El Cultural

Laia Marull: "Me siento como un emigrante, ni soy actriz de cine ni de teatro"

22 mayo, 2009 02:00

Laia Marull. Foto: Sergio Enríquez.

Laia Marull vuelve a Madrid para encarnar a Antígona en Edipo, su primera incursión en el teatro grecorromano. Dirigida por Georges Lavaudant, la actriz está acompañada por Eusebio Poncela y Pedro Casablanc. La obra se estrena el día 28, en las Naves del Matadero.

Viéndola frente a frente, tan menuda y risueña, no imagina una lo que esta actriz puede llegar a simular sobre un escenario o una pantalla. Laia Marull (Barcelona, 1973) se presentó hace tres años en Madrid con Nina (de José Ramón Fernández) y dejó claro que la juventud no está reñida con la excelencia interpretativa. Salió por la puerta grande del Teatro Español, prorrogó y se llevó el Premio Mihura 2006, galardón que, como el comediógrafo dejó establecido en su testamento, premia a la mejor actriz de la temporada.

Con aquella función Marull confirmó lo que ya el cine había anunciado (Goya a la mejor actriz por Te doy mis ojos) y la afición teatral de Barcelona sabía. Le precede una trayectoria corta pero afortunada y fecunda en su ciudad natal, en la que ha sido cortejada por directores como Lluís Pasqual, quien la descubrió para Un dels últims vespres de carnaval, y Roberto Zucco, Joan Ollé, Mario Gas. También, el canadien se Robert Lepage, con quién estrenó El Polígrafo.

Textos de Sófocles. Ahora añade a su curriculum al francés Georges Lavaudant, quién la ha elegido para ser Antígona, "la que olvidó su descendencia" para cuidar a su padre, Edipo. Es una coproducción del Español de Madrid y el Grec de Barcelona, en la que se han refundido los tres textos que Sófocles escribió sobre el héroe tebano: Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona. Le acompañan en el reparto Pedro Casablanc, Fernando Sansegundo, Luis Hostalet, Rosa Novell, Miguel Palenzuela, junto a otros más mediáticos como Eusebio Poncela, que interpreta a Edipo, o el joven Críspulo Cabezas.

Para Marull es importante que cada experiencia profesional tenga algo de novedad, aprendizaje y tiempo para saborearla, ya que huye de simultanear trabajos. Si Nina fue su presentación en los escenarios madrileños, Edipo supone su primera incursión en el teatro grecorromano. "Yo tengo una relación de amor-odio con el teatro y nunca había hecho tragedia. Me hizo gracia volver a los orígenes del drama y quizá aclarar así mi relación".

Si se le intenta adscribir al cine o al teatro, Laia Marull sorprende con su percepción del oficio:"Nunca me he considerado actriz de cine o actriz de teatro. Incluso, a veces, ni siquiera actriz", y se echa a reír. "Me pasa como a los emigrantes", que se van de un país a otro y, al final, no saben muy bien a dónde pertenecen. Sí, ahora puedo decir que lo de actuar lo llevo en la sangre, pero soy consciente de que en este oficio he tenido una suerte brutal, que ha sido posible a pesar mío". Mientras ensaya Edipo, Marull ha coincidido con la compañía de Sam Mendes, lo que da pie a comentar el trabajo de los actores anglosajones, especialmente la libertad de la que parecen haber gozado los intérpretes para construir sus personajes. ¿Pasa eso en el teatro español? "Eso depende mucho del director con el que trabajes", explica. "Por ejemplo, cuando estuve con Lepage, en el laboratorio Ex-Machina que tiene en Montreal, pude comprobar que él trabaja así: artistas y técnicos, todos juntos desde el primer día. Te da pocas indicaciones, pero definitivas y, luego, es un remanso de paz, no como aquí, que a veces se oyen demasiados gritos".

-¿Y cómo es Lavaudant?
-Es parecido, muy tranquilo. Trabajar en este Edipo está siendo un trabajo muy completo. Al principio nos hemos reunido con Daniel Loayza, el autor de la versión que es, además, profesor en la Sorbona y que nos ha hablado del significado de la tragedia.

-¿Qué les dijo?
-Pues, por ejemplo, que las tragedias narran los mitos que los griegos ya conocían. Me pregunto por el sentido que tenía el ver una obra cuyo desenlace ya sabes. Es lo que les ocurre a los niños con los cuentos. Creo que los griegos no distinguían entre mito e historia real y hoy tampoco mucho, lo pude comprobar cuando estuve en Grecia rodando El Greco.

-Interpretar a Antígona ¿exige un código distinto?
-Soy una actriz muy intuitiva, nada intelectual. Pero los actores trabajamos en conjunto, seguimos las indicaciones de un director, así que al final la forma más acertada es la de probar, la de ensayar. Ahora estamos en mitad del proceso y estoy perdidísima, esa es la gracia del teatro.

-¿Por dónde les guía el director?
-Lavaudant insiste en que el peso está en el texto y nos está llevando por el camino del valor, la sencillez y la sobriedad. Por acercar la obra a nuestros días sin perder su origen.