Luis Enrique en el Calderón.

Luis Enrique en el Calderón. EFE

1ª División LIGA SANTANDER

El ser o no ser de Luis Enrique

En el alambre desde la goleada en París, con la victoria en el Calderón (1-2) evitó una mayor oleada de críticas que le hubiera sentenciado todavía más. 

27 febrero, 2017 01:06

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En el Vicente Calderón, Luis Enrique cumplió 100 partidos con el Barcelona en Liga. Entre la euforia y el pesimismo, el asturiano, ya en el alambre, agonizando hasta final de temporada, lleva un 75% de victorias: 75 victorias, 14 empates y 11 derrotas. 287 goles a favor y 70 en contra. Dos Ligas de dos. El mejor entrenador liguero de la historia del Barcelona, exceptuando Guardiola.

A pesar de sus buenos datos, Luis Enrique no es que goce de un buen momento en el Barcelona. La verdad es que casi nunca ha estado tranquilo en el banquillo del Camp Nou. Casi sentenciado, nadie da por hecho que vaya a continuar una temporada más en Barcelona. Para que se de esa circunstancia, se necesita remontar al PSG, algo improbable a estas alturas, y ganar la Liga, también difícil a inicios de marzo. Y ni aun así se asegura. Él nunca dijo una palabra para confirmar su futuro. Quiso jugar siempre con el tiempo. 

Luis Enrique fue, por primera vez, pitado por su afición en el último partido en el Camp Nou, el que el Barcelona logró sacar de milagro, con un penalti en el último minuto, ante el Leganés. Ese partido reflejó bien lo que estaba siendo el Barcelona de 2017: un equipo al tran trán, ganando (cuando lo hacía) sufriendo, viviendo en el alambre, salvándose por acciones muy aisladas. Eso acabó marcándole, porque después de mucho tiempo el barcelonismo encontraba alguien al que echarle la culpa de una tragedia. Quedó marcado.

Todo eso explotó cuando el PSG apareció en el camino y tenía jugadores que todos los anteriores no habían tenido. El 4-0 en París dinamitó el proyecto y dejó sentenciado a Luis Enrique. El técnico asturiano termina contrato con el Barcelona este verano y en ningún momento ha dejado claro su posición a partir de ahí. Ni si se quiere quedar ni si se quiere ir. Hasta el encuentro en el Parque de los Príncipes el propio Luis Enrique se había ganado en cierto modo poder elegir su futuro. Desde ese día, no.

Es por ello que desde la pesadilla de París Luis Enrique está en un continuo examen, también en una especie de reivindicación. Si gana la Liga, hará uno de esos milagros recordados por tiempo. Y lejos de darse por vencido en un torneo que prácticamente está perdido, ganó en el Calderón, otra vez con una forma que no coincide con el ADN Barça. Para ello, Luis Enrique se justificó con un "es evidente que el cambio de sistema es una manera de intentar que el rival no sepa qué vas a hacer". Pero ganó. Una derrota ante el Atlético le hubiera dejado mucho más tocado de lo que ya estaba. 

"Nuestro objetivo es siempre intentar jugar bien, pero hay un rival delante que intenta lo contrario", comentó el entrenador azulgrana. El Barça ganó y al fin y al cabo lo hizo con el sello de Luis Enrique. Marcó Rafinha, una apuesta suya en el centro del campo para este partido, en detrimento del tan cuestionado André Gomes. 

Luis Enrique, al final, tiene más vidas que un gato. Varias veces fue sentenciado y todas ellas salió vivo, se salvó y acabó triunfando. Desde aquél partido en Anoeta que cambió al Barça actual hasta la goleada en París. En su primer año ganó el Triplete, en su segundo año el doblete y en el tercero... a la espera. De momento, ganó en tan difícil plaza como el Calderón y, aunque la versión del Barcelona no es que fuera la mejor, si hizo posible colocarse líder por unas horas y mantener vivas las esperanzas de Liga.

Su día a día, y eso que quedan todavía tres meses de competición, será convencer a los críticos de que, aunque se vaya, valió para entrenar al Barcelona. Su final, salvo sorpresa en cuanto a decisión de continuar, será donde este domingo se salvó de otra oleada de críticas, en el Calderón. La final de Copa será su colofón a tres años en la duda continua en Barcelona.