- Total: 1 h
- Comensales: 2
Pocos alimentos tenemos en España que sean tan versátiles como las patatas. Humildes y sencillas, pero con tantas recetas ricas para prepararlas que podríamos necesitar casi una vida para probarlas todas.
Son la guarnición por excelencia para acompañar carnes o pescados. Nos las comemos fritas, en ensaladilla rusa, en guisos, en purés y, sobre todo, las usamos para hacer uno de los platos más icónicos de la cocina española: la tortilla de patata.
Si hablamos de cocinarlas en el horno, nos encantan las típicas "patatas de feria", asadas con piel, y nos parecen una locura las patatas que acompañan a cualquier asado, esas que se terminan de hacer bañadas con los jugos de la carne y son una bomba de sabor.
Una receta de origen francés
Una forma de cocinar las patatas algo menos común en España, pero muy popular en el país vecino, es el gratín, o patatas gratinadas.
El gratin dauphinois -en español gratinado delfinés- es típico de la región del Delfinado en los Alpes franceses y se elabora con nata; el gratin savoyard -gratinado saboyano- que se prepara en la región vecina de Saboya lleva caldo de ternera en vez de nata, se le añade cebolla en láminas finas y se cubre con lascas de algún queso francés.
Y muy similar al gratinado saboyano es esta versión que prepara el chef Alfredo Vozmediano (@avozmechef) en su canal de YouTube, en la que, a diferencia de la receta francesa, utiliza la cebolla previamente caramelizada para conseguir un sabor aún más potente.
Caramelizar la cebolla es algo que podemos hacer con antelación y en grandes cantidades, porque es una preparación que nos puede alegrar multitud de platos y se conserva estupendamente durante varios días en la nevera y durante semanas en el congelador.
Para elaborarla, pelamos las cebollas y las cortamos en juliana fina para pocharlas en una sartén amplia con un poco de aceite de oliva y una pizca de sal, que ayudará a que libere su agua y, con ella, sus azúcares naturales.
Tenemos que cocinarla a fuego medio-bajo durante unos 35-45 minutos, removiendo de vez en cuando para evitar que se pegue. Durante este proceso, el azúcar natural de la cebolla se irá convirtiendo en un caramelo de color dorado.
Se puede acelerar ligeramente el proceso añadiendo una pizca de bicarbonato, o podemos añadir una cucharadita de agua o caldo cuando veamos que la cebolla se está empezando a secar en la sartén y nos servirá para desglasar los jugos que se hayan adherido al fondo.
El resultado debe ser una cebolla dulce, muy tierna, con una textura melosa y un color marrón dorado uniforme.
En este método tradicional, la clave es la paciencia; pero no está todo perdido para los que no tienen mucha o, simplemente, no tienen tiempo, pues esta receta de cebolla caramelizada exprés puede ser la solución que buscan.
Ingredientes
- Patatas, 2 ud
- Cebollas caramelizadas, 2 ud
- Queso cheddar curado rallado, cantidad necesaria
- Aceite de oliva, cantidad necesaria
- Sal, cantidad necesaria
- Caldo de pollo o de ternera, 150-200 ml
Paso 1
Pelamos las patatas y las cortamos en láminas finas con ayuda de un cuchillo bien afilado o, si es posible, con una mandolina.
Paso 2
Engrasamos un molde apto para horno con un poco de mantequilla o aceite de oliva para evitar que las patatas se adhieran durante la cocción.
Paso 3
Colocamos una primera capa de patata cubriendo bien el fondo del molde. Encima añadimos una capa de cebolla caramelizada y otra de queso rallado.
Paso 4
Repetimos este proceso alternando patata, cebolla y queso hasta llenar el molde. Al llegar a la última capa, el chef nos sugiere cortar las patatas en círculos perfectos para que la presentación quede más elegante. Sale igual de rico si nos saltamos este paso, todo hay que decirlo.
Paso 5
Regamos las patatas con el caldo y sazonamos al gusto.
Paso 6
Cubrimos el molde con un círculo de papel de horno que haremos doblando la hoja y recortándola tal como muestra el chef.
Paso 7
Cocinamos en el horno precalentado a 180 °C hasta que las patatas se atraviesen fácilmente con un cuchillo y estén muy tiernas (aproximadamente 40–50 minutos).
Paso 8
Retiramos el papel, pintamos la superficie con un poco de aceite de oliva y volvemos a introducir el molde en el horno. Gratinamos a 220 ºC hasta que la capa superior esté ligeramente tostada y crujiente.
La guarnición perfecta para estos platos
Las patatas gratinadas bien podrían ser un plato ellas solas, pues pueden ser un entrante delicioso; pero si queremos un menú completo y equilibrado, lo ideal sería acompañarlas con otro plato que aportase una ración suficiente de proteínas de alta calidad y sin un exceso de grasas o carbohidratos.
Las que vienen a continuación son solo unas cuantas ideas que pueden servir, incluso, para preparar el menú de una comida de fiesta.
-
Solomillo a la plancha con salsa de setas. Marcamos unos medallones de solomillo en una sartén bien caliente con un poco de aceite de oliva. En paralelo, salteamos unas setas con ajo y cebolla y, cuando estén tiernas, las trituramos con un poco de nata líquida o caldo para obtener una salsa cremosa. Rectificamos de sal y pimienta y servimos el solomillo con la salsa por encima.
-
Pechuga de pollo rellena de espinacas y queso. Abrimos las pechugas en forma de libro, las salpimentamos y las rellenamos con una mezcla de espinacas salteadas y queso ricota o similar. Las cerramos con palillos y las marcamos en la sartén. Después, las terminamos de cocinar en el horno a 180 °C hasta que estén completamente hechas.
-
Salmón al horno con hierbas aromáticas. Colocamos los lomos de salmón sobre una bandeja y los aderezamos con aceite de oliva, zumo de limón, eneldo y perejil fresco. Los horneamos a 180 °C durante unos 12-15 minutos.
-
Lomo de cerdo al horno con mostaza y miel. Sazonamos un trozo de lomo de cerdo sin filetear con sal, pimienta, mostaza de Dijon y un toque de miel. Lo horneamos a 180 °C, regándolo de vez en cuando con sus propios jugos hasta que la temperatura en el interior alcance los 58 ºC. Una vez cocinado, lo cortamos en lonchas finas y lo servimos con una salsa hecha con sus jugos reducidos.
