Jonathan Safran Foer. Foto: Jeff Mermelstein

Jonathan Safran Foer. Foto: Jeff Mermelstein

El Cultural

Jonathan Safran Foer: “Como ambientalistas, votar es lo más transcendente”

El escritor estadounidense nos plantea una sencilla solución al cambio climático en su nuevo libro, Podemos salvar el mundo antes de la cena

11 octubre, 2019 14:22

Jonathan Safran Foer (Washington D. C., 1977) presenta su ensayo sobre el cambio climático, Podemos salvar el mundo antes de la cena (Seix Barral), un libro que alterna episodios históricos, datos científicos y sucesos de su vida personal para acercar la problemática a todos los públicos. El autor de las novelas adaptadas al cine Todo está iluminado y Tan fuerte, tan cerca, vuelve a la no ficción tras su anterior éxito, Comer animales, para proponernos un sencillo acto que podría salvar el planeta: no comer productos animales en el desayuno y la comida. A través de esta premisa nos ofrece datos devastadores sobre la situación en la que se encuentra la Tierra sin caer en catastrofismos y manteniendo siempre un mensaje optimista.

Pregunta. ¿De dónde surgió la idea vehicular del libro de dejar de comer productos animales en el desayuno y la comida?

Respuesta: Surge de la ciencia, que afirma que la ganadería es una gran parte del problema. El IPCC, el grupo de expertos sobre el cambio climático perteneciente a la ONU, expone en su último informe que por mucho que cumplamos con los propósitos relacionados con los combustibles fósiles no podremos alcanzar la meta pactada en el Acuerdo de París si no nos ocupamos de la agricultura animal. El informe más completo sobre alimentación y clima afirma que la población europea y estadounidense tiene que reducir un 90% el consumo de carne y un 60% el de lácteos. Esa es la ciencia. Con mi libro quería encontrar la manera de abordarla sabiendo que mucha gente encuentra la carne deliciosa y, además, forma parte de nuestra cultura. En conversaciones con gente, y en mi propia experiencia, he conocido que la comida importa más en la cena. Es cuando disfrutamos más del sabor de la comida y es cuando la disfrutamos con otras personas. Así que esa parecía una manera de, al menos, empezar.

P. ¿Espera convencer a todo el mundo? ¿Quién espera que coma menos carne?

R. Seguro que no a todos, pero si convenzo al 1% del mundo sería asombroso. La mayoría de la gente no quiere convertirse en vegetariana pero eso no es de lo que estamos hablando, tampoco es lo que el planeta necesita. Necesita gente normal comiendo menos carne. He estado en toda América y en un puñado de ciudades de todo el mundo con este libro. He hablado con alumnos, profesores, ganaderos, gente trabajadora y todavía no he conocido a nadie que diga que no cree en la ciencia, que no le importa o que no esté dispuesta a cambiar. En el año 2019 hemos reconocido que tenemos un enorme problema y que estamos juntos en esto. La mitad del mundo no puede arreglarlo, o lo arreglamos juntos o lo sufrimos juntos. Creo que por fin hemos alcanzado el momento en el que todos queremos ser parte del asunto.

P. Comenta que la solución de comer carne solo una vez al día tiene mejores resultados medioambientales que ser vegetariano, ¿por qué es así?

R. Porque el queso es de hecho peor para el medioambiente que cualquier tipo de carne, excepto la ternera. Muchos vegetarianos reemplazan la carne con grandes cantidades de lácteos. En el libro se puede encontrar un listado de la huella de carbono asociada a varios alimentos y la peor, de lejos, es la ternera. Si solo pudieras cambiar una cosa en tu vida renunciar a la ternera sería un buen lugar para empezar. Otro enfoque sería comer como nuestros padres y abuelos, partiendo de vegetales y legumbres y acompañándolo con un poco de carne. El problema no es comer carne sino hacerlo en cantidades descomunales. Cada uno puede hacerlo a su manera, no es relevante que todos sigamos el mismo método. Lo importante es que sepamos hacia dónde hay que ir y que todos vayamos en esa dirección, aunque algunos lo hagan más rápido que otros.

"La mitad del mundo no puede arreglar el cambio climático, o lo arreglamos juntos o lo sufrimos juntos"

P. Se refiere a la cuestión de cómo se asocia el vegetarianismo con el elitismo, tal vez sea más una cuestión de economía puesto que comer saludable resulta más costoso que la comida basura. ¿Hasta qué punto puede ser este un impedimento para llevar a cabo su propuesta?

R. De hecho no es más caro, es más barato. La Facultad de Medicina de Harvard realizó un estudio el año pasado y encontró que en América una dieta saludable vegetariana era 750 dólares al año más barata que una dieta saludable basada en carne, y 250 dólares más barata que una dieta no saludable basada en carne. Así que esa creencia popular no es cierta. Lo que sí es cierto es que cierta gente no tiene acceso a frutas y verduras frescas y ese es un problema real que hay que solucionar. Si eres rico tienes una responsabilidad especial con el cambio climático porque has sido también un mayor contribuidor al problema, sin olvidar también que eres más capaz de resolverlo. Hay una correlación directa entre lo culpable que es un país y lo poco que experimenta su efecto. América es de lejos el mayor contribuyente al cambio climático pero Bangladesh lo está sufriendo sin ser responsable. Es naíf pensar que todos somos iguales y podemos provocar el cambio de la misma manera, lo importante es hacer lo máximo que podamos.

