Image: José María Guelbenzu

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El Cultural

José María Guelbenzu

“La novela negra está metida en un berenjenal de psicopatía y gore”

22 septiembre, 2014 02:00

José María Guelbenzu

El escritor madrileño publica Nunca ayudes a una extraña (Destino), séptima novela de la serie policíaca que tiene a la juez de instrucción Mariana de Marco como protagonista.

Nunca ayudes a una extraña (Destino), la nueva novela policíaca de J. M. Guelbenzu, y ya van siete (las últimas: Mentiras aceptadas y Muerte en primera clase), nos lleva hasta la ciudad norteña de G... Para esta nueva entrega, nos cuenta el escritor, varios fueron los retos que se propuso: en primer lugar, hacer que la historia avanzara desde tres puntos de vista y, en segundo, hacer que la juez Mariana de Marco cayera, al fin, enamorada. "Muchos de mis amigos me reprochaban que fuera tan promiscua", dice Guelbenzu, riendo. La otra novedad aquí se llama Javier Goitia, periodista en paro que, de viaje a G..., se encuentra con la juez en el vagón de un tren. Pronto se queda prendado de "su elegancia felina". "Era casi tan alta como yo -describe Goitia-, de pierna atlética y muslos llenos y bien ceñidos por una falda estrecha, un trasero que se adivinaba espléndido a pesar de hallarse medio velado por el faldón de la chaqueta, la espalda recta y fuerte, los hombros marcados, el cuello orgulloso, el pelo recogido y sujeto en la nuca". Lo que el protagonista no sabía entonces, cuando vio a de Marco por primera vez, es que días después, ya en la ciudad costera, se produciría un suceso que los uniría de nuevo.

Pregunta.- ¿Es esta Mariana de Marco muy distinta a la que nos presentó, hace trece años, en No acosen al asesino?
Respuesta.- En lo sustancial, sigue siendo esa persona dedicada a la búsqueda de la verdad. Donde se experimenta más el cambio es en su situación personal. A lo largo de la serie, ella tiene una serie de problemas como juez porque, sobre todo a partir de la segunda novela, descubre que tiene una atracción por el lado maligno de las personas que le hace acercarse a quien no debe. Ella se interroga sobre esa pulsión, y llega a la conclusión de que no es que se sienta atraída por el lado oscuro de las personas, sino que siente, más bien, una especie de atracción por el peligro. Eso no tiene nada que ver con la malignidad. El otro cambio sustancial lo propicia ese nuevo personaje [Javier Goitia], que le atrae por su personalidad pero al que rechaza, al mismo tiempo, porque comprende que si se acerca a él puede caer en una relación más duradera.

P.- ¿Leeremos alguna novela policíaca de J. M. Guelbenzu que no esté protagonizada por la juez de Marco?
R.- No estoy nada seguro, porque yo con Mariana de Marco voy a seguir al menos tres novelas más; hasta que llegue a la cifra de diez, que es el tope que le he puesto a la serie. No tengo claro ni que siga con el género tras ella. Yo me metí en la novela policíaca por seguir a Mariana de Marco, no porque tuviera un especial interés en el género.

P.-Tengo entendido que el personaje se lo sugirió un persona real, ¿no es así?
R.-- Me lo sugirió una joven con la que me crucé y que me llamó la atención, pero a partir de ahí todo es inventado.

P.-¿Qué fue lo que vio en aquella joven?
R.-Me atrajo lo que daba a entender desde fuera, su carácter, su exterioridad, cierto aire de independencia. Pero, como le digo, aquello fue una impresión a partir de la cual yo cree al personaje que he venido desarrollando.

P.-Le iba a preguntar precisamente qué tuvo que pasar para que se metiera en la novela policiaca cuarenta años después de empezar a escribir y publicar novelas de corte general. Pero lo mismo me ha respondido ya...
R.-No del todo. Yo escribí mi primera novela policíaca por hacer pluma. Era una época de sequía literaria en que no sabía muy bien qué hacer. Me metí en esa novela sin más, y ahí Mariana de Marco era uno de los muchos personajes que había. Lo que pasa es que una vez cerrada la novela, y después de haber hecho otras muchas cosas, me di cuenta de que ese personaje a mí me fascinaba, y entonces seguí con ella. Para eso, lo único que yo podía hacer era seguir haciendo novela policíaca. Esa es la razón.

P.-¿Le ocurre, como a Banville, que la exigencia es diferente, o al menos el proceso de escritura, cuando aborda una novela negra que cuando se pone con una de las "literarias"?
R.-Yo creo que sí hay diferencias, aunque no sé si de exigencia. Lo que es seguro es que la novela negra exige una serie de convenciones de las cuales es muy difícil salirse. A todas esas convenciones te ata la intriga. Y al haber más convenciones, el carril por el que transcurre la novela está más marcado. Una novela de literatura general, no de género, por el contrario se abre a cualquier posibilidad.

P.-¿Nunca compagina la escritura de una novela de género con otra general?
R.-De momento las voy alternando porque tengo material para ambas posibilidades. Yo creo que en este momento tengo a la vista más libros policíacos, pero eso es porque tengo cierto afán de terminar la serie. Ahora estoy escribiendo una novela de las literarias clásicas mías, pero cuando termine seguro que me pongo con una policíaca.

P.-Además de escritor, es usted crítico y profesor, así que será, antes de nada, un buen lector. ¿Es de los que prefiere leer que escribir?
R.-A mí leer me parece extraordinario, claro, y supongo que habrá gente que si tuviera resuelta la vida para ser solo lector a lo mejor lo habría sido. Pero no es mi caso, la verdad. Para mí la escritura es una vocación, desde muy joven [escribió su primera novela, El mercurio, con 22 años], y a una vocación es muy difícil sustraerse.

P.-Estará al tanto de la novela actual, y supongo que también de la novela negra y policíaca que se está haciendo. ¿Cómo ve el género? ¿Por dónde queda margen de evolución?
R.-Yo creo que el género goza de muy buena salud, pero porque interesa a los lectores. Otras veces este auge lo han vivido la novela histórica o la novela de ciencia ficción: ese es el problema que tienen los géneros, que van -digamos- por modas. En cuanto a la calidad, la novela negra yo creo que va degenerando en una cierta facilonería, pero eso creo que también es coyuntural.

P.-¿Se han separado ya de un modo irreconciliable la novela negra de la policíaca?
R.-Es que a día de hoy son muy distintas. La novela policíaca es una novela en la que la intriga sigue siendo fundamental, aunque es verdad que ya no tiene ese aire de juego, de "adivine usted el asesino", que tenía la novela inglesa de los años treinta y cuarenta. Pero la policíaca sigue trabajando sobre campos reducidos. Mientras que la negra, a mi juicio, se ha metido en un berenjenal de psicopatía y gore, con unas tramas forzadas siempre hacia lo espeluznante o lo truculento, que yo creo que va por muy mal camino.