Image: David Gistau: El boxeo es hoy una pasión de catacumba

Image: David Gistau: "El boxeo es hoy una pasión de catacumba"

El Cultural

David Gistau: "El boxeo es hoy una pasión de catacumba"

El columnista y escritor combina en Golpes bajos su pasión por el ring con una trama en la que confluyen ambientes marginales y altas esferas

19 enero, 2017 01:00

David Gistau. Foto: Toni Mateu

Dice la solapa de Golpes bajos (La Esfera de los Libros) que su autor, David Gistau, intenta compensar con esta novela "que el destino no le permitiera ser un escritor americano de los que frecuentaban el Madison Square Garden durante los años en blanco y negro del siglo pasado. Cuando en las primeras filas había que taparse con un periódico para que no salpicara la sangre". Al columnista y escritor le fascina el boxeo desde que, siendo un adolescente y medio en broma, se apuntó con unos amigos a un gimnasio. Hace unos años volvió a boxear y a día de hoy entrena en el Metropolitano con Jero García. Para esculpir a Alfredo, uno de los protagonistas de su nueva novela, Gistau se ha inspirado en este veterano entrenador, que además de formar a nuevas promesas y ofrecer un futuro decente a chicos marginales con su fundación ahora se dedica a reconducir a niñatos insufribles en el programa de televisión Hermano mayor.

Alfredo no sale en la tele, pero sí su extraña compañera de viaje, Magda López, una presentadora venida a menos que busca resurgir con un nuevo programa. La periodista tiene un poderoso aliado en los bajos fondos madrileños: Piñata, un mafioso que controla buena parte del narcotráfico de la ciudad y que empieza a extender su influencia a los gimnasios, donde recluta a los boxeadores que se quedan por el camino en su carrera al estrellato. Un malentendido con un señorito sevillano, hijo de una marquesa terrateniente, acaba vinculando al protagonista con el capo muy a su pesar. El boxeo se convierte así en el punto de encuentro entre mundos antagónicos, el de la farándula y la jet y el del extrarradio marginal.

Con su abundante descripción de golpes, usos y ritos del boxeo, la novela consigue despertar el interés por un deporte prácticamente desconocido para la mayoría de los lectores, aunque Gistau, autor también de Ruido de fondo y A que no hay huevos, reconoce que desde el primer momento descartó centrarse solo en el boxeo por miedo a espantar a los lectores no interesados en el tema.

"He querido hacer una novela sobre Madrid y sobre contrastes sociales, sobre dos mundos separados por la M-30 y que viven dándose la espalda", explica el autor. En la novela, esos dos mundos tienen su centro en el barrio del Lucero, donde está el gimnasio de Alfredo, y la zona de Serrano, donde en la vida real han proliferado los gimnasios donde los ejecutivos boxean sin combates, "clubes favorables al intercambio de tarjetas de visita", como señala la novela. Esta nueva tendencia parece confirmar que el boxeo poco a poco va saliendo de su ostracismo, que comenzó cuando TVE dejó de emitir combates y El País vetó cualquier información relacionada con este deporte, recuerda Gistau. "Durante mucho tiempo, en la época de Legrá y de Urtain, las veladas del palacio de los deportes se llenaban como los partidos de fútbol y las corridas de toros. Pero la pedagogía social de la Transición atacó mucho al boxeo, como si hubiera que extirparlo de la educación de los nuevos españoles democráticos. Desde entonces, con la excepción de los años de Poli Díaz, el boxeo se convirtió en una pasión de catacumba. En las veladas de hoy nos conocemos todos".

Aparte de los mencionados, Golpes bajos tiene otros personajes importantes, como Damián, un joven púgil con madera de campeón que irrita a los rivales y al público con su sonrisa y su falta de dramatismo; Chaca, un boxeador guatemalteco, veterano y marrullero, que alterna combates en Europa con períodos entre rejas; o Richy, un educado matón, cansado del oficio pero resignado a aceptar que ya es tarde para cambiar de vida, que da consejos de ordenadores y herbolarios a las prostitutas que protege.

Al tratarse de una novela negra, Gistau ha inventado unas conexiones entre el boxeo y el crimen organizado que en realidad no existen. "Entre otras cosas, porque el boxeo en España es una cosa tan precaria, se saca tan poco dinero en cada pelea, que no interesaría a las mafias. Si hubiera una industria, igual sí, como ha ocurrido con otros sectores, pero lo que tenemos es una cosa artesanal". No obstante, reconoce el escritor haber deslizado, pasadas por el filtro de la ficción, algunas anécdotas jugosas oídas en esas veladas de boxeo que ha vuelto a frecuentar.

@FDQuijano