Sala de tratamiento del producto de la empresa gallega Algamar.

Sala de tratamiento del producto de la empresa gallega Algamar. EFE/ Algamar/Jose Coira

Reportajes gastronómicos

La primera empresa productora de algas en España: 500 toneladas del mar a las cocinas de Ángel León o Ferrán Adriá

Empresas gallegas como Algamar o Porto-Muíños marcan el paso a nivel nacional en comercialización e innovación de este 'tesoro verde' cada vez más preciado.

Más información: El Banco Español de Algas que asesora las cocinas de chefs con estrella Michelin como Ángel León

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Galicia siempre ha sido tierra de mar, pero su huerta más fértil no está en la superficie, sino bajo las aguas frías y ricas en nutrientes de sus rías. Allí crecen extensos jardines de algas, un tesoro verde que, tras décadas olvidado, se ha convertido en el nuevo ingrediente estrella de la gastronomía española.

De este ecosistema marino nació Algamar, la primera empresa en España dedicada a la recolección y elaboración de algas para uso alimentario, pionera de un movimiento que hoy seduce tanto a cocineros de vanguardia como a amantes de la cocina tradicional.

Fundada en 1996 por los hermanos Fermín y Esteban Fernández, Algamar apostó por lo que entonces parecía una quimera: convertir las algas marinas en un producto gastronómico de calidad, apto para las mesas más exigentes. Lo que empezó como una aventura artesanal en la costa de Pontevedra es hoy una empresa que produce alrededor de 500 toneladas de alga fresca cada año, liderando la comercialización y la innovación en este sector.

Su responsable técnico de I+D, Sergio Baamonde López, lo resume así: “Las algas ya no son un alimento del futuro, sino del presente. Son fuente de salud, sabor e innovación”.

De sus instalaciones salen variedades que ya suenan familiares en las cocinas europeas: wakame, kombu, lechuga de mar, espagueti de mar o codium, todas recolectadas de forma sostenible en las rías gallegas y procesadas para conservar intactas sus propiedades nutricionales.

De las lonjas al plato de los grandes chefs

La aceptación del consumidor ha crecido al ritmo de la curiosidad culinaria. Lo que hace apenas una década era un ingrediente exótico reservado a la cocina japonesa, hoy se ha integrado con naturalidad en las propuestas de Ángel León, Ferrán Adrià, Andoni Luis Aduriz o Oriol Castro, chefs que han explorado su potencial en caldos, emulsiones, snacks o fermentaciones.

En palabras de Baamonde, “cada vez más escuelas de hostelería de Galicia incluyen las algas en su formación, y los jóvenes cocineros las ven como una herramienta de creatividad y territorio”. No es casualidad: pocas materias primas combinan tan bien sostenibilidad, identidad y versatilidad.

Buzos recolectando algas en aguas gallegas.

Buzos recolectando algas en aguas gallegas.

Pero el fenómeno va mucho más allá de la alta cocina. Las algas han encontrado su sitio también en los hornos de los pueblos gallegos. Carmen Sánchez, fundadora de Galuriña en 2012, decidió fusionar el mar y la tierra elaborando masas con algas para pizzas y empanadas, un producto que ya se vende a restaurantes y hoteles.

“Al principio fue difícil, porque mucha gente no estaba acostumbrada a comer algas”, confiesa Sánchez, “pero el interés ha crecido muchísimo. La gente descubre que son sabrosas, digestivas y saludables”.

Los beneficios nutricionales de las algas —ricas en sales minerales, vitaminas y bajas en grasas— están ahora en el punto de mira científico. Un equipo del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS) y del CiberOBN investiga su impacto en dolencias como la enfermedad inflamatoria intestinal o la diabetes. “Queremos demostrar científicamente los beneficios del consumo de algas gallegas”, explica la investigadora Ana Belén Crujeiras.

Barco transportando las algas cultivadas.

Barco transportando las algas cultivadas.

El auge del “oro verde” gallego también está impulsando nuevos proyectos de economía circular. Orixe Salgada, iniciativa de Elena Fontán, transforma las algas varadas en las playas —consideradas residuos por la ley— en bioestimulantes agrícolas y cosméticos naturales.

Sus ensayos con bodegas de Rías Baixas como Paco & Lola o Condes de Albarei han dado resultados prometedores: las algas no solo alimentan, también pueden revitalizar la tierra y la industria. Fontán lo resume con entusiasmo:

“Cada vez hay más empresas que trabajamos con algas. Se están haciendo envases, materiales de construcción biosostenibles y productos de belleza. Es un sector en plena ebullición”.

Con más de 550.000 kilos de algas subastados en las lonjas gallegas en 2024, un 20 % más que hace una década, Galicia se consolida como la gran despensa marina de España. Lo que empezó como un recurso olvidado hoy impulsa empleo femenino, innovación científica y una revolución gastronómica con acento atlántico.

De los fondos marinos a los fogones de los grandes chefs, las algas gallegas han dejado de ser curiosidad para convertirse en símbolo de un nuevo paradigma alimentario: saludable, sostenible y profundamente local.