Si hay un restaurante en Madrid que se ha mantenido fiel a sus principios durante el paso del tiempo, ese es Horcher. Nada menos que 75 años han pasado desde que Otto Horcher pusiera las miras en la capital. 1943 fue el año en que el restaurante abrió sus puertas, pero muchos años antes, concretamente en 1904, Europa asistía al nacimiento del primero de la saga en Berlín, con Gustav Horcher al frente de esta prolífica familia.

Restaurante Horcher Madrid

Horcher es uno de los restaurantes más clásicos de Madrid. Abierto en 1943, lleva muchos años haciendo las delicias de los comensales que les visitan. Se caracterizan por el buen hacer, el servicio excelente y por tener una cocina de tintes austro-alemanes sin parangón en la ciudad. Hoy en día el restaurante está en manos de la cuarta generación de la familia.

  • Lo mejor: Todo. Es difícil quedarse con un solo plato. La maravilla de Horcher es sentarse a su mesa, observar todo y probar todo lo que podamos.
  • Dirección: Alfonso XII, 6. Madrid.
  • Horario: L a V de 13:30 a 15:30 horas y 20:30 a 23:30 horas. S de 20:30 a 23:30 horas.
  • Precio: 70-80 euros.
  • Reservas: Aceptan reservas en el 91 522 07 31.
  • Nota: 5/5

Años han transcurrido sí, pero en nuestros días, es ya la cuarta generación la que regenta esta casa imprescindible, con Gustavo y Elisabeth Horcher como cabezas visibles ¿Sus máximas? El servicio impecable, una propuesta gastronómica ajena a modas y corrientes y una calidad encomiable. Hablar de Horcher es hacerlo de un clásico, de una joya que todo el mundo tiene que visitar, al menos una vez en su vida. Y si son más, mejor.

Horcher, la excelencia en la mesa

Cubertería de plata, copas con el emblema del restaurante, cojines para reposar los pies… La sala de Horcher es sinónimo del más puro savoir faire clásico. ¿Cómo es de excitante sentarte a la mesa en el mismo sitio donde lo hicieron personajes de la talla de Salvador Dalí o Sofía Loren? Tu también puedes sentirte como lo hicieron ellos, rodeado del glamour de otra época.

Si has decidido pasar un rato más que agradable con ellos, te recordamos que la americana es obligatoria para los hombres. Protocolos aparte, aquí hemos venido a disfrutar. Para ello elegimos una buena mesa con vistas al resto de la sala, porque creedme, en ella suceden muchas cosas que llamarán tu atención. Allí nos acercamos un lunes por la noche, que sin estar hasta la bandera, sí que estaba bastante animado.

Lomo de corzo asado al natural (6)

La carta se compone de clásicos inamovibles y de incorporaciones que se introducen en ella tres veces al año, aprovechando el cambio de temporada. El maitre nos cuenta que allí tienen una carta que data del año 52 en la que muchos platos, se mantienen hasta hoy día. Es el caso de el steak tartar, el consomé Don Víctor o el Stroganoff a la mostaza de Pommery. ¿No es maravilloso? Seguramente aquí podrás probar platos que en ningún otro restaurante de Madrid tienen. ¡Que viva la exclusividad!

Tras echar un vistazo a la carta, nos dejamos en manos del servicio de sala para que nos hiciera un menú a base de clásicos y platos de temporada. Lo primero que vino a la mesa fueron unos arenques a la crema marinados con una crema líquida, manzana y cebolla durante 48 horas y unos lomos de anguila ahumada que limpian y acompañan de una salsa de rábano picante. Para maridar el plato, escogimos una cerveza Alhambra roja. También nos ofrecen hacerlo con un vodka, pero eso “es cosa seria”. Acompañando a estos cortes de pescado, nos sirvieron un Kartoffelpuffer o pastel de patata con historia: fue la comida del pueblo alemán tras la guerra, una especie de patata llevada al puré, luego frita y que comían junto a compotas o frutos silvestres.

Arenques

A continuación degustamos un plato de temporada, unos boletus con foie, huevo pochado y trufa negra laminada,  y ya sabemos lo que pasa cuando juntamos estos productos, ¿verdad? Que el plato se convierte en un acierto seguro sin margen de error. Del apartado de pescados, nos sirvieron un ragout de lenguado y carabineros con calabacín. El carabinero lo hacen a la plancha con un toque de anís y un punto picante muy suave y se acompaña de arroz blanco y arroz salvaje. ¿El resultado? Sabroso y delicado.

Perdiz a la prensa

El restaurante Horcher también está considerado como uno de los templos de la caza en temporada, a su magnífico -y ya célebre- lomo de corzo, se unen otros como el ragout de ciervo o nuestra elección, la perdiz a la prensa. Todo un espectáculo, tanto en sabor, como en preparación. Una de las características más loables de Horcher es que muchos platos se preparan a la vista del comensal, en un juego de manos y vaivenes que casi parece un ballet. La perdiz se deshuesa, se mete en una prensa que sirve para exprimir todo el jugo del ave y se presenta con sus lomos y el clásico acompañamiento de la casa: lombarda, spätzle y compota de arándanos y manzana. Y cómo no, no podía faltar una fuente de patatas soufflé y el maridaje con un Rioja crianza que embotellan para ellos en exclusiva, muy fácil de beber y suave.

Creppes Suzzete

Para terminar el ágape, qué mejor que hacerlo con otro de los clásicos de esta casa, los crêpes Suzette que, una vez más, preparan a la vista del comensal con zumo de naranja y licor Grand Manier. Pero sin duda alguna, la estrella de la casa es el Baumkuchen, o pastel de árbol, su postre más singular preparado capa a capa, en un horno especial y elaborado con más de 70 huevos. Lo presentan cortado en láminas y cubierto de chocolate caliente, helado de vainilla y nata. ¡Qué delicia!

Baumkuchen

Templo de los vinos históricos

No debemos pasar por alto que Horcher, también es sinónimo de una de las bodegas con vinos de añadas históricas más importantes de Madrid. Viña Tondonia del 54, Marqués de Riscal del 57, Marqués de Griñón del 85… y muchas más referencias de vinos para probar en una ocasión única.

Si las paredes hablaran…

Como hemos comentado, Horcher ha sido cuna de la visita de celebridades y numerosos personajes del mundo de las artes, la política, el deporte…

RECEPCION 2

La sala es clásica, con mantelería de hilo fino, decoración incluso recargada, pero no por ello menos interesante. Es como un viaje en el tiempo. También dispone de tres salones privados para celebraciones o reuniones. ¿Y si te toca la misma silla en la que se sentó Hernest Hemigway? ¡Larga vida a Horcher!

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