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Cincuenta años no se cumplen todos los días, y menos si se habla del restaurante que enseñó a Alicante qué era eso del fast food. Pero lo que comenzó en 1975 bajo el cartel de “Frankfurt” se ha transformado, medio siglo después, en algo mucho más auténtico, más consciente y más mediterráneo.

Hoy, Tribeca (San Fernando, 18) celebra su medio siglo de vida reivindicando una cocina rápida, sí, pero también saludable, de proximidad y con alma: la del Huerto Terramón, donde nacen buena parte de los ingredientes que dan sabor a su carta.

De la hamburguesa al huerto

Lo que en su día fue un espacio rebelde y nocturno, de bocadillos sin normas y cervezas sin hora, se ha convertido en una marca de identidad alicantina.

La facha de Tribeca a lo largo de 50 años.

Tribeca fue el primer proyecto del Grupo María José San Román, que hoy suma ocho locales y más de 200 empleados, entre ellos el reconocido restaurante Monastrell o la Taberna del Gourmet. Pero Tribeca sigue siendo el alma callejera del grupo: el lugar donde empezó todo.

“Se comía bien, se bebía mejor, y se vivían noches que pocos recuerdan, pero nadie olvida”, rememora la propia María José San Román, con esa sonrisa de quien sabe que los cimientos de una ciudad también pueden oler a pan recién hecho y a mostaza.

Frankfurt Vips, Tribeca Alicante.

Hoy, ese espíritu canalla sobrevive en una propuesta renovada, donde las hamburguesas se elaboran con brioche artesanal del obrador San Román, los vegetales crecen en el huerto ecológico Terramón, y las opciones veganas y sin gluten conviven con el sabor rotundo de los frankfurts clásicos.

Guacamole clásico en mortero mexicano, Tribeca Alicante.

Una carta healthy canalla, como la definen ellos: directa, sabrosa y sin pretensiones, con bowls completos, sándwiches y postres caseros.

El alma del muro: arte urbano con sabor a Alicante

Para celebrar el aniversario, Tribeca no ha querido mirar atrás, sino hacia adelante. Lo hace con un proyecto que funde gastronomía y arte urbano.

El alma del muro”, una convocatoria abierta a artistas alicantinos —de graffiti, muralismo, ilustración o arte tipográfico— para reinterpretar las paredes del restaurante.

Durante dos días, Tribeca apagará sus fogones para transformarse en un espacio de creación colectiva. Cinco artistas finalistas, seleccionados por un jurado que combina figuras del arte, el diseño y la cultura local —como José Piñero, Joserre Perezgil, Pablo Alberti o la icónica tatuadora Isa Morbella—, intervendrán el local con sus obras.

La sala con mesas bajas en Tribeca Alicante.

Después, los clientes podrán votar sus murales favoritos escaneando un código QR en su ticket. Los dos más votados recibirán 1.000 y 500 euros respectivamente, y sus obras quedarán de forma permanente en el restaurante, como parte viva de su nueva etapa.

Quizá esa sea la clave de su longevidad: reinventarse sin perder la esencia. Tribeca sigue siendo el punto de encuentro de generaciones, de los que se enamoraron en sus mesas de madera y de los hijos que ahora descubren su cocina más fresca y sostenible.

Hoy abre todos los días, con horario ininterrumpido los sábados y cierre a medianoche los viernes, pero lo importante no son las horas, sino lo que ocurre dentro: gente que come bien, que bebe mejor y que, medio siglo después, sigue escribiendo la historia de un icono urbano que aprendió que el fast food también puede tener alma.