Auschwit

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El Cultural

‘El informe Auschwitz’: Buena película sobre el Holocausto

En 1944, dos heroicos judíos eslovacos escaparon de Auschwitz para contar al mundo lo que sucedía y no les creyeron. Este filme lo cuenta con rigor y emoción

19 marzo, 2021 11:53

En 1944, un año antes de la liberación de Auschwitz, dos judíos eslovacos, Alfrèd Wetzler y Rudolf Vrba, escaparon del campo de concentración con el propósito de contar al mundo los horrores que habían visto. El director Peter Bebjak cuenta en El informe Auschwitz su peripecia en un filme sobrio y durísimo, como no puede ser de otra manera, en el que asistimos, una vez más, atónitos y horrorizados a la barbarie genocida de los nazis. Más de un millón de personas murieron en ese lugar espantoso de Polonia en el que la muerta era rutina y donde el ejército alemán alcanzó las mayores cotas de barbarie vistas hasta la fecha al construir verdaderas fábricas de la muerte en las que se asesinaba de manera industrial.

Muy deudora de El hijo de Saúl, la obra maestra de Lászlo Nemes, vemos una película con tonos oscuros en la que el director acierta al buscar un naturalismo seco y atento a los detalles cotidianos evitando lucirse con un tema que solo puede dirigirse desde la modestia y el respeto. Condenados a estar muertos en vida y morir en cuanto dejen de ser útiles, los recién llegados pasaban una primera criba en la que los judíos eran recibidos con violines y divididos entre los que se iban directos a la cámara de gas y los que serían usados como esclavos hasta matarlos de trabajo y de hambre. No solo hubo judíos, aunque fueron la mayoría, también comunistas, gitanos, homosexuales y como aparece en el filme, en los últimos tiempos también húngaros.

Por una parte, vemos los rituales del campo, la desesperada lucha por la supervivencia porque muchos se aferran a la vida incluso aunque sea la más espantosa imaginable, y la venganza de los nazis cuando se escapan los prisioneros. Por la otra, los jóvenes y valientes fugados también se topan, cuando logran llegar de regreso a Eslovaquia, con la incredulidad de la resistencia y de los embajadores extranjeros. Como se nos recuerda al final de la película, los aliados jamás bombardearon Auschwitz, lo cual hubiera salvado decenas de miles de vidas. Será porque la realidad era demasiado monstruosa para ser creída o porque la vida de los judíos no importaba, la realidad es que no solo estos dos heroicos eslovacos trataron de explicarle al mundo lo que estaba sucediendo sin éxito. Ahí está una película como Amen (2002) de Costa-Gavras en la que denuncia que la Iglesia Católica tampoco quiso creer el Holocausto.

Uno empatiza con la frustración y el dolor de estos jóvenes eslovacos bien interpretados por Noel Czucor (Freddy) y Peter Ondrejicka (Valér), con esa mirada alucinada como de zombis que tenían muchos supervivientes de los campos cuando fueron rescatados, como si hubieran reducido la capacidad de sus sentidos al mínimo para no percibir más que lo justo para sobrevivir. Hay momentos espeluznantes como esos prisioneros enterrados en el suelo con las cabezas sobre tierra que recuerdan a las que describe Jonathan Littell en su novela Las benévolas. La sombra de Auschwitz no por racionalmente incomprensible fue menos real y sigue siendo un tenebroso y necesario recordatorio de las atrocidades a las que puede llegar el ser humano y una sociedad avanzada como lo era Alemania antes de la llegada de los nazis.