Ciudad universitaria, Patrimonio de la Humanidad, paraíso del aperitivo para capitalinos hartos del ruido y destino gastronómico cada vez más destacado dentro de la Comunidad de Madrid, Alcalá de Henares cuenta, además, con un espacio que resume buena parte de su espíritu: Fino Bar.
Situado en pleno centro histórico, este restaurante con alma de wine bar se ha convertido en un punto de encuentro tanto para vecinos como para visitantes, gracias a una propuesta versátil, cuidada y cercana. Detrás de su éxito está Alberto Sánchez, director de sala, sumiller y socio fundador junto a Fran Rodríguez, gerente de Monio Group.
El local combina dos maneras de vivir la gastronomía. En su gran barra, siempre animada, se disfruta de una cocina más informal acompañada de una copa de vino, un vermut artesanal o una cerveza bien tirada.
Barra Fino Bar
El comedor, por su parte, ofrece un ambiente más tranquilo, pensado para comidas familiares, celebraciones, encuentros de amigos o reuniones de trabajo. Su menú del día, elaborado con producto de calidad, ha logrado fidelizar tanto al público local como al visitante que busca buena cocina sin complicaciones.
La propuesta culinaria de Fino Bar lleva la firma de Raúl Álvarez, formado en el Casino de Alcalá y en Francesco’s. El chef practica una cocina de base tradicional, reinterpretada con criterio y coherencia.
Entre los platos más representativos destacan los torreznos de Alcalá, elaborados con una receta propia que la casa guarda en secreto, el boissant de jarrete de ternera con ketchup de tomatillo verde, los pimientos rellenos de brandada de bacalao con tartar de gamba o la molleja de ternera con hummus. En la carta conviven también cuatro pizzas de autor, un guiño a los orígenes del grupo en Francesco’s.
Salón Fino Bar
Pero el alma de Fino Bar está en la sala. Allí, Alberto Sánchez imprime su filosofía de trabajo: atención personalizada, escucha activa y un trato que busca hacer sentir al cliente como en casa.
Tras formarse en la Escuela de Hostelería de Alcalá y la Cámara de Comercio de Madrid como sumiller, y pasar por restaurantes con estrella Michelin como Azurmendi y el desaparecido Santceloni, decidió regresar a su ciudad natal para poner en marcha su proyecto más personal.
“Yo amo lo que hago. Para mí, la hostelería no es solo servir platos o recomendar vinos; es crear un vínculo con el cliente. Los comensales pueden volver por la gastronomía, pero también por el trato que les damos”, afirma. “Me gusta acercarme, preguntar, escuchar y entender qué les apetece. Creo que la diferencia está ahí: en la atención y en la sinceridad con la que se hace el trabajo”.
Cocina Fino Bar
Alberto también se encarga de la bodega del restaurante, que cuenta con más de 100 referencias, en su mayoría nacionales. Como sumiller, guía al cliente a través de la carta de vinos con un enfoque didáctico y cercano, proponiendo etiquetas que acompañen tanto el plato como el momento. Su labor, junto al equipo de sala y cocina, ha consolidado a Fino Bar como uno de los lugares imprescindibles para disfrutar de la buena mesa en Alcalá de Henares.
Un vino sin pretensiones, pero con personalidad
“En Fino Bar siempre buscamos vinos que despierten curiosidad y animen al cliente a salir de su zona de confort”, asegura Alberto Sánchez. “España es un país de vino, de territorios diversos y de variedades únicas, y merece explorarse más allá de los nombres habituales como Rioja o Ribera del Duero”.
Por eso, uno de los vinos que el sumiller más disfruta recomendando es Tres Picos, de Bodegas Borsao. “Procedente de la D.O. Campo de Borja, este vino es un homenaje a la garnacha en estado puro”, adelanta. “Sus uvas nacen en las laderas de la sierra del Moncayo, donde la altitud, la amplitud térmica y los suelos pedregosos permiten a esta variedad expresarse con fuerza y autenticidad”.
Borsao Tres Picos
En nariz, Alberto Sánchez advierte fruta roja madura, mora, cereza y matices florales, “con una intensidad que seduce desde el primer giro de copa”. En boca es aterciopelado, amplio y envolvente, con una madera perfectamente equilibrada que respeta el carácter frutal y deja una sensación redonda y placentera. “Es de esos vinos que pruebas y te invitan, casi sin darte cuenta, a servirte otra copa”, sentencia.
La elección de Tres Picos para la carta de Fino Bar tiene una razón de ser: se trata de un vino honesto, con alma y capaz de emocionar, que es precisamente lo que intenta transmitir el restaurante alcalaíno.
“Es perfecto para quienes desean descubrir nuevas zonas vitivinícolas y entender por qué la garnacha es una de las variedades más nobles de nuestro país”, sugiere Alberto Sánchez. Un vino sin pretensiones, pero con mucha personalidad: “Cercano, accesible y lleno de identidad, justo como debe ser una copa que deje huella”.
