Amores de barra, los que dedicamos a estos rincones para el disfrute con taburetes que inauguran los desayunos con café en vaso de cristal; se prestan a aperitivos donde el vermut es el rey y las conservas sus reinas y acompañan la mejor de las comidas con recetas que nacen de la tradición y otras de la fusión. Para rematar templos del cóctel que se convierten en refugio nocturno. Hay barras para todos los gustos y momentos. Metemos codo y nos hacemos hueco en las últimas a las que Madrid ha dado la bienvenida. 

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Tragabuches, Ortega y Gasset 

Nuevo cuartel para Dani García en la capital. El chef malagueño ha traído hasta el barrio de Salamanca todo el sabor del sur con elaboraciones que son una combinación de platos nuevos y otros que se recuperan, reinventados, del Tragabuches original con el que consiguió su primera estrella Michelin.

Con una cocina non-stop, levantan la persiana desde primera hora de la mañana con una carta dedicada a este momento (sagrado) del día. Es fácil dejarse llevar con tal repertorio, pero si hacen falta pistas a las que apuntar, a su tortilla sin cebolla (como le gusta a García) le decimos que sí en mayúsculas, si se prefiere con cebolla solo hay que añadir 0.50 € más a la cuenta.

Ofrecen un menú desayuno por un precio de 24 que incluye una amplia variedad de pitufos y molletes como el de zurrapa, solomillo o el campero. Otro, perfecto para el fin de semana que incluye zumo de naranja, café y un mollete con jamón Cinco Jotas por 9.9 €. También hay nota dulce en forma de pain au chocolat y también cruasán, y de beber café y zumo natural. 

Menudeo

La barra de Menudeo

La familia Colósimo crece. Los hermanos Ricardo y Mané Romero al frente de este clásico que ganó su fama por servir una de las mejores tortillas de la capital, siguen haciendo barrio y ha dado otro paso al frente, ahora con un concepto diferente.

Un concepto diferente con una zona de barra elegante y sencilla para ese ‘picoteo’ que le da el nombre, un lugar donde “menudear” con sus tapas que abre paso a una sala donde entregarse a una comida de forma más relajada. El sur sigue muy presente en su carta, y se homenajea en bocados como el de chicharrones de Chiclana con limón y sal o los langostinos al ajillo. En un formato ideal para compartir, después de abrir boca con esos clásicos gaditanos, se puede pasar al resto de chacinas y quesos, y rendirse ante sus croquetas de jamón. En el vaso o en la copa vermut o amontillado para regar de buena manera un gratificante picoteo.  

Varra Fina

Varra Fina Local

La puesta en escena de Jorge Velasco y Joaquín Serrano tras el paso por grandes casas y curtir una dilatada trayectoria. Estos chefs vuelcan su pasión en la que se ha convertido en una de las barras más cotizadas en las últimas semanas, tanto como las mesas del salón superior, donde ofrecen una propuesta algo más pausada con mantel. La diferencia de precio entre la planta de abajo y de arriba "depende de en lo que se quiera meter el comensal".  

Su carta es un despliegue de producto que incluye desde las elaboraciones más clásicas como puede ser sus solicitadas ensaladilla (a la que hacen muy bien con rociarle el jugo de la cabeza de un sabroso carabinero) y tortilla de patata, melosa y jugosa, hasta piezas exclusivas de marisco que desde su vitrina ya alegran la entrada. "Nos dimos cuenta que otro público quería erizo, cigalas y cada vez que traíamos algo a la vitrina, arrasaban" cuenta Serrano. Entre sus productos de confianza no falta el pescado, que procede de las lonjas de Galicia, Levante y Huelva; las verduras, que llegan del norte del país; la caza y las setas, de proveedores locales o el jamón y la carne, de Joselito

Ensaladilla rusa.

Goza de "un caos de taberna, que tampoco nos gustaría perderlo", que invita a quedarse, el justo alboroto que lo hace acogedor. Tal vez, uno de los puntos fuertes por los que volver a esta barra sea su oferta de vinos. Una carta cuidada, con 140 bodegas abajo "y 200 referencias arriba, que vamos afinando también con el cliente" que, sin ser extensa, recorre gran variedad de regiones vinícolas cuyos vinos van de la mano con la experiencia. Todos ellos se sirven también por copas, incluidos los mejores hallazgos de champán en cuanto a precio-calidad. 

La Pastelería 

Su carta se rinde al picoteo, pero su fuerte son los vinos: orgánicos, olorosos, secos, dulces, naturales, le dan a todo. Es lo nuevo del Grupo Bamboleo, artífices también de otros éxitos madrileños como Malpica, en Malasaña o el Bar Toboggan, en la zona de Legazpi. Su oferta está dividida en raciones y medias raciones, para que el picoteo sea más variado. A la hora de picar apuestan embutidos y conservas de calidad. 

Entre sus clásicos de barra no faltan mejillones en escabeche, empanadillas caseras de pisto y atún o berberechos que les preparan los chicos de 'Hermanos Vinagre'.  Hay ibéricos, cecina curada de vaca y queso de oveja de leche cruda. La nota dulce la pone la tarta Tatin. 

Gilda Haus

Cuando llega el fin de semana muchos acuden a la llamada de Gilda Haus. Es lo que tiene el boca a boca, que las gildas (y las chicas al frente) de La Gildería son ya institución y después de conquistar el barrio de La Latina acabaron el año con esta nueva apertura dispuestas a revolucionar la noche en Malasaña. ¿Sus armas? Ni falta que hacer decir que son las gildas, pero esta vez se alían a los cócteles y a diferentes artistas invitados que se encargan de encender la noche con buenas sesiones de música.