Image: Carmen Machi

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El Cultural

Carmen Machi

"En el teatro es donde manejo mejor mis armas"

20 octubre, 2009 02:00

Carmen Machi

Hoy reestrena La tortuga de Darwin en el Teatro de la Abadía de Madrid

Alberto Ojeda
Carmen Machi puso a la crítica a sus pies (literalmente) con su interpretación en La tortuga de Darwin. La obra de Mayorga, uno de los principales éxitos escénicos de la temporada pasada, se adaptó como un guante a sus capacidades interpretativas. La actriz encontró bajo el caparazón del reptil marino un espacio íntimo desde el que narrar los últimos dos siglos de la historia de la humanidad. Hoy vuelve a meterse en la piel de este personaje, mitad animal, mitad humano. Y lo hace en la que considera su "casa", el Teatro de la Abadía de Madrid.

Pregunta.- ¿Qué se le paso por la cabeza cuando le dijeron que le tocaba interpretar a una tortuga?
Respuesta.- La verdad es que dije que sí sin leer la obra. Estaba trabajando con Ernesto Caballero en otro montaje y me dijo que Mayorga estaba escribiendo algo muy interesante, que me podía gustar. El hecho de que la obra fuera a estar dirigida por Ernesto Caballero y hubiera sido escrito por Mayorga me parecían avales suficientes, así que acepté. Luego, cuando tuve el texto entre las manos, me di cuenta de la complejidad de mi papel: el de una tortuga que va haciéndose humana. No tenía referencia alguna con la que me pudiera inspirar. Decidí que lo mejor era tirarse al barro, jugar y divertirse.

P.- ¿Qué le costó más para poner en pie este papel?
R.- La distancia emocional que debía tomar respecto a lo que contaba. La tortuga, con sus doscientos años, hace una recapitulación histórica en la que salen a relucir episodios tan dramáticos como el Holocausto. Pero ella con una ingenuidad animal, no puede emocionarse, y aunque está fascinada por muchas de las cosas que ha visto, no puede emocionarse ni empaparse por el dolor humano.

P.- Pertenece a la primera promoción de la denominada cantera de la Abadía. Imagino que trabajar allí le hace especial ilusión...
R.- Sí, mucho. Es algo muy sentimental. La Abadía me marcó en mi vida. Allí aprendí, en la compañía-escuela de José Luis Gómez, algunos valores fundamentales para alguien que se dedica a mi trabajo, como la disciplina y la fidelidad hacia uno mismo. También allí empecé a sentirme profesional, ya que empecé a dedicarme casi por completo a la interpretación.

P.- Cine, teatro y televisión. Parece manejarse con igual soltura en los tres medios, pero ¿tiene alguna preferencia?
R.- Me gustan los tres, sino no trabajaría en ellos. Sus códigos son distintos pero los desafíos para el actor son los mismos. El problema es el tiempo. Una serie de televisión, si tiene éxito, como es el caso de las que yo he trabajado, te lo quita todo, porque se van rodando nuevos capítulos cada año, y se prolongan indefinidamente. Quizá sea el teatro donde me encuentro más cómoda, no porque me resulte más fácil o difícil, no es esa la cuestión, si no porque he crecido de manera natural dentro de él y es donde, creo, manejo mejor mis armas. La verdad es que de teatro casi todos los actores terminamos teniendo mono.

P.- Lleva una racha maravillosa, plagada de éxitos. ¿No siente un poco de vértigo?
R.- No me paro demasiado a pensarlo. Pero es verdad que en los últimos años, en casi todos los proyectos que participo, tienen éxito. No sé. De lo que realmente sí me siento satisfecha es que son trabajos muy diferentes. Lo de Almodóvar no tiene nada que ver con lo de Mayorga, y lo de Mayorga es muy distinto a lo de Rebollo... Esta diversidad te hace crecer como actor. Ya me llevaré algún tortazo...

P.- Y mira a las tortugas de otra manera tras interpretar a una de ellas...
R.- Pues sí les he tomado cariño, pero sobre todo les tengo respeto, por su gran longevidad. Mi casa está llena de tortugas. Me han regalado en el último año todo tipo de objetos con forma de tortugas. La verdadera tortuga de Darwin, que vivió casi dos siglos y tenía un metro sesenta de altura, murió mientras estábamos ensayando la obra. En cierto modo, sentí que me reencarnaba en ella.

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