La vendimia en el Bierzo comienza este septiembre marcada por la incertidumbre y el desasosiego que ha traído una de las temporadas más difíciles de la última década para el sector vitivinícola del noroeste español.
Tras un verano protagonizado por incendios forestales de gran intensidad (más de 350.000 hectáreas arrasadas solo entre Galicia y Castilla y León), los viñedos han visto cómo el humo y el calor extremo llegaban semanas antes de la cosecha, hiriendo el paisaje y alterando la maduración de la uva.
La sequía ha agravado la situación: desde abril no ha caído una gota de lluvia en el Bierzo, lo que ha dejado el campo reseco y a la planta debilitada, facilitando el avance del fuego y multiplicando el riesgo de nuevos brotes.
Nube de humo en viñedo berciano
Productores y viticultores locales han tenido que enfrentarse a evacuaciones y a la intervención de la UME en focos tan relevantes como Las Médulas, sumando al drama patrimonial la angustia por el futuro de sus viñas.
Municipios como Ponferrada, Palacios del Sil, Priaranza del Bierzo y Molinaseca vivieron días de alarma extrema, con restricciones y medidas especiales para proteger los cultivos y a la población.
Sin embargo, la región leonesa no se rinde y espera una cosecha de calidad contra todo pronóstico. La vendimia de godello en el Bierzo ha tenido un inicio prometedor. Pese a las altas temperaturas y las adversidades provocadas por el fuego, los racimos presentan un buen estado sanitario y un equilibrio notable, gracias a las reservas hídricas acumuladas en primavera antes de la llegada de la sequía.
La producción, eso sí, será significativamente corta, con una cantidad de uva inferior a la esperada, un reflejo claro del peso que el cambio climático y las condiciones extremas está empezando a tener en los ciclos de maduración tradicionales. La de 2025 será, sin duda, una campaña recordada por sus dificultades ambientales y su desafío productivo.
“El entorno del viñedo en el Bierzo no se ha visto afectado por los incendios”, tranquiliza Adelino Pérez, presidente de la D.O. Bierzo. “Pero nos atañe en el sentido natural y patrimonial, pues desde la denominación de origen y las bodegas vendemos algo más que vino: un paisaje, un paraje y todo lo que lleva consigo”.
Viñedo arrasado por el fuego
Un cortafuegos natural
Rafa Somonte, enólogo de la bodega berciana Dominio de Tares, recuerda la importancia de mantener limpio el campo. “El propio viñedo hace de cortafuegos; las viñas muy pequeñitas y de monte o las que estén muy mal cuidadas, en medio de mucha vegetación forestal, pueden quemarse, pero un viñedo en espaldera o viejo que esté bien atendido pararía el fuego”.
“Los fuegos se apagan en invierno”, añade Adelino Pérez. “Si algo ha quedado claro este verano es que hay que cuidar más y mejor los entornos de los pueblos, proteger el monte. Lo que tienen que hacer las instituciones es ayudar a que haya más ganadería, las ovejas y las cabras son las mejores desbrozadoras que hay”.
El presidente de la D.O. Bierzo señala también la importancia de apoyar la actividad rural para evitar el abandono de cultivos y pueblos, ya que esto contribuye al riesgo de incendios en la zona.
“Está bien que se sepa que hemos sufrido, pero las informaciones contradictorias están afectando al turismo enológico dentro de la comarca. Hay gente que ya no viene por los incendios y ha habido una enorme cancelación de reservas”.
Se ha quemado un porcentaje muy extenso de Bierzo, lamenta el presidente de la denominación, “pero hay mucho más Bierzo que visitar”.
Una viña cuidada puede ser un cortafuegos natural
Contra el "smoke taint"
Si bien el fuego no ha arrasado el viñedo berciano, sí lo ha hecho la ceniza. Rafa Somontes explica los problemas derivados de la nube de humo que permaneció sobre las viñas durante días sin dejar pasar el sol. “Esto influye sobre la fotosíntesis, la iluminación no es la misma y afecta a la capacidad de maduración de la planta”, asegura.
Por otro lado, la cantidad de residuos que se posan en las hojas y en las uvas también puede acarrear problemas. El temido “smoke taint”, un defecto sensorial y químico que afecta al vino cuando las uvas usadas provienen de viñedos cercanos a incendios forestales.
“Si las cenizas llevan restos de metales, cobre o hierro, generarán reacciones de oxidación en las elaboraciones: degradar determinados componentes aromáticos, sobreoxidar los vinos o dar lugar a aromas de combustión, como de carne quemada”, aclara Somonte.
Para evitarlo, el enólogo decidió lavar a fondo las uvas y las hojas con el atomizador con el que habitualmente aplican los tratamientos fitosanitarios, justo antes de vendimia.
“Lo que estoy notando es que, en las parcelas más cercanas a los incendios, los pH son más altos de lo normal y las acideces más bajas, aunque no sé si está relacionado con las cenizas o con el periodo de sequía que ha habido”.
Cepa quemada
En el caso de O Chan, el proyecto de la familia Pariente en el Bierzo, el fuego se quedó a una distancia prudencial del viñedo. Aun así, la bodega está tomando medidas preventivas para evitar cualquier posible consecuencia en el futuro vino.
“El humo libera compuestos fenólicos volátiles que se fijan en la piel de la uva y pueden quedar enmascarados dentro de la pulpa”, expone Martina Prieto Pariente. “Durante la fermentación del mosto, esos compuestos se liberan y se expresan en el vino con aromas y sabores no deseados, que recuerdan a ceniza, ahumado intenso o cenicero húmedo”.
El riesgo es mayor cuanto más cerca de la vendimia se produce la exposición, ya que las uvas están más desarrolladas y con mayor superficie de contacto. Según la directora técnica, hay variedades más sensibles que otras, especialmente las de piel fina.
“La godello es de grosor medio-fino, por lo que puede verse afectada por el humo. Sin embargo, al tratarse de una vinificación en blanco el riesgo disminuye: el prensado directo y la ausencia de maceración prolongada con los hollejos hacen que la extracción de compuestos fenólicos del humo sea mucho menor que en los vinos tintos”.
Ampollas producidas por el exceso de calor
En cuanto a las soluciones, Pariente afirma que no existe un remedio único ni totalmente eficaz, pero hay estrategias: “En viñedo, lavado inmediato de la uva; en bodega, reducir el tiempo de contacto con los hollejos para evitar la extracción de compuestos”.
También hay investigaciones con enzimas específicas de desfangado, comparte, que buscan limitar la liberación de estos compuestos durante la fermentación o favorecer la formación de aromas que enmascaren las notas de humo.
Menos suerte al sur de León
“En nuestro viñedo de La Valduerna, en la zona del Valle del Jamuz, el fuego ha pasado por encima de las cepas”, confirma Tamara Falagán Monroy, de la bodega Fuentes del Silencio, situada a unos 100 km del Bierzo.
“Las viñas del vecino no estaban trabajadas, tenían matorrales, y eso condujo el fuego hasta las nuestras”, justifica. “No queremos perder la añada, aunque sabemos que no vamos a sacar tantas botellas como años atrás, pues aunque quede algo de uva, hay que ver cómo está por la ceniza”.
Fuentes del Silencio trabaja en ecológico, una certificación que les ha costado mucho conseguir. “No queremos perder eso, así que seguiremos adelante para sacar la añada 25 como sea, aprovechando todo lo que tengamos”, dicen. Nada detiene el empeño de quien cultiva la vid con pasión.
