El Cultural

Marina Abramovic. Larga vida al alma eslava

Balkan Erotic Epic

11 enero, 2007 01:00

Balkan Erotic Epic, Women Massaging Breasts, 2005. Fotografía

Galería La Fábrica. Alameda, 9. Madrid. Hasta el 24 de Febrero. De 40.000 a 70.000 euros

En junio de 2002, en una entrevista por escrito, intenté provocar, sin mucho éxito, todo hay que decirlo, a Marina Abramovic recordándole que ese mismo año había diseñado un juego de café para la firma italiana Illy -un trabajo que cuenta con las firmas de Schnabel, Kounellis, Bourgeois o Steinbach, entre otros artistas internacionales-, en el que las tazas estaban decoradas con la fotografía de una mujer jugando en una playa con una pelota de colores. Me sorprendió, supongo que como les ocurrió a los lectores entonces, su respuesta. “Para mí no ha sido diseñar. Beber café era un ritual importante en Yugoslavia. La cocina de mi abuela era el centro de mi mundo. Todos los viernes mirábamos los posos del café para adivinar el futuro. He creado dos grupos de tazas: uno feliz y otro denominado Spirit Cups (las tazas del espíritu). La taza del espíritu tiene un agujero, y al beber café siempre sale algo de café para los espíritus. Todo el que bebe café en este tipo de taza es un performer”.

Pudo añadir que la Spirit cup, una edición limitada de 750 ejemplares, contiene un recipiente dorado que según el anunciante es como el misterioso ojo de una cerradura, y que está “dedicada al espíritu de la artista contemporánea del arte corporal de mayor renombre”, pero no hacía falta. Lo que llamaba la atención era el hilo argumental con el que Abramovic iba tejiendo más que una visión una actitud ante la historia y los acontecimientos del que fue su país natal y a su lugar en ellos.

Un ejemplo podía ser la incorporación de elementos autobiográficos, así la videoinstalación Hero (Héroe) basada en la historia de su padre, guerrillero junto a Tito, como héroe nacional o, más atrás en el tiempo, su intervención en la Bienal de Venecia del 97, por la que recibió el León de Oro a la mejor artista, el espeluznante, por gélido, relato del comportamiento de las ratas-lobo escuchado en una sala en penumbra, ante la imagen de sus padres mudos, mientras la artista limpiaba, sosegadamente, y sumida en su aislamiento, dos toneladas de huesos, que todavía tenían jirones de carne adheridos.

El título de la pieza era Balkan Baroque. Ahora, La Fábrica reúne dos videos y tres fotografías de su última y nueva serie Balkan Erotic Epic -a los que añade un video anterior, de 2003, de la serie Nude with Skeleton-. Antes de las piezas propiamente dichas, Abramovic, ataviada como una profesora o conferenciante, incluidas unas gafas muy apropiadas para el simulacro, relata costumbres y dicta recetas sobre los hábitos sexuales procedentes del folclore de los Balcanes. Entre ellas prescribe la que es más útil para que la mujer se asegure la fidelidad de su marido o amante. Introducirse al acostarse en la vagina un pez vivo, que se sacará muerto por la mañana, triturarlo hasta convertirlo en polvo y dárselo a beber con el café del desayuno.

Hay otras más, respectivas a los hijos, a los caballos, para combatir la impotencia o luchar contra la enfermedad. Un elegante e irónico prólogo a los videos que recogen los rituales de masturbación bajo la lluvia y cópula con la tierra de los varones, o una ceremonia ficticia en la que las mujeres acarician sus pechos desnudos alzando el rostro al cielo o danzan como bacantes empapadas ofreciendo sus vulvas a la lluvia. También, al igual que las mujeres alzan al cielo su lamento “desde la hierba verde de la tumba”, otra, vestida cual sacerdotisa de un culto perdido, recuerda los pasados tiempos de gloria, clama contra la eterna cruz de la guerra o reclama larga vida para la fe eslava. La artista por su parte, cubierto el rostro por su pelo, se golpea, inmisericorde, entre los pechos con una calavera de plástico.

La unión simbólica de la sexualidad y la muerte. Un cántico a la vida y al placer; a la ambigöedad de sus fuentes seminales. Un conjunto de acciones que aúnan la sonrisa cómica (y más podríamos haber reído, ya que el proyecto procede de la oferta de una productora para que hiciese un filme usando estrellas porno), la embriaguez de la concupiscencia, la conciencia de lo intrascendente de la existencia humana y sino lo ineludible, sí la eficacia terapéutica del dolor frente a la muerte. La vida, la vida. Larga vida al alma eslava.