodao, catedrático de la Universidad Complutense que participa en la colección con el capítulo El japón contemporáneo: entre el pasado y el futuro, que es la base de su libro La soledad del país vulnerable (editorial Crítica).

Rodao, que fue profesor de español del actual emperador, explica en ese texto las fortalezas y los problemas de Japón en la actualidad. Por una parte, su vulnerabilidad tiene que ver con las catástrofes naturales, y en especial los terremotos, como es bien sabido y se encargó de recordarnos el accidente nuclear de Fukushima. Por otra parte, el catedrático, autor también del libro Franco y el imperio japonés (Plaza & Janés), destaca la tenacidad del pueblo nipón, lo cual les ha ayudado a recuperarse de grandes tragedias colectivas como las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, la grave crisis económica tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial o el mencionado desastre de 2011.

Una tenacidad que en ocasiones podría calificarse como temeridad. “Esa imagen de temerarios se remonta a la época de los samuráis, que combatían con mucho arrojo porque sabían que los demás samuráis iban con ellos”, explica Rodao. Esa temeridad es, según el experto, una de las explicaciones para el auge económico de Japón en los años 60 y 70, cuando se hicieron “unas inversiones de lo más alocadas”. La extrema exigencia del ámbito laboral japonés es bien conocida en todo el mundo, pero a cambio, dice Rodao, tiene la parte buena de “saber que tu jefe no te va a abandonar a las primeras de cambio”. “En Japón, cuando hay crisis económicas, lo último que hacen las empresas es echar a la gente. Ser jefe o ser noble, en Japón siempre ha implicado un papel obligatorio de ayuda a quienes están por debajo en la pirámide social o laboral”.

Marte en la Tierra

“Japón es Marte en la Tierra”, afirma Fernández, que ha viajado al archipiélago más de 30 veces junto a su esposa y ha recorrido todas y cada una de sus 47 prefecturas. “Es un país tan absolutamente singular que no tiene parangón en otras coordenadas del globo”, asegura. Su fascinación nipona comenzó por casualidad. En 1976 comenzó a trabajar como ingeniero para dos importantes empresas japonesas gracias a su jefe y mentor, Justo Montero y Ponce de León, a quien dedica la obra.

“Lo mejor de Japón es su gente. Se dice que son distantes porque sus relaciones sociales son muy diferentes a las nuestras, pero la visión más extendida del país está llena de tópicos”, asegura Fernández. “Es cierto que es una sociedad muy estratificada, pero donde prima lo colectivo. Esa es su gran diferencia con Occidente”.

Santuario Kumano Nachi. Foto: María Rosa Eyre

“Los japoneses son muy amables y te hacen sentir como un viajero, no como un turista. En otros lugares te tratan mejor o peor según el dinero que te vayas a gastar. En Japón el cliente siempre es el rey y no existen las propinas. Que entres en su establecimiento para ellos es un honor, compres o no”, asegura el coordinador de Japón, el archipiélago de la cultura. “Venir desde Occidente a conocer su país es para ellos un honor y se prestan a ayudarte y a enseñarte lo mejor. Los taxistas son los mejores guías, especialmente los rurales”.

Fernández saca a relucir además la historia común de España con Japón, que se remonta al siglo XVI, cuando San Francisco Javier desembarcó junto a varios religiosos con la intención de predicar el cristianismo. “Fuimos los únicos occidentales que llegamos allí sin armas ni intención de conquistar nada. Hoy la percepción de los españoles que tienen allí es muy romántica, y hay rastros de la cultura española en la japonesa, lo cual se refleja en su lengua. El bizcocho, por ejemplo, se llama castella o kasutera, y pan se dice igual: pan”.

“Mi historia con Japón comienza en 1967. Llegué allí exiliado por motivos políticos y contratado por la Universidad de Estudios Extranjeros”, relata Sánchez Dragó. “En España no se sabía nada de lo que ocurría allí. Al llegar me encontré de pronto en otro mundo, quedé deslumbrado. No había apenas turismo. De hecho, ver a un extranjero en Japón era tan extraño como ver un tigre. Me sentía como Marco Polo.”. No obstante, reconoce el escritor que al poco tiempo salió “rebotado” de aquella cultura donde “todo era lo opuesto a la forma de vivir no solo de España, sino incluso de otras zonas de Asia, como la India”.

Tras aquella primera espantada, Sánchez Dragó sintió nostalgia de aquel choque cultural y regresó al país nipón una y otra vez hasta quedar completamente enamorado de su gente y de su cultura. De hecho, después de haber vivido diez años allí, por temporadas y en distintas épocas y trabajando como periodista y profesor universitario, se casó con una japonesa, Naoko, con quien tuvo a su último hijo, mitad nipón, mitad español. “Los japoneses son punto y aparte, es la única cultura del mundo, salvo algunas indígenas, completamente diferente a todas las demás. El mundo se divide entre Japón y el resto del mundo, y si me dieran a elegir, me quedaría sin dudarlo con la primera opción”, concluye el escritor.