Image: José Narro, rector de la Universidad Autónoma de México

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El Cultural

José Narro: "No se puede entender México sin la UNAM"

“No se puede entender México sin la UNAM”

23 octubre, 2009 02:00

José Narro. Ilustración de Gusi Bejer

Pregunta: ¿Qué pasó por su mente al saber que la UNAM había obtenido el premio? Respuesta: Pasó la película entera de mi vida universitaria, desde que ingresé como estudiante, cuando fui profesor, mis maestros, y el enorme orgullo de convertirme en su Rector. P: ¿El premio recompensa la acogida de México y de la UNAM al exilio español? R: Sin duda tiene mucho que ver, pero también nuestra tradición y trayectoria científica y humanista. P: ¿En el México actual siguen presentes los trasterrados? R: Desde luego, a través de sus discípulos. Los exiliados marcaron a México y a la UNAM, y han sido parte esencial de nuestra cultura. P: Si tuviera que destacar a un exiliado español formado en México sería... R: A muchos, pero uno de los más grandes fue Adolfo Sánchez Vázquez. Vino muy joven, y tuvo una enorme influencia en el pensamiento iberoamericano. P: Conoció a varias figuras del exilio. ¿Quién le impresionó más? R: Tuve la fortuna de conocer a muchos, pero voy a destacar al maestro Giralt, un hombre maravilloso, bueno en todos los sentidos, con mayúsculas, en negritas, aunque ahora decir eso parezca un insulto. P: De sus aulas han salido los tres mexicanos galardonados con el Nobel y ocho de los diez que han obtenido el Príncipe de Asturias. ¿Cuál es el secreto? R: Que ésta es una institución maravillosa, hija de la Universidad de Salamanca, con una biografía muy especial, volcada al conocimiento y la cultura. No se puede entender México sin la UNAM. P: En 2010 la UNAM cumple cien años: ¿cuáles son los retos de este nuevo siglo? R: En realidad, son los mismos retos que los de la mayoría de las universidades. Nosotros nos definimos y defendemos el carácter público y nacional de la UNAM, y mantenemos el compromiso con las mejores causas de la sociedad. P: ¿Cómo lo van a celebrar? R: Con un gran programa de festejos, con congresos, concesión de doctorados honoris causa, publicaciones... P: ¿Y los alumnos? R: Contamos con ellos. Para empezar, los hemos convocado para que creen el logo del centenario, y van a participar en la elección de los objetos que estarán en la cápsula del tiempo, para que dentro de 50 años revisen lo que éramos y seremos. P: Uno de los grandes problemas de España es el deterioro del sistema educativo: ¿los mexicanos llegan bien preparados a la universidad? R: Deberían llegar mejor. Tenemos que hacer una gran revisión de nuestro sistema educativo, porque la educación es una de las mayores palancas de desarrollo, de civilización, es esencial, inescapable, y este país necesita un esfuerzo para lograr mayor cobertura, y mayor calidad. P: ¿Han tenido que retrasar proyectos de in-vestigación por la crisis? R: Nos hemos tenido que apretar el cinturón, pero México necesita hacer un esfuerzo adicional para racionalizar el gasto sin dejar de priorizar la educación superior y la cultura. P: ¿Nunca han sentido la tentación de privatizar la UNAM y convertirla en un buen negocio? R: No, jamás, sería el peor negocio, y quien lo intentase no sólo no lo conseguiría, sino que se llevaría un buen portazo en la nariz. P: Hace tiempo dijo que “en México, ni todo marcha bien, ni siempre ha estado mal”. ¿Mantiene el diagnóstico? R: Desde luego, ni todo va bien ni todo va mal. Pienso que necesitamos trasmitir no sólo conocimientos sino también valores sociales. P: ¿Cuáles? R: Muchos que hoy parecen olvidados. Precisamente en la entrega de los Premios voy a denunciar una enorme equivocación colectiva, casi suicida, que es la de convertir en equivalentes el éxito y el dinero. P: ¿Y tiene solución? R: Desde luego, porque se puede vivir con dignidad sin pretensiones de acumular y sin despilfarrar recursos. Hay que volver a valores que nos permitan construir sociedades democráticas, solidarias y libres, en las que no exista un derroche tan insultante como el que hoy vemos en todo el mundo, pero sobre todo en América Latina, con esa capacidad ofensiva de tener de sobra y despilfarrar de unos pocos frente a la miseria de quienes no tienen nada.