Image: Arturo Pérez-Reverte

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El Cultural

Arturo Pérez-Reverte

"¿Cela o Benet? No me toque los cojones..."

17 enero, 2001 01:00

Con El Oro del Rey conquistando la red y las librerías, dice Pérez-Reverte, pendenciero como siempre, que si algún día escribe sólo para internet será "síntoma de que estoy más acabado que Porcel, por poner un ejemplo que se entienda".

Pregunta: ¿Qué tal le ha ido a El oro del rey en la red?
Respuesta: No me puedo quejar.
P: Tras lo visto, ¿sigue decidido a no escribir directamente para Internet?
R: Una cosa es que también te publiquen tus cosas en Internet y otra distinta escribir para la red. Yo nací hace medio siglo y necesito oler tinta y papel. Si un día escribo directamente para Internet, desconfíen. Estaré más acabado que Baltasar Porcel. Lo digo por poner un ejemplo que se entienda.
P: Recomendó a sus lectores que le piratearan. ¿Le respondieron los lectores?
R: Los lectores no sé, pero los piratas se pusieron las botas. Más o menos como estaba previsto.
P: ¿Y le dieron las gracias en su editorial?
R: En mi editorial conocen muy bien su oficio. Sabían lo que iba a pasar. Y sabían que Internet no afectaría las cifras de ventas habituales.
P: Con todo, gracias a usted Alfaguara puede permitirse publicar esos libros de los que presume y que interesan bastante menos...
R: Está mal informada: Alfaguara presume muchísimo de mis libros.
P: Dice que le quedan diez años como escritor. ¿Por qué?
R: Nunca he dicho eso. Dije que tengo en la cabeza tres o cuatro novelas, lo que significa trabajo para unos diez años. Y que si después no se me ocurren más y me veo para los tigres, no seguiré patéticamente aferrado a la tecla.
P: ¿Cree que los lectores llorarán su ausencia?
R: Concédame que alguno lo lamente. Si no le molesta.
P: ¿Y quiénes se alegrarán más, algunos críticos o algunos colegas escritores?
R: No sé por qué atribuye usted a críticos y colegas tan viles sentimientos. Algunos son gente normal. Incluso una vez vi a García-Posada en el AVE, con la familia, y le aseguro que cuando no dice sandeces ni hace la pelota a nadie, gana mucho como persona.
P: Sin embargo, la verdad es que la crítica le trata con bastante consideración. ¿Quién ha cambiado o mejorado, ellos o usted?
R: No tengo ni puta idea. Lo que sí está claro es que una portada del New York Times o de Le Monde hace milagros.
P: ¿Y después se dedicará sólo a navegar? Porque cuesta imaginarlo sin escribir...
R: Puedo imaginarme perfectamente sin escribir. Lo que no puedo concebir es mi vida sin leer ni navegar.
P: Con la crítica domada y retirado, ¿cómo va a descargar su agresividad y esa insolencia que le ha hecho famoso? ¿Va a sembrar el terror en cada puerto?
R: No sé. A lo mejor, para que no se me embote la navaja, escribo unas memorias que se titulen Lo peor son algunos editores y se las dedico a Mario Muchnik. No lo conozco, pero me da igual. Me asombra lo que le gusta salir en las fotos a ese bocazas.
P: Por cierto, para pendencias lo de Guadalajara. ¿Qué pasó en realidad?
R: Oiga. Yo voy a México una o dos veces al año, porque eso forma parte de mi trabajo. Y sobre todo porque es mi editorial la que, por los beneficios que obtiene de mi presencia allí, paga los gastos. Para lo de las pendencias pregúntele a los que fueron invitados por el Ministerio de Cultura.
P: ¿De qué cree usted que es síntoma lo sucedido?
R: De que en España hay más escritores en mesas redondas y buscando su nombre en suplementos culturales que sentados en su casa escribiendo, como es su obligación. Y si uno lo piensa, hay incluso escritores famosos de los que nadie ha leído absolutamente nada.
P: Elija y razone su elección. Juan Manuel de Prada o Fernando Valls.
R: No tengo por qué elegir ni razonar nada. Juan Manuel de Prada es mi amigo, y además merece estar en cualquier lista. Por eso deseo que pierda menos el tiempo en polémicas y en chorradas, y haga de una maldita vez la novela espléndida que tiene la obligación de hacer.
P: Marías o Sánchez Dragó.
R: Javier Marías también es amigo mío. No tenemos casi nada en común, pero mataría por él. A Sánchez Dragó lo respeto y aprecio desde que hace treinta años leí Gárgoris y Habidis. No veo por qué uno y otro han de ser incompatibles para mí.
P: Delibes o Vicent.
R: Usted lo plantea todo en términos de guerra civil.
R: Cela o Benet.
R: Haga el favor de no tocarme los cojones.
R: Usted, sin embargo, sí estaba en ese canon. ¿Ya es políticamente correcto?
R: A mí me da lo mismo estar en el canon de Fernando Valls que en el de Marianico el Corto. Donde me interesa estar es en las librerías.
P: ¿Por qué la derecha tiene tan mala conciencia en lo cultural?
R: Porque viene de un pasado analfabeto aún reciente, y porque se pasa la vida intentando disimular que la derecha es de derechas.
P: Cuando en España algunos le ninguneaban, celebraban sus obras en el extranjero. ¿Son más listos o más libres?
R: Era extranjero, no sabían nada de mí. Me juzgaban por mis novelas. Aquí era distinto. Yo no era del ambiente, ni quería serlo.
P: Hablando de libertad, usted es una excepción por la que gasta. ¿Impunemente?
R: No se crea. A veces, el entrañable Juan Cruz me echa unas broncas espantosas. Me querría sociable, pacífico, prudente y benetiano.
P: Fue galardonado con el Jean Monnet de Literatura Europea. ¿Qué tiene que cambiar para que le premien aquí?
R: Lo del Monnet fue a traición. En cuanto a lo de aquí, estoy seguro de que nunca me pondrán en la incómoda situación de rechazar nada.
P: ¿Por qué le molesta que le consideren un autor de best-seller?
R: Se equivoca. Yo soy, en efecto, autor de novelas que suelen ser best-seller. Y me alegro mucho, porque no imagina usted las horas de trabajo que cuesta conseguir que lo sean. Lo que me molesta es que me lo pregunten pensando que me molesta.
P: En este mundo de globalizaciones e Internet, ¿es posible vivir aún aventuras mayores que llegar a fin de mes?
R: Se me ocurren varias. Identificar sujeto, verbo y predicado en una crítica de Juristo, por ejemplo. O leer Larva de Julián Ríos y no aborrecer la lectura para toda la vida.