Seguro que habrás oído hablar de los famosos pastelitos de Belém (pastéis de Belém o pastéis de nata). Allá por el siglo XIX, los trabajadores del monasterio de los Jerónimos, en el distrito lisboeta de Belém, crearon un dulce al que bautizaron como pastéis de Belém. La receta, tan deliciosa como secreta, alcanzó tanta fama que pronto atrajo a curiosos y viajantes, volviéndose tan popular que estos pequeños pastelitos son hoy uno de los dulces más célebres de todo Portugal.

Ir a ver la imponente Torre de Belém y no hacer un alto en el camino para degustar estos pastelitos sería un crimen. Pero todo esto ocurre en Lisboa. ¿Qué pasa cuando volvemos a Madrid y deseamos probar un trocito de cielo? 

Para alegrarnos la vida un poco más y hacernos más felices tenemos en Madrid la Pastelería Lisboa, un lugar con encanto donde preparan los mejores pastelitos de Belém de toda la ciudad.

La historia de la Pastelería Lisboa

Al frente de la Pastelería Lisboa se encuentra un resuelto Mario Nuncio. Este portugués llegó a Madrid hace ya ocho años y ha conquistado a todo aquel que traspasa sus puertas. Animado por su hijo, que acababa de llegar de México, se decidió a hacer las maletas y dejar atrás Portugal, que en aquel momento se encontraba sumido en una profunda crisis económica.

"Mi hijo me decía: 'Vente a Madrid y montamos una pastelería portuguesa'. Después de un tiempo pensándolo, alquilamos el local y decidimos venirnos. Después de 25 años trabajando en Portugal nos quedamos sin trabajo y fue una buena oportunidad", nos cuenta.

Así llegaron al barrio de Salamanca, concretamente a la calle Ortega y Gasset. En septiembre cumplirán ocho años y han conseguido hacerse un hueco entre las pastelerías de Madrid. No es de extrañar, porque cada día hornean dulces de todo tipo y sirven cafés para el recuerdo. Precisamente en el rato que hablamos con él entraron diferentes clientes, de esos que siempre repiten y de los que saben hasta cómo toman el café. "Al final han sido nuestros clientes quienes nos permiten estar aquí cada día", comenta. 

El boca-oreja ha hecho el resto. Una clienta en ese momento añade: "Se conoce en todo Madrid, son los mejores". Y no sólo Madrid, porque cualquiera que viene de otras provincias va a su pastelería en busca de los sabores portugueses más genuinos.

Sabor genuino portugués

El propio lugar ya nos evoca a Portugal, a aquellos coquetos cafés que se abren paso en ciudades vibrantes como Lisboa u Oporto. La Pastelería Lisboa tiene encanto, es un lugar especial, con cristales y murales donde se muestran los dulces y que conviven con iconos de Lisboa como el Puente de Vasco de Gama, los tranvías que recorren la ciudad o el imponente río Tajo y una vitrina de la que quieres llevarte todo. La idea es degustarlo allí mismo o cogerlo para llevar.

La estrella de la casa son sus siempre tentadores pasteles de nata. Al día puede vender más de 200 y todos son recién horneados. "El pastel tiene que comerse caliente y recién hecho, así es como mejor están. Si pasa el tiempo, el hojaldre no vale", apunta Mario.

Le preguntamos sobre la receta, si es tan secreta como la de la famosa pastelería lisboeta. "Yo nunca tuve una pastelería. La tradición viene por parte de mi hermana, que es quien me ha enseñado las recetas. Cada uno los hace a su manera. Los que horneo aquí son más grandes y sabrosos", cuenta a Cocinillas Mario Nuncio. Y atestiguamos que son de lo mejor que hemos probado en materia repostera en la ciudad. 

No le quedan a la zaga otros dulces que allí preparan. Otra de las estrellas de la casa son los bolos de arroz, una especie de pastel de arroz, parecido a una magdalena. "Hubo un tiempo en el que todos pedían bolos de arroz. Todo era porque, antiguamente, cuando se hacían excursiones a Portugal, en los desayunos de los hoteles los servían. Vino muy bien para que la gente conociera lo que son". 

Mario también borda otras recetas como las tortas de azeitão, unos pasteles de huevo originarios de la localidad que les da el nombre, el bolo de bolacha (pastel de galletas) o las mini queijadas, que prepara con requesón y diferentes sabores como naranja, coco, nueces, algarroba o piña, entre otros.

Y hay mucho más: Pão de Ló, eclairs, tigeladas (dulce conventual portugués) que rellena con nata y huevo hilado... Hasta el tradicional Bolo Rei, el roscón portugués, que preparan por encargo para las festividades navideñas. Y por supuesto, las opciones saladas, con bocados como las empadas (empanadas) de pollo, cochinillo, bacalao, espinacas con requesón, pastéis de bacalao, croquetas o chamuças entre otras. 

Si dulces y salados saben a Portugal, lo que los acompaña ha de ser igual. En la Pastelería Lisboa trabajan con el café luso Delta, ideal para tomarse una bica -un expreso lisboeta-. Además, traen los zumos de Compal, cervezas como la Sagres o Super Bock y hasta vinos de Oporto.