P. Seguramente habrá mucha gente que termine de leer su libro y se sienta determinada a seguir sus consejos y comer menos carne, ¿pero cuánta de esta gente lo hará a largo plazo? ¿Cómo podemos conseguir cambiar nuestras costumbres para siempre?

R. Es complicado, y admitirlo es un buen punto de partida. Lo que recomiendo es que lo intentes y empieces por el principio. No recomendaría a un comensal medio que se convirtiera en vegetariano al día siguiente porque eso equivaldría al fracaso. Yo empezaría muy modestamente. Por ejemplo, eliminaría la carne en la cena de los lunes. Parece el acto más insignificante del mundo pero te puedo garantizar que lo lograrás y te sentirás bien. Hazlo durante un par de semanas y ni te darás cuenta de que lo estás haciendo. Entonces hazlo también el miércoles. Al final del año te encontrarás en un punto totalmente distinto del de partida y no habrá sido un gran sacrificio ni te habrás decepcionado a ti mismo. Es una manera de saber dónde están tus límites.

P. Está claro que se necesita tanto una transformación individual como estructural para afrontar el cambio climático. En su libro nos da una pista sobre lo que podemos  hacer como sujetos, ¿pero cómo se puede generar ese otro cambio estructural?

R. Sí, necesitamos ambos cambios y el estructural ni siquiera parece que esté en camino, aunque la población lo está alentando a través de manifestaciones. La ciencia nos dice que hay cuatro cosas que podemos hacer para combatir el cambio climático: viajar menos, conducir menos, tener menos hijos y comer menos carne. Pero de hecho hay una cosa que vale más: votar. Ese es realmente el acto más transcendente que podemos realizar como ambientalistas pero solo podemos votar cada cuatro años. Hemos visto esas imágenes del Amazonas en llamas y la gente estaba muy enfadada con Bolsonaro y no sabía qué hacer cuando en realidad el 99% de la deforestación del Amazonas se debe a la carne, ya sea para crear campos de ganado o para su alimentación. Si boicoteáramos, aunque sé que no lo haremos, la ternera salvaríamos el Amazonas para siempre. Si tenemos que esperar a que Bolsonaro cambie su opinión estaremos esperando siempre y resulta imposible que nos involucremos en la política de Brasil, pero sí podemos afectar el mercado. Así que la gente que habla de cambio individual por un lado y estructural por el otro hace una falsa distinción. Los cambios como individuos afectan a los sistemas.

"Hay cuatro cosas que podemos hacer para combatir el cambio climático: viajar menos, conducir menos, tener menos hijos y comer menos carne"

P. ¿Cree que mi generación, o la suya, está viviendo el mejor momento que ha habido en la humanidad? No hemos convivido con guerras, el nivel de desarrollo es asombroso y la esperanza de vida es la más alta. Leyendo su libro no parece que las cosas vayan a mejorar.

R. Es gracioso porque nadie me ha preguntado eso pero sí, lo creo. Es un gran aspecto a señalar. Tengo un amigo que estaba con su madre cuando fue a hacerse un escáner y le dijo que le quedaban dos meses de vida. Su madre se preguntó por qué había tenido tantas bendiciones, por qué había sido tan afortunada y su vida había sido tan buena, que es exactamente lo contrario que esperarías que dijera. Creo que muchos de nosotros cuando pensamos en el cambio climático nos enfadamos al tener que pensar en recortar los viajes, la carne o la ropa en lugar de darnos cuenta de todo lo que tenemos y de lo poco que se nos pide a cambio. Si alguien nos ofreciera un trato: puedes tener este increíble planeta, ciudades en la costa, una vida libre de climas extremos, una esperanza de vida de 70 u 80 años y lo único que tuvieras que tuvieras sería comer menos carne y viajar menos, sería el mejor trato que nunca nadie pudiera ofrecerte.

P. Comenta lo difícil que es que nos cautive el tema del cambio climático porque es algo que se siente lejano y no tiene unos héroes o villanos icónicos. ¿Cree que la aparición de figuras como Greta Thunberg puede ayudar a acercarnos esta problemática?

R. Por supuesto, es la primera persona a la que queremos seguir. Es distinto cuando vemos una foto u oímos una voz y la asociamos con lo que está bien. Y, para serte sincero, Trump ha sido de mucha ayuda porque lo asociamos con lo que está mal, lo mismo con Bolsonaro. Así puedes dedicarte a luchar contra ellos o con ellos, puedes poner una cara a quien apoyas y otra a quien te enfrentas. En cierta manera, Greta es la primera heroína, la sociedad se ha movilizado muchísimo desde su aparición. Hemos tenido que esperar a que ella llegara porque es especial y la gente especial es poco común, como Obama. Llama nuestra atención, es una increíblemente bella oradora y muy carismática. Y, lo más importante, ha llegado en el momento adecuado. Si hubiera llegado hace 10 años no hubiera funcionado. Ha entrado en una cultura que estaba preparada para ella. Aunque poner el destino del planeta en manos de una sola persona supone demasiada presión. Necesitamos muchas historias y voces distintas. El otro peligro con ella es que mucha gente puede confundir el hecho de que le guste con hacer algo real, pueden pensar que por estar en casa viendo sus vídeos se convierten en ambientalistas, cuando no es así. Lo que tenemos que hacer es observarla y actuar. Ella es vegana, Al Gore también lo es. Cuando he compartido mesa con científicos expertos en cambio climático todos son vegetarianos. Sería genial si la gente siguiera su ejemplo, en lugar de simplemente seguirla.