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Karlos Arguiñano es sinónimo de cocina casera, humor y cercanía. A sus 77 años sigue siendo una de las figuras más queridas de la televisión española, con décadas de programas, libros de recetas y consejos que han marcado a varias generaciones.

Pero más allá de la pantalla, Arguiñano nunca ha perdido de vista lo esencial: comer sano, barato y con ingredientes al alcance de cualquiera. Y entre todas las opciones que ofrece el mar, hay un pescado que defiende sin rodeos como uno de sus favoritos.

El chef vasco lo reconoce sin tapujos: lo come cada semana, convencido de que es una de las mejores elecciones para quienes buscan sabor, economía y salud en un mismo plato. Su argumento es sencillo: es barato, sabroso y, lo más importante, bajo en mercurio.

La advertencia no es menor. Cada vez son más los expertos en nutrición que alertan de la necesidad de vigilar el consumo de grandes pescados depredadores, como el pez espada, el atún rojo o el tiburón, porque acumulan altos niveles de mercurio en su carne. En cambio, los pescados pequeños como las sardinas apenas presentan este problema.

Un pescado humilde con valor nutricional

Las sardinas forman parte de la dieta mediterránea desde hace siglos. Son ricas en ácidos grasos omega-3, proteínas de calidad, vitamina D y calcio, sobre todo cuando se consumen con espina. Su contenido en mercurio es bajo, lo que las convierte en una opción mucho más segura que otros pescados de gran tamaño.

Además, tienen un precio imbatible en comparación con otras especies. En plena crisis de inflación alimentaria, las sardinas permiten llevar pescado fresco a la mesa sin que el bolsillo lo note demasiado. Arguiñano lo resume en una idea: comer bien no tiene por qué ser caro.

En numerosas ocasiones, el chef ha defendido la importancia de incluir pescado azul en la dieta. Lo hace no solo por salud, sino también por cultura gastronómica. "Tenemos la suerte de vivir en un país rodeado de mar, con productos de primera. No aprovechar eso sería un error", ha señalado en distintas entrevistas.

Por eso, insiste en que las sardinas no deberían faltar en la mesa al menos una vez por semana. Él mismo lo cumple en casa, ya sea a la plancha, al horno o rebozadas, porque son versátiles y admiten múltiples preparaciones.

Su recomendación coincide con la de muchos nutricionistas: el consumo frecuente de pescado azul ayuda a proteger el corazón, mantener la presión arterial en niveles adecuados y mejorar la salud cerebral.

El riesgo del mercurio

La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha establecido límites de consumo de ciertos pescados para embarazadas y niños debido al mercurio. Sin embargo, las sardinas no forman parte de esa lista de advertencias.

Esto significa que, al contrario que el pez espada, el atún rojo o el lucio, pueden consumirse con tranquilidad varias veces por semana. Arguiñano lo sabe y por eso lo destaca: "Es barato, está riquísimo y no te la juegas con el mercurio".

Un mensaje sencillo, pero poderoso, que conecta con la preocupación de muchas familias a la hora de elegir el pescado adecuado.

Una receta que nunca falla

Más allá de la teoría, Arguiñano siempre vuelve a lo práctico: mostrar cómo cocinar. Su receta de sardinas rebozadas con pan frito es un ejemplo de cocina casera, sencilla y sabrosa. Un plato que rescata la tradición de aprovechar el pan duro y darle un giro con sabor y textura.

Se trata de una propuesta humilde, pero con todo el carácter de la gastronomía vasca. Los ajos, el pimiento verde y el toque de pimentón aportan aroma y color, mientras que el rebozado ligero de las sardinas las convierte en un bocado crujiente y jugoso.

El chef añade un consejo importante: para que no queden secas, basta con freírlas 40 segundos por cada lado. Ese detalle marca la diferencia entre una sardina jugosa y otra pasada de punto.

Ingredientes de las sardinas rebozadas con pan frito de Karlos Arguiñano

  • 20 sardinas pequeñas o medianas
  • 300 g de pan de hogaza (de 3-4 días)
  • 2 pimientos verdes
  • 8 dientes de ajo
  • Harina y huevo batido (para rebozar)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Sal
  • Pimentón
  • Perejil fresco

Paso 1

Corta el pan duro en trocitos pequeños y resérvalos en un bol.

Paso 2

Pela los ajos enteros y dóralos en una cazuela con 6-8 cucharadas de aceite. Añade los pimientos cortados en dados y sofríe unos minutos. Retira los ajos y pimientos y resérvalos.

Paso 3

Incorpora el pan a la cazuela y fríelo sin dejar de remover durante 15-20 minutos, hasta que quede crujiente. Añade de nuevo los ajos y los pimientos y mezcla bien.

Paso 4

Limpia las sardinas retirando la espina central. Sazónalas y pásalas por harina y huevo batido.

Paso 5

Fríelas en abundante aceite caliente, unos 40 segundos por cada lado. Escúrrelas en papel absorbente para retirar el exceso de grasa.

Paso 6

Sirve las sardinas acompañadas del pan frito, los ajos y los pimientos. Espolvorea con pimentón y adorna con perejil.

Consejo de Arguiñano: elige sardinas pequeñas o medianas para rebozar: son más jugosas y fáciles de comer. No las frías demasiado tiempo, así conservarán todo su sabor